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Caras y lugares (2017), de Agnès Varda y JR – Crítica

 
Por Jaime Fa de Lucas.
La directora Agnès Varda y el fotógrafo y artista urbano JR se juntan para desarrollar el documental Caras y lugares, en el que van recorriendo diferentes pueblos de Francia para dar voz a individuos anónimos y llevar a cabo un proyecto fotográfico que principalmente consiste en hacer fotos a ciertas personas –o coger una antigua–, imprimirlas en tamaño gigante y pegarlas en superficies peculiares.
El documental y las fotografías gigantes cumplen la misma función, esto es, “amplificar” y “maximizar” la presencia de esos individuos anónimos. Varda y JR también introducen algunos elementos que recuerdan a la nouvelle vague, incluso establecen ciertos paralelismos surrealistas con sus conversaciones, la foto de la barra de pan, la operación de ojos de Varda y el gesto de Buñuel, etc.
Ya desde el principio el tono es juguetón, desenfadado y encantador. Es difícil resistirse a Caras y lugares porque es absolutamente adorable, tanto por la química que hay entre los dos artistas como por su humor y la atmósfera que genera la excelente banda sonora de Matthieu Chedid. Todo es cálido, acogedor y fluye bien. Además, los proyectos fotográficos son bastante sugerentes.
Sí que es cierto que el documental a veces puede parecer algo disperso y hay varias reivindicaciones tímidas que no acaban de encajar del todo, pero aun así, uno se queda con ganas de más. No vería con malos ojos que hicieran una serie documental en esta línea, con los mismos protagonistas o con diferentes artistas. El giro final con el encuentro frustrado con Godard pone la guinda, ya que hace que todo sea incluso más emotivo.
Observaciones:
– Muy poético el momento en el que JR pega el ojo y los pies de Varda en un tren y cuando éste arranca dice que ahora verán cosas que nunca han visto.
– El paralelismo entre el ojo de Buñuel y el de Varda es interesante. El ojo de Buñuel funciona como elemento artístico surrealista del pasado, mientras que el ojo de Varda, que tiene una enfermedad y tiene que operarse, aparece como un golpe de realidad. Esto a su vez habla del paso del tiempo y del desvanecimiento de la visión de una artista.

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