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Nítido retrato del 'mayo del 68' gracias a Francisco J. Castañón

RICARDO MARTÍNEZ.

La ‘ciudad de la luz’ se apagó por un tiempo. La ‘ciudad del amor’ desbordó de pasiones tan libres como desordenadas. Muchas cosas, casi todo, de pronto amaneció un poco trabucado, con los sentidos al desnudo para cobijarse en cualquiera de esas novedades que pudiera traer ese movimiento social activo, reincidente, destructivo pero no tanto, que se venía llamando la Revolución de París y que acabó por reconocerse más propiamente como mayo del 68

Tal es la fecha en que ahora estamos, si bien habiendo pasado 50 años de ello, tiempo suficiente para que todo pose (incluso los verdaderos argumentos y las realidades de una revolución) De haber de señalar algunas características definitorias de ese movimiento social, una de ellas fue (basándonos en el afamado protagonismo de las pintadas) no tanto el desarrollo del lenguaje como el de la imaginación, y en ello una cierta originalidad para la definición, para la aspiración: ‘Es necesario explorar sistemáticamente el azar’, ‘La acción no debe ser una reacción, sino una creación, ‘La novedad es revolucionaria, la verdad también’ Desde luego, como resalta el autor, había una general exigencia perentoria: ‘No a la revolución con corbata’ Al fin, se trataba de poner de manifiesto que, como tantas veces se ha puesto de manifiesto a lo largo de la historia de las revoluciones –un efecto social que, acaso, nunca se inicie porque nunca ha rematado desde que el hombre vive en sociedad- cabría pensar que, tal como resaltaba otro texto mural, ‘La sociedad es una flor carnívora’ De ahí que algunos, con un criterio educado, vinieran en expresar, a título casi académico: “No es una revolución, señor, es una mutación”. Por eso la pervivencia, la mutabilidad permanente, la perenne renovación en el tiempo.

Este libro, fruto de un minucioso trabajo cronológico de los hechos, supone una revisión-exposición histórica de los acontecimientos que tuvieron lugar en París en aquella primavera convulsa, sobre todo en lo social. Así, el texto tiene un carácter periodístico que ayuda, gracias al minucioso orden con que se ha abordado el trabajo, a construir una crónica necesaria a la hora de entender, de ofrecer una mirada retrospectiva de aquellos avatares. Recuérdese, a la vez, que lo de París no fue un hecho aislado sino algo así como un primer síntoma de lo que luego habría de granar en una expresión social bien acuñada, cual es la globalización. Tal como se señala en el prólogo, ilustrativo al efecto: “Sería injusto negar la importancia de Berkeley (California), la London School of Economics del Reino Unido o la Universidad Libre de Berlín, que también jugaron su papel” Por eso “probablemente el que los centros neurálgicos fueran las universidades indica con precisión el carácter estudiantil y generacional de las protestas”, pues en lo político ningún partido se sintió cómodo con el hipotético aporte ideológico que la revolución aportaba –y por ello no pudieron apropiárselo. Cambiaron muchas cosas, sí, a cambio de que no cambiasen muchas otras –sobre todo en lo que afectaba a la pervivencia del Sistema- de manera esencial.

Fue notorio el impacto en el cine, en la moda, en la libertad de conciencia, sobre todo con su reflejo en la libido, a modo de una forma de liberación; en la forma de abordar los  acuñados comportamientos sociales. Así al menos se pretendió por muchos de los integrantes de las manifestaciones. En tal sentido no me parecen desacertadas las líneas que el profesor Chazarra: “Se suele decir que la dialéctica es construir destruyendo. Mayo del 68 destruyó más que construyó y tuvo un carácter efímero, aunque las tendencias que emergieron volvieron a aflorar poco más tarde y marcaron los años 70 y 80” Y añade: “Convendría señalar que las tesis ecologistas ganaron terreno, que el movimiento feminista y de liberación de la mujer alzó su voz, que la libertad sexual fue reivindicada insistentemente y que el freudomarxista Wilhekm Reich, con su Manifiesto de la Revolución Sexual tuvo su momento de gloria” Para concluir: “Todo transcurrió con una velocidad vertiginosa. Todo fue frágil y quebradizo, aunque algunas de sus manifestaciones habían venido para quedarse y arraigaron con fuerza” Y tal fuerza continúa, si bien, como cabría esperar, en su inevitable transformación”. Recuérdese: ‘La sociedad es carnívora’

Como apoyo adicional al texto se incluyen entrevistas a algunos personajes españoles coetáneos con los eventos reseñados (Rafael Fraguas, Mercedes Lezcano, Juan Antonio Matesanz) si bien a mí me gustaría destacar el interesantísimo aporte que suponen apartados expresamente didácticos para la comprensión del problema como ‘Cronologías. Mayo del 68’ o ‘Cronología 1968’ que hace relación a otros acontecimientos mundiales y que sirven para enmarcar el problema geopolíticamente.

Como escribe  Francisco Castañón, el autor, a modo de conclusión de su trabajo, “hemos explorado al cumplirse el 50º aniversario de Mayo del 68 una serie de aproximaciones mostrando sus antecedentes, protagonistas, hechos de mayor relieve, su influencia en los ámbitos sociales y culturales…” Eso es lo que va a encontrar el lector, una ayuda muy eficaz para rememorar aquella primavera en apariencia liberadora a favor de un nuevo Sistema, unas nuevas costumbres, unas recientes ilusiones… cuyo cumplimiento acaso se vayan fraguando lentamente, a sabiendas de que todo movimiento, toda renovación social (en cualquiera de sus manifiestos) siempre queda un algo mutilada respecto de las perspectivas iniciales, a la vez que, transcurrido un tiempo ( y cincuenta años son una buena medida) ya van siendo puestas en entredicho por las siguientes generaciones.

Esto es, como si se tratase de un razonamiento dialéctico puesto de manifiesto ahora en una pintada de estos días en París: “Hagamos a Nanterre (una de las universidades cuna de la revolución) necesaria otra vez” Lo que acaso quiera decir: renovemos la revolución; con los métodos de hoy, se entiende

O dicho al modo clásico: ‘Rinovare o perire’.

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