El ornitólogo (2016), de João Pedro Rodrigues – Crítica
Por Jaime Fa de Lucas.
El ornitólogo está observando aves desde su piragua con unos prismáticos hasta que el río le pilla por sorpresa y le tira al agua. A partir de ahí vivirá una odisea surrealista por el bosque, llena de connotaciones religiosas. João Pedro Rodrigues mezcla varios aspectos que le interesan –ornitología, religión, homosexualidad, autodescubrimiento…– y construye una película tan excesivamente personal y caprichosa que resulta distante.
No cabe duda de que es una película atrevida que se puede disfrutar a nivel visual y cuya historia resulta interesante en la primera parte del metraje, el problema es que es difícil conectar con algo tan excéntrico, o mejor dicho, con algo cuyas excentricidades son tan opacas. La dimensión surrealista tiene sentido cuando hace clic más allá de la referencia oscura y personal –véase November–. Aquí da la sensación de que se ofrecen una serie de ocurrencias incoherentes que se amparan en esa percepción onírica, mística y surrealista para excusar su inverosimilitud. Todo esto molesta incluso más cuando el protagonista intenta justificarlo diciendo “hay ciertas cosas que es mejor no intentar entender. Suceden y debemos creer en ellas”. Y yo digo: “y olé”.
Lo peor de todo es que El ornitólogo me dejó totalmente frío, indiferente. Más allá del apartado visual y de algún destello simbólico –las sombras platónicas hablando–, en ningún momento fui capaz de conectar con lo que aparecía en pantalla. Creo que es una película que no funciona ni como película de terror, ni como experiencia espiritual, ni como historia de autodescubrimiento. Sí que logra evocar algo surrealista y extraño con una fotografía más que correcta, pero no alcanza ninguna altitud como parábola introspectiva o espiritual. Quizá esto último sea lo más grave, una película repleta de simbolismo religioso que no es capaz de transmitir nada espiritual.
Tampoco ayuda que Rodrigues no sepa controlar el tono. Un ejemplo de esto es la escena en la que el protagonista se acerca por primera vez a los enmascarados que están alrededor de una hoguera bailando y uno de ellos va a mear y le mea encima sin querer… ¿Es necesario? No es gracioso y además destroza el tono ligeramente amenazador que existía. A esto hay que sumarle la parafernalia de los cambios de nombre, los cambios de actores, Jesucristo, las tendencias vampíricas, etc. En general, El ornitólogo es difícil de digerir y no contenta con eso, te pide que lo aceptes. En mi caso, incluso asumiendo que es algún tipo de alegoría significativa sobre San Antonio de Padua, sigue sin decirme nada.
Observaciones –chirridos–:
– Las chinas salvan la vida al protagonista y cuando le piden ayuda éste se niega… el ingrato.
– El protagonista aparece atado con un sistema de cuerdas sofisticadísimo y encima está de pie, a pesar de que una de las chinas va coja y antes casi ni le podían mover entre las dos cuando estaba en el agua.
– El escarceo homosexual surge sin apenas desarrollar la química entre los personajes. Hay que tener en cuenta que el protagonista tiene novio y en teoría necesitaría algo más para caer en la infidelidad.
– El protagonista descubre que han hecho un ritual con su piragua y rápidamente saca una grabadora y afirma que “las chinas tenían razón, aquí pasa algo raro”, dando por hecho que no han sido las chinas –para que el espectador sienta una amenaza múltiple–.
– Habrá que esperar bastantes años para que el recurso de los móviles sin cobertura se agote.