"La familia no": admirable punto de vista teatral sobre niños abandonados
Por Horacio Otheguy Riveira
La familia no, escrita y dirigida por Gon Ramos es una plasmación emotiva y divertida de un grave conflicto social. Todo transcurre en un entorno escénico donde prevalece la imaginación y la capacidad lúdica de un gran equipo de gente de teatro. El desasosiego y la felicidad van de la mano en una función que facilita la risa, la ternura, la tristeza y la reflexión de cuanto rodea al tema principal: una familia inventada por parte de quienes han perdido toda posibilidad de recuperar la original.
El irresistible encanto de la ciudad de Buenos Aires prendió fuerte en un joven estudiante de teatro, a su vez autor, actor, director. Así, Gon Ramos (Yogur piano, 2016-2018) alcanza una madurez poética innovadora en esta función sumamente interesante.
En La familia no dos actrices y dos actores adultos se confabulan para ser hermanos abandonados dentro de un coche por sus padres españoles en una céntrica calle porteña. Desde ahí, con buen acompañamiento de diversos solos de piano y dos tangos cantados en vivo, se trasunta una diversión desasosegante y un desasosiego muy divertido, una conjunción de opuestos que sólo los niños son capaces de alcanzar con poca o ninguna transición. Pero aquí los intérpretes son adultos, actores bien fogueados en el arte que al joven Gon Ramos (Madrid, 1989; en la foto) más le interesa: un equilibrio entre lo improvisado en que los actores se involucran con su propia carga emocional, y un texto sólidamente estructurado entre monólogos y situaciones compartidas.
Lo español genérico y lo argentino fijado en Buenos Aires se convierten en partes de un entramado universal en el que la caricatura de padres terribles se incorpora a los juegos de niños fatalmente abandonados. Capaces de recrear sus miedos y alegrías en juegos constantes, se apoyan entre sí, se castigan, se quieren o se detestan; brota entre ellos el abuso de poder como así lo han experimentado con sus padres. La imaginación de los infantes bajo el yugo de una dura realidad se exhibe en un entorno de rigurosa profesionalidad, desde la articulación del texto dramático al último detalle audiovisual.
La escenografía resulta sorprendente por lo mucho que da de sí la carcasa de un coche con muchos detalles que rompen todo conato de monotonía. Un ámbito al que pertenecen el cuerpo y la psique de los cuatro que abundan en brillantes posibilidades corporales. La voz se adecua a la edad, pero no se torna ñoña, huyendo siempre de todo infantilismo estándar. Hay una elaboración muy rica de tiempos y situaciones dramáticas, alcanzando una profunda capacidad de observación e interpretación cuando una de ellas asume el papel de un padre fuera de sí, tan temible como ridículo: escena fantástica en la que tres son hijos sumisos, atemorizados ante el devenir de incontenible violencia verbal en la que todos sentimos que puede ir a más, que ese hombre desquiciado —interpretado por una mujer— será capaz de pegarles hasta matarlos, pero al mismo tiempo su maltrato psicológico es tan disparatado que produce una irresistible comicidad.
La familia no resulta un espectáculo de rara complejidad muy satisfactoria. El equilibrio de su producción en la ya mencionada escenografía, pero también en la muy elaborada iluminación (las dos creaciones firmadas por Ruiz de Alegría), permite que el esfuerzo de sus protagonistas avance sobre seguro, y logren compartir sus emociones y sentido del humor con sobresaliente mezcla de sensibilidad y recursos técnicos.
Gran labor de equipo en la que cada uno destaca especialmente cuando su personaje sobresale entre tantas correrías: Eva Llorach en la ya mencionada asunción de un padre feroz, y adorable al representar «el tiempo»; Fabia Castro en un desborde emocional de niña angustiada, así como cuando se convierte en escalofriante madre «con jaqueca» en la recta final; Emilio Gómez, el peque, el indefenso que se rebela con ajustada energía o divierte a todos con brillante chispa en busca de sus «dos bolas de helado de coco»; Jacinto Bobo que, además de balancear sus juegos infantiles entre la espectacularidad de un millonario dadivoso y el acoso agobiante de posible pervertido, interpreta con hermosa voz y cadencia de veterano (con aires del maestro Roberto Goyeneche), nada menos que dos tangos clásicos de la época dorada del género: de Enrique Santos Discépolo y Mariano Mores, Uno, estrenado en 1943; y Naranjo en flor, de los hermanos Virgilio y Homero Expósito, de 1944. Poetas que han rendido tributo al dolor de perderse en soledad y en compañía, como estos niños-metáfora de una infancia abandonada a diario a lo largo y ancho del planeta. Tangos bravos que hacen del desgarro adulto un lamento de grandeza literaria, aquí perfecto andamiaje del más íntimo dolor de criaturas indefensas a merced del viento:
Uno busca lleno de esperanzas
el camino que los sueños
prometieron a sus ansias…
Sabe que la lucha es cruel
y es mucha, pero lucha y se desangra
por la fe que lo empecina…
Uno va arrastrándose entre espinas
y en su afán de dar su amor,
sufre y se destroza hasta entender:
que uno se ha quedao sin corazón…
Precio de castigo que uno entrega
por un beso que no llega
a un amor que lo engañó…
¡Vacío ya de amar y de llorar
tanta traición!
Doblemente trascendentes estos temas en una representación donde conmueve la expresión lúdica de los cuatro personajes, bajo la vivencia extrema de su día a día en el envoltorio mágico del teatro dentro del teatro, y a su vez el teatro natural de la niñez, el que fluye en cualquier momento y situación porque lo pide el cuerpo.
El desasosiego y la felicidad van de la mano en una función que facilita la risa, la ternura, la tristeza y la reflexión de cuanto rodea al tema principal: una familia inventada por parte de quienes han perdido toda posibilidad de recuperar la original.
LA FAMILIA NO
Autor y director: Gon Ramos
Reparto: Fabia Castro, Eva Llorach, Jacinto Bobo y Emilio Gómez
Diseño escenográfico e Iluminación: Javier Ruiz de Alegría
Vestuario: Kendosan Producciones
Diseño gráfico y fotografía: David Ruiz
Diseño de producción: Jesús Sala
Producción: Jesús Sala e Inma Cuevas con Kendosan Producciones
Productores asociados: In-Gravity
Comunicación Marea Global
Espectáculo recomendado para mayores de 14 años.
ENCUENTRO CON EL PÚBLICO: jueves 28 de junio, al finalizar la función. Entrada libre hasta completar aforo.