Siete cuentos morales de J.M.Coetzee

Siete cuentos morales
J.M.Coetzee
Literatura Random House
Cuentos

Por Juliano Ortiz
La literatura ha demostrado de infinitas formas que los temas cotidianos son los más complejos a la hora de dejarlos en el recuerdo de los lectores. Sujeta a la frase que dice que siempre se recuerda el avión que se cae y no todos los que llegan, la temática narrativa siempre fue indispensablemente más efectiva gozando de este recurso. En estos “Siete cuentos morales” Coetzee cuenta, narra, con la extraordinaria manera que lo caracteriza, situaciones que apenas escapan de lo normal, situaciones que son apenas fisuras en la cotidianeidad envolviéndolas con un forro de belleza que asombra y sorprende.
Coetzee usa la poderosa figura de la escritora sudafricana Elizabeth Costello, alter ego femenina, (brillante recurso) para mostrarnos su vida en España en donde se encontrará con una realidad que la despoja y la aísla de lo que ella cree que es la vida. Costello protagoniza cada uno de estos relatos en los cuales la familia, la vejez, la infidelidad y los derechos de los animales juegan un papel preponderante y nos llena de interrogantes y a la vez respuestas, muchas respuestas.
“Varias de las piezas del libro surgen de esta lucha entre la madre y sus hijos, una lucha que es cada vez más común en el mundo moderno, donde las familias son pequeñas y es inusual que un padre vaya a vivir con uno de sus hijos cuando se hace mayor”, explicó el autor a el diario El País de España. “Los llamo Siete cuentos morales porque giran en torno a cuestiones morales que considero importantes. ¿Qué deberes tienen los adultos con su padre o madre, particularmente cuando es, a sus ojos, difícil o irracional?”. En una sociedad que tiene miedo a dejar solos a sus ancianos, y que por tal motivo se equivoca en su forma de tratarlos, Elizabeth Costello toma para sí esa condición de rechazada, de discriminada espontánea para decirnos que la justicia es lo que más le interesa.
¿Pero qué justicia es la que defiende Costello? ¿En qué caldo se cocina su moralidad? Ella pertenece a ese espacio generacional y desde allí parece decirnos lo que pocos se atreven a enfrentar: la incapacidad del ser humano para con sus mayores, para aquellos que atraviesan la etapa de la adultez y caen en las garras del tiempo previo a la muerte.
No esperemos a un Coetzee poético ni imaginativo en lo visual como en tantas de sus novelas. O mejor dicho, la poesía radica, o está anclada, en los rincones de lo que no dice. Hay en estos cuentos una abstracción y una brevedad necesaria que poco deja a la imaginación, pero que decididamente poseen el rigor dramático y la fina comprensión del comportamiento humano que caracteriza la narrativa del sudafricano.
“El hombre que ella va a ver, el hombre que la agasaja en su casa, en su cama, tiene un nombre. Frente a él, ella lo llama por su nombre, Robert, pero a solas lo llama X. No porque sea un enigma o una incógnita, sino porque X es el signo que usamos para tachar un nombre, sea Robert o Richard. Uno traza una X encima y el nombre desaparece.
No lo odia ni lo ama, pero ama el modo en que él la mira y lo que le hace a causa de cómo la mira. Cuando está desnuda en la cama de él, en su departamento, él la mira con tanta alegría en los ojos, tanto placer, tanto deseo que… Si X fuera pintor, lo convencería de que la pintara desnuda, en esa misma cama. Se pondría una máscara veneciana. “Desnudo con máscara”, sería el título del cuadro. Esa ella le haría pintar todo de tal manera que cualquiera podría ver cuál es el aspecto de un cuerpo de mujer cuando alguien lo desea”.
Coetzee se sirve de Elizabeth Costello para ser crear un personaje áspero, violento, con dosis de insensibilidad y en permanente actitud de provocación. Ella está parada en la última piedra que la puede arrojar al precipicio, con la mano empujando la puerta del abismo humano a punto de entrar en la oscuridad porque ese, quizás sea, el único lugar en el que ella alcance los medios para comprender, cualquier cosa.
La simpleza de la vida, por ejemplo. O la complejidad del ser humano.
J.M. Coetzee nació en 1940 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Allí se crió y más tarde cursó estudios universitarios para luego irse a la Universidad de Austin, Texas, y doctorarse en Literatura. En 1972 volvió a Sudáfrica, y desde entonces es profesor en la Universidad de Ciudad del Cabo, además de traductor, lingüista, crítico literario y, sin duda, uno de los escritores más importantes de Sudáfrica. Premio Nobel de Literatura en 2003, ha sido galardonado también, entre otros, con el prestigioso premio Booker, que ganó en dos ocasiones, por Vida y época de Michael K y Desgracia. Otros títulos en Literatura Random House son Infancia, Juventud, Elizabeth Costello, Hombre lento, Diario de un mal año y La infancia de Jesús. También ha publicado varios libros de ensayo, entre los que se destacan Contra la censura, Costas extrañas y la correspondencia mantenida con Paul Auster, Aquí y ahora. Asimismo, fue distinguido en España con los premios Llibreter (2003) y Reino de Redonda (2001), creado por el escritor Javier Marías.

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