Eduard Rosello: " La novela 'Pieza a Pieza' es un puzzle que no se completa hasta el final"

SONIA RICO.

La vida de cualquiera de nosotros es un rompecabezas con recuerdos, momentos, sensaciones y caras que ensamblar. Creo que todos estamos de acuerdo en una definición así.  Pues bien, Eduardo Roselló, con Pieza a pieza ( Ed. La vocal de Lis) nos lo demuestra a golpe de letras en una deliciosa y original novela que te dejará pensativo. El protagonista va relatando su vida vacía y las piezas que la componen. Se va creando una atmósfera muy especial que va envolviendo al lector y cuando ya lo tiene atrapado en las mismas redes en las que ha caído en protagonista llega el desenlace inesperado.

Si algo caracteriza a esta, la primera novela de Eduard es la personal voz y el estilo particular; algo que todos los amantes de la lectura sabemos identificar y valorar.

Eduard, ¿de dónde te nace esta necesidad por ensamblar y ponerlo por escrito?

La novela Pieza a pieza es como un gran puzzle que no se completa hasta llegar a la última página, la última pieza del rompecabezas. Los textos, que al principio funcionan como pequeños fragmentos revueltos sobre una mesa, se van ensamblando de forma lineal, conduciendo con su desarrollo durante la lectura hasta un resultado final que une esos fragmentos dispersos entre los capítulos. Esos mismos textos se van fijando por bloques en la mente del lector, y es en este último caso en el que me basé para escribir una novela que, a pesar de su ambiente más bien opaco, fuera construyéndose mediante piezas exclusivas que juntas completarán el intrincado rompecabezas general. Más que una necesidad personal por ensamblar, la escritura de la novela se centra en la necesidad del lector por encajar sus fragmentos.

Pregunta obligada ¿Te gustan los puzzles? ¿Han formado parte de tu vida de alguna manera?

Pues no. La verdad es que nunca me han gustado, me ponen algo nervioso y no tengo paciencia para sentarme delante del montón de pequeñas piezas, mapas de compleja lectura llenos de cabos y golfos, y no saber ni por dónde empezar, aunque reconozco que es toda una experiencia de concentración, observación y cierta técnica. Para hilvanar el hilo de la narración en la novela, y conseguir la dualidad entre los puzzles reales y los metafóricos que se plantean durante cualquier vida, debía llevar al personaje narrador hasta el límite en la obsesión por ambas facetas. ¿Quién no ha comparado su relación con otra persona, con la inestabilidad fragmentada de un complejo rompecabezas? «Con esta persona no encajo ni a golpes», o «me adapto a ella con la facilidad con que se unen las piezas de un puzzle infantil», son conceptos recurrentes utilizados por muchas personas a nuestro alrededor.

Con tu novela ¿pretendes solo entretener, o hay un mensaje oculto entre las piezas?

Sencillamente, explico la historia de un personaje —un narrador obsesivo—, cuya vida podría pertenecer a cualquiera, de ahí que no haya “bautizado” a ninguno de los protagonistas del texto, y los haya nombrado exclusivamente con una característica evidente en cada uno de ellos, planteándolos ante el lector como seres llenos de personalidad, pero sin la definición concreta que puede facilitar un nombre propio, que cree en la imaginación del lector una imagen específica de dicho personaje. También me plantee el reto de gestionar dos dificultades autoimpuestas antes de comenzar la redacción definitiva del libro. La primera se trataba de ir enmarañando la trama de forma cadente, hasta conseguir con cada párrafo una atmósfera más viciada, y la segunda consistía en no utilizar diálogos, que aunque generalmente ayudan a perfilar secuencias, me parecían superficiales para completar el personaje principal. El mensaje oculto, que siempre existe entre líneas, es un mensaje de socorro, un SOS que el protagonista envía hacia la nada, porque está seguro que nada ni nadie podrán ayudarlo, por mucho que reclame la asistencia.

Viena es una ciudad escenario en la novela ¿Por qué la escogiste?

De hecho, es la única ciudad que se define de forma concreta, porque el resto de lugares permanecen imprecisos, o abstractos, dejándolos abiertos a la imaginación del lector. En la ciudad austriaca se encuentra uno de los pilares de la trama que más obsesionan al personaje principal. Se trata de la localización de uno de sus sueños más difíciles de conseguir, una obsesión, un detalle arquitectónico singular que prefiero no explicar, para que sea descubierto por el lector. Solo se puede saber por qué se trata de Viena, y no de otra ciudad, a medida que se va leyendo el libro.

Es una idea muy original ¿cómo y por qué empezaste a gestar la novela en tu cabeza?

Siempre procuro establecer una pauta de trabajo en los textos que comienzan con una idea simple —en este caso, la de la ensambladura de un rompecabezas que puede obsesionar a quién lo va completando, ya sea físico o metafórico—, mezclándola con otra idea algo más compleja, como puede ser la necesidad del personaje por tratar de resolver sus relaciones vitales como si se trataran de nuevos puzzles por construir, o viejos rompecabezas de los que incluso puede haber perdido alguna pieza… El problema que se plantea, en definitiva, es si alguien, por muy obsesivo que llegue a mostrarse, por muy obcecado que se presente, puede tratar de la misma manera una actividad lúdica, un pasatiempo cargado de inocencia, con los temas que jalonan los espacios más complicados de su vida cotidiana y real.

Después de esta historia singular, me pregunto qué temas rondan por tu cabeza para seguir escribiendo.

Al tratarse de un texto basado en las relaciones humanas, costumbrista y por qué no decirlo, algo surrealista, ahora he decidido decantarme por un par de proyectos que tocan con los pies en el suelo, más abiertos y aireados. Uno de esos proyectos continúa siendo costumbrista, dedicado a la juventud y la vejez, a la entrega incondicional entre seres humanos, a la vida que te toca vivir y el temido ocaso, que en según la edad en que cada uno se encuentre, acaban conviviendo en un mismo plano. He decidido esconderle al lector una sorpresa durante toda la trama, pero necesito su paciencia por su parte para llegar a desvelarla. Del otro proyecto, si te apetece, ya hablaremos en otra ocasión…

Llevabas mucho tiempo escribiendo pero no habías publicado ¿Cómo surgió la oportunidad?

La oportunidad tiene nombre y apellidos. Se llama Imma Domènech y su editorial, La Vocal de LIS, que es capaz de apostar sin ambages por escritores desconocidos, a cambio de cierta fidelidad y no perderle la cara a la constante promoción de la novela. Gracias a ella, los proyectos que otros editores ni siquiera leen tienen una oportunidad que puede convertirlos en realidad.

¿Crees que muchas personas que escriben sienten miedo a mostrar sus escritos?

Seguramente sí. Por ejemplo, yo mismo no me atrevía a hacerlo, hasta que alguien con cierto ascendente para mi consciencia se llevó el manuscrito a su casa y se dedicó a él durante unos días. Al cabo de más o menos un mes me escribió un correo electrónico en el que primero me insultaba —aunque no voy a explicar por qué, mejor que el lector de la novela lo descubra entre sus páginas— y después me animaba a moverla por alguna editorial, porque pensaba que la historia debía llegar a más gente, y no quedarse entre el grupo reducido de amistades y familiares dispuestos a leerla… Después viene lo de enviarla a diferentes editoriales, y aquello de que te contestan con textos grandilocuentes para decirte que no te van a hacer caso, y lo de pulsar la tecla adecuada, y lo de la casualidad, o la suerte, y lo de nuestra Imma Domènech, etc…

¿Que le recomendarías a alguien que escribe pero lo guarda en privado?

Que deje de lado la vergüenza, porque no hace más que encerrar a las personas en sí mismas. Siempre he pensado que existen diferentes formas de escribir. La que escribes para ti, con tu voz indómita y personal, tu color y sentido, sin importarte el que dirán —personalmente, creo que esos son los mejores escritos que todos podemos crear—, la forma en que escribes pensando en lo que van a decir los demás sobre tu escrito —cuya presión seguramente diluye toda la frescura del texto, pervirtiéndolo—, y una más equidistante, aunque igualmente apropiada, en la que escribes con todos tus recursos y procuras utilizarlos sin límites, pero con tiento, para ser comprendidos fácilmente y se vuelvan accesibles a cualquiera. Textos que te hacen vibrar por dentro mientras los redactas con pasión sobre un papel. Creo que si se logra llegar a ese punto, a la compleja interacción entre el escritor y el lector a través de un texto —igual que se cuela Alicia en sus sueños a través de un espejo—, el escritor inseguro debe ser valiente y lanzarse a buscar una respuesta positiva, porque como suele decirse, el “no” ya se tiene por adelantado. Pienso que la escritura es una bendición para las personas curiosas que queremos inventar historias y nos atrapamos en la telaraña de las palabras, o deseamos vivir diferentes vidas, después de haber caído en la cuenta de que con una no teníamos suficiente.

¿Habrá próxima novela en breve?

Por mi parte, seguro. De hecho ya tengo muy trabajado el esqueleto principal de una nueva historia y solo faltan ajustar algunos capítulos, los retoques pertinentes y un par de lecturas, en general, para comprobar que todo fluye más o menos bien. No pienso dejar de escribir, no quiero hacerlo, salvo por alguna causa extrema, ajena a mi voluntad, que me lo impida sin remedio. La novela estará preparada. Que se publique o no, como siempre, dependerá de los editores valientes que quieran apostar por un escritor desconocido, que pone pasión y empeño en lo que hace (y sobre todo, dependerá de nuestra Imma Domènech y su editorial).

One thought on “Eduard Rosello: " La novela 'Pieza a Pieza' es un puzzle que no se completa hasta el final"

  • el 29 noviembre, 2018 a las 1:07 pm
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    La verdad es que el relato de Eduard se hace espeso en un principio para acabar envolviendo al lector en una atmósfera turbia que termina siendo contagiosa. Pieza a pieza relata una vida vacía y rememora el paso lento del tiempo, con una visión de la existencia humana concebida como una sucesión de las piezas de un puzzle vital.

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