La observación por delante del pensamiento (Alan Watts y el sentido de la vida)
Uno de los filósofos que acercó el budismo zen al mundo occidental recomienda usar la mente sólo para lo necesario y no permitir que la mente nos aleje de la realidad.
Al momento de explicar a qué se refiere exactamente con “pensamientos”, Watts los describe como esas “charlas dentro del cráneo”, una manera simple y precisa de hablar sobre nuestros frecuentes (y también evitables) diálogos y cálculos internos, repeticiones esclavizantes de palabras que, al presentarse compulsivamente, son la fuente principal de la angustia en la que muchas personas viven cotidianamente.
Para Watts, la respuesta es simple: no tenemos que ser algo más que lo que somos o sentir una cosa distinta a la que sentimos. Cuando nos rendimos a lo que estamos siendo y estamos sintiendo en el presente, el callejón sin salida te permite el paso, te dice algo, un mensaje que vale la pena escuchar.
El ego y la idea del yo son, según el filósofo estadounidense, el principal problema: esa pesada imagen de nosotros mismos que está hecha de lo que nos han dicho que somos o que tenemos que ser, de nuestra educación y nuestro estilo de vida. No hay nada más alejado de lo que realmente somos que todas estas ideas. Nosotros somos el universo, de la misma forma que un río, una galaxia o una nube lo son; somos el universo expresado en el lugar que sentimos como aquí y ahora. En otras palabras, a través de nuestros ojos, el universo se observa a sí mismo.
Watts asegura que la observación en calma del universo es la respuesta, y es también el principio de la meditación. Si no sabemos qué hacer, hay que observar. Watts utiliza como ejemplo el acto de escuchar música, escucharla hasta que eventualmente la entendemos, no en palabras, pero sí de otra forma, porque el punto es la música, hasta que nos convertimos en la música. De la misma manera, la vida adquiere un sentido insospechado con el simple acto de observarla, no solamente lo que pasa afuera de nosotros, sino también lo que pasa dentro. Los pensamientos, las emociones, los miedos deben observarse desde el punto de vista de un espectador, sin querer cambiarlos o juzgarlos, como nubes que pasan velozmente por el cielo.
Es preciso despertar a la realidad y vivir en el presente, explica finalmente Watts con una elocuencia resplandeciente y un encantador sentido del humor, observar la vida hasta que logremos transformarnos en ella, dejar de pensarla y codificarla, para finalmente vivirla.