Amante por un día (L’amant d’un jour) (2017), de Philippe Garrel – Crítica
Por Jaime Fa de Lucas.
Amante por un día parece que está hecha en un día, cual garabato a lápiz. Un guion plano repleto de conversaciones insulsas que tienen lugar en espacios genéricos. Personajes poco desarrollados con preocupaciones elementales y comportamientos simplistas. Ni la fotografía en blanco y negro de Renato Berta ni las actuaciones son capaces de aportar algo distintivo. ¿Reflexión sobre la monogamia? ¿Cuál? ¿Dónde? Perdóneme el señor Philippe Garrel, pero parece que se nos está dando gato por liebre… Quiere hacer pasar por película acabada algo que no es más que un esbozo incompleto que bebe de la nouvelle vague y cuya dimensión emocional e intelectual apenas llega al espectador –si es que la hay–.
Se deja ver, pero es difícil transmitir algo de manera audiovisual cuando casi toda la película se desarrolla con palabras. Dónde quedará ese “hay que mostrar en lugar de decir”. La voz en off expositiva tampoco ayuda. Asoma algo sobre rupturas, celos, infidelidades… pero al final lo único que se nos “muestra” son unos encuentros sexuales vacíos de sensualidad, magnetismo e intensidad. ¿Para qué más, verdad, si con eso ya vendemos la película? La guinda al despropósito la pone la escena final: tan forzada que a uno le dan ganas de salir de la sala dando un portazo, reflejando el desagrado con la misma complejidad narrativa que maneja Garrel.
Y la voz en off concluye: “la relación que el espectador establece con la película se limita a tocar las mismas superficies que los escarceos de esa amante por un día”.