A través del salvaje Kurdistán
A Través Del Salvaje Kurdistán
Karl May
REINO DE CORDELIA
Después de ayudar a la tribu de los adoradores del diablo, el aventurero alemán Kara Ben Nemsi (Karl, hijo de alemanes) y su fiel criado musulmán Halef Omar, siguen camino junto al arqueólogo inglés sir David Lindsay, adentrándose en el Kurdistán.
MADRID / COLPISA
Karl May no pisó el salvaje Oeste. Tampoco el desierto del Sáhara ni las vastas llanuras de la Pampa, territorios que inmortalizó en unas exóticas novelas de aventuras que fueron la puerta a mundos desconocidos para millones de lectores. Recorriendo lejanos parajes desde su escritorio en Alemania, imaginando las encarnizadas batallas de la caballería, los colonos y tramperos con las tribus indias en la conquista del Far West o las guerras tribales en el mundo musulmán, este embustero con alma de apache y de beduino anticipó el best seller en el paso del siglo XIX al XX.
Creador de «héroes pluscuamperfectos», según Fernando Savater, la obra de May había caído en el olvido. Y eso que gozó en su día de un éxito parejo al de gigantes de la literatura de aventuras y evasión, de clásicos universales como Julio Verne o Emilio Salgari. Triunfador tardío, se estima que May vendió 200 millones de libros en más de 40 idiomas. Ahora cuatro editoriales españolas coinciden en el rescate de sus exóticas narraciones, comenzando por la gran novela de May en los dominios de Mahoma: A través del desierto.
Karl May (Ernstthal, 1842-Dresde, 1912) fue el quinto de los quince hijos de una humilde familia de tejedores de Sajonia. Ciego hasta los cinco años, su imaginación se desbordó en la infancia. Estudió música y en 1861 se tituló como maestro, pero apenas ejerció. Timador, acusado de robos y estafas, fue encarcelado en varias ocasiones y se le prohibió dar clase. Bibliotecario de la prisión, descubrió allí la capacidad redentora de la escritura gracias a un capellán. En 1875 comenzó a colaborar en prensa y fichó por una revista dedicada a la familia en que publicó la serie de artículos sobre Oriente que lanzó su carrera.
Embustero contumaz, dijo haber viajado 20 veces a América, hablar decenas de idiomas y dialectos, se inventó una épica biografía y doctorados académicos. De enorme éxito en Alemania, sus fans le acosaban en las conferencias. Y eso que cayó en desgracia al descubrirse sus patrañas y luego por el simple hecho de ser uno de los autores preferidos de Hitler. Pero su fama persiste más de un siglo después de su muerte. Aún hoy se le rinde un homenaje popular en su país. Miles de personas peregrinan cada año a Elspe, a unos cien kilómetros de Colonia, para asistir al festival en que Winnetou cabalga de nuevo junto a Old Shatterhand. Gustavo Gili comenzó a publicar en España las novelas de May en 1927. Molino adquirió los derechos en 1930 y las editó incluso durante la Guerra Civil. Bruguera incluyó en los setenta algunas de sus obras en la recordada colección Historias, que alternaba páginas de texto y de cómic, y Círculo de Lectores lanzó en los setenta y los ochenta las 12 novelas ilustradas de Entre los pieles rojas.
Lex Barker, héroe de cine seducido por Tita Cervera
Muchas de las novelas de May se llevaron al cine y la televisión en producciones de serie B que fueron muy populares a mediados del siglo pasado y dieron una segunda vida a las aventuras del tramposo autor alemán y lo sacaron del baúl de los recuerdos. Las de más éxito las protagonizó Lex Barker, famoso en el Hollywood dorado por relevar a Johnny Weissmuller en el rol de Tarzán. Y en España por su boda en 1965 con Carmen Cervera, hoy la baronesa Thyssen y entonces una bellísima joven coronada como Miss España en 1961. Hasta su temprana muerte con 54 años, víctima de un infarto en 1973, Barker encarnó a Old Shatterhand y Kara Ben Nemsi, los dos héroes de May, modelos de arrojo e integridad, en filmes rodados en su mayoría en Croacia. La primera de la serie fue El tesoro del lago de la Plata y se estrenó en 1962, el mismo año en que Barker conocía a Tita, a quien convirtió en su cuarta esposa. En Alemania la memoria de May también se recuperó. En 1969 se fundó en Hamburgo una sociedad para difundir su obra y dos museos velan por su legado, uno en Radebeul, en su última casa, Villa Shatterhand, y otro en su ciudad natal.
Tachar a Karl May de tramposo es injusto y ofensivo. Véase al respecto lo expuesto por el jurista Claus Roxin. El último acto público de Karl May fue en Viena, defendiendo las ideas pacifistas expuestas por Berta de Suttner en su libro Abajo las armas!. Basta con este ejemplo.