Basada en hechos reales, de Roman Polanski
Lleva un tiempo el director de Repulsión y de La semilla del diablo sin regalarnos con una obra maestra, concretamente desde El pianista, película en la que se entregó en cuerpo y alma. Se dedica últimamente el longevo director polaco, que ya tiene cumplidos los ochenta años pese a su aire de eterno adolescente, a un cine de cámara protagonizado casi siempre, salvo en Un dios salvaje, por su esposa Emmanuelle Segnier, de la que siempre me quedará Lunas de hiel, y en esas películas de pequeño formato, como La Venus de las pieles o El escritor, encontramos a un director rutinario que parece haber dejado en la cuneta sus señas de identidad. Roman Polanski es ahora más conocido por su pasado oscuro que por las películas que rueda.
Basada en hechos reales, su última película, es una adaptación fidelísima de la novela del mismo título de Delphine De Vigan con guion del propio Roman Polanski y de Oliver Asayas. Un film claustrofóbico que temáticamente remite a El escritor (el negro literario, en este caso, la negra) y a Misery de Stephen King (el escritor, aquí la escritora, asediada e invadida por una extraña admiradora).
Delphine Dayrieux (Emmanuelle Segnier) es una autora de best-sellers (el film se abre con una cola interminable que solicita, en una librería, la dedicatoria de un ejemplar de su última novela, el sueño de todo escritor). Elle (Eva Green), una lectora fiel a sus libros, se hace la encontradiza con ella, y se introduce en su vida. La autora de best-sellers se retira habitualmente a una casa perdida en el campo para escribir, pero está bloqueada con la pesadilla de la página en blanco. Elle, la misteriosa y enigmática mujer, se irá apoderando de la personalidad de la escritora, hasta el punto de escribir por ella.
Basada en hechos reales gira sobre el tema tan querido por algunos realizadores como el de la dominación (la subversiva El sirviente de Joseph Losey con ese criado que acaba dominando a su amo) trasladado al mundo de la literatura. La película de Roman Polanski adquiere una cierta tensión dramática cando los dos personajes femeninos se trasladan a esa casa francesa de campo y allí se aíslan del mundo. Es en ese ambiente claustrofóbico y reducido en donde el director polaco se siente a sus anchas y parece conducirnos hacia el thriller asfixiante, pero el film tiene un hándicap importante, sus personajes, puro cartón piedra, tanto la escritora como esa negra dominatriz (una hiperbólica Eva Green) encerradas en ese espacio que confiera a la película ese aire tan teatral en el que últimamente el director polaco como pez en el agua.
El final es un bucle. Quizá Elle, el personaje misterioso, solo haya existido en la mente de la atormentada escritora Delphine Dayrieux. Quizá toda la película haya sido el delirio literario de alguien seco en inspiración que la convoca, a la inspiración, precisamente, a través de la escritura de una novela titulada Basada en hechos reales que narra el tormento creativo de quien se bloquea ante la página en blanco.
No es una buena película, pero hay algún destello del genio que fue el director de Chinatown.