Recomendaciones de Sal&Roca, abril
Para completar que nos ocupemos del mar, también cuidamos la tierra, y también con el trabajo dividido: por un lado los bosques, y por otro toda la naturaleza. Tal vez los bosques sean la metáfora de la naturaleza por excelencia, pero John Muir, el padre del conservacionismo, era presa del síndrome de Stendhal frente a cualquier paraje.
Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca
En el mar
Toine Heijmans
Traducción de Goedele de Sterck
Acantilado
Esta es una novela casi breve sobre el poder evocador del mar. Las circunstancias que rodean el destino de los protagonistas, solo pueden suceder en el que es, a la postre, el territorio más inhóspito para el hombre. Podemos navegarlo, podemos, incluso, acabar contaminándolo hasta que se nos antoje una porquería, pero no podemos dominarle, porque nadie puede dominar la tempestad. Como nadie puede dominar la calma. De ahí que el destino, y junto a él la soledad que supone afrontarlo, la que nos lleva a viajar a lo más profundo para reconocer nuestra identidad, sea algo que solo puede surgir en el mar. Ni siquiera el amor entre un padre y su hija pueden dominar el territorio de la ballena blanca. Este libro tiene una lectura metafórica, sí, pero es que el mar, la contemplación del mar, es pura metáfora.
Inmerso en una profunda crisis personal, Donald decide navegar en su velero durante tres meses, con el silencio y la soledad como única compañía. Sólo en la última etapa de la travesía recogerá a su hija de siete años, Maria, para que lo acompañe del norte de Dinamarca a los Países Bajos. Alejados del mundo, el viaje se anuncia idílico, y entre padre e hija surge una complicidad que nunca antes habían conocido. Pero de pronto las nubes negras acechan en el horizonte y Donald está cada vez más angustiado; la noche en que estalla la temida y aterradora tormenta, Maria desaparece del barco… En el mar es una evocadora alegoría sobre la travesía de la vida y la posibilidad de gobernar el propio destino, y un magnífico homenaje a los navegantes legendarios, desde Ulises hasta el capitán Ahab.
Océanos, peces, platos
Óscar Caballero
Arpa
La brecha la había abierto Philip Hoare con sus libros El mar interior o Leviatán. Óscar Caballero la sigue con la mejor entrega, porque si algo queda por explorar es el mar. ¿El Sáhara o la Antártida? Ya sabemos de su aspereza contra la vida. Pero los océanos son lugares donde todavía pueden habitar las especies más insólitas. De ahí extrae buena parte del gancho de este libro, cuyo contenido apenas precisa de apoyo para enganchar al lector: “¿Atún de bellota? Tal como suena. Lo dejó escrito Estrabón hace dos mil años: los atunes que llegaban a Cádiz por el Atlántico comían bellota, igual que nuestros mejores cerdos”. “Las costas de Galicia, como las de Irlanda, siempre estuvieron bien pobladas de vieiras, de ostras, de bogavantes… ¿Por qué entonces fueron durante siglos las regiones más castigadas por el hambre y la migración forzosa?”. “El pulpo dispone de las estructuras nerviosas que producen la conciencia. Igual que nosotros y que los monos, con sus 300 millones de neuronas se alista entre las pocas especies listas, las que desarrollaron el cerebro”. “¿Sabías que la ballena boreal es inmune al cáncer? Los biólogos están estudiando el porqué”. “Más del 90% de las especies marinas generan su propia luz. ¿Y si copiamos su reacción química para iluminar las ciudades sin electricidad? Sandra Rey está trabajando en ello desde 2013”.
Este libro se sumerge en la historia cultural y social de mares y océanos para conocer, entre muchas otras cosas, la singular vida de los peces que luego habremos de encontrar en la mesa. Una mesa flamante, pues el pescado y el marisco frescos son novedades rabiosamente contemporáneas. El ferrocarril primero y el avión más tarde los arrancaron a la sal, al ahumado, al secado y al escabeche que durante siglos les permitieron resistir largos viajes a vela en el mar y a caballo en tierra. El pescado, su auge, su extinción politizada, su cocina y su fraude son rasgos de identidad de nuestra cultura contemporánea.
Océanos, peces, platos es un maravilloso bazar de curiosidades marinas y marineras, culturales, científicas, geográficas e históricas: navega de las almadrabas y los esteros gaditanos a los yacimientos de algas bretonas; surca las artes de la pesca y las de la conserva; explora las curiosidades de las criaturas marinas y las de su cocción; trae brisas del hambre —durante siglos auténtica gastronomía de los pobres— y humos de la alta cocina; y destila refranes, leyendas y falsas tradiciones que en realidad no son más que de anteayer. En ese tejido de contradicciones, de parentescos que parecen lejanos y son próximos, nada este libro, y se moja.
El lenguaje de los bosques
Hasier Larretxea
Espasa
Que una de las editoriales grandes, Espasa, apueste por el tipo de libros que las pequeñas nos estaban regalando, libros sobre la naturaleza, sobre la convivencia con la naturaleza, sobre el respeto, sobre la ecología, es todo un síntoma de que algo está calando. Desconocemos si existe un criterio comercial y no queremos pensar en ello. Este es un libro escrito porque alguien encuentra la ecoterapia y la intenta compartir. ¿Se puede ser más humano? ¿Se puede ser más amable, más bueno, en el buen sentido de la palabra bueno? Sospechamos que no. El libro es una invitación para que los jóvenes sustituyan los videojuegos por los árboles, el smartphone por el viento, la dictadura académica por los animales y los senderos. Claro, los senderos. Porque en esta vida solo existen dos cosas imprescindibles: un sendero y una buena compañía.
Este libro quiere ser el sendero que escojas cuando te adentres en un bosque. Este libro quiere que crezca un árbol en tu palma de la mano desplegada. Este libro quiere mostrar el aliento y la respiración de los pasos pendiente arriba. El sonido del rastro sobre el manto de hojas del otoño. Este libro quisiera ser guía, brújula y esencia de todo aquello que rodea al árbol. Este libro es tierra, raíz, corteza, rama, hoja y fruto. Es nudo y temblor. La esencia espolvoreada de una vida curtida entre la espesura de la naturaleza. A este libro le gustaría sortear la niebla que lo cubre todo para amanecer en un rincón del paisaje en el que los pájaros le cantan al nuevo clarear del día. Este libro es la semilla de una vida que florece en los reencuentros y en la búsqueda de la hoja de ruta de la infancia que curte miradas y esencias. Este libro quisiera representar la ramificación que se eleva hacia el cielo claro, donde se reencuentran las generaciones, el mundo rural y la vida en la ciudad. Este libro quiere ser indagación y reflexión, ruta y cobijo.
Escritos sobre la naturaleza (VOL.1)
John Muir
Traducción de Victoria Parra Ortiz
Capitán Swing
John Muir fue muchas cosas: naturalista, explorador, inventor, botanista, experto en glaciares, granjero, místico, excelente amigo, papá, marido, escritor, activista, padre del conservacionismo, enamorado de la naturaleza o motor para los parques nacionales.
Sus más de 300 artículos y doce libros presentan una narrativa que influye hasta hoy en los movimientos de cuidado del medio ambiente: cómo somos uno con la naturaleza, el valor al respeto a toda vida, el amor por el cuidado del entorno, la posibilidad de encontrar lo trascendente en ella. Muchos lo consideran el “Patrón de la naturaleza de Estados Unidos”, su bardo total y la quintaescencia del alma libre. Durante el siglo XIX este escocés que vivió casi toda su vida en Estados Unidos se convirtió, con sus artículos publicados en revistas, en la voz más atractiva y reconocida del movimiento de Estados Unidos para proteger a la naturaleza. Como buen escocés, aprovechó el poder de las historias para matricular a cientos de estadounidenses agotados por la carrera del progreso en su agenda de protección de nuestro entorno y nuestros “compañeros mortales”, los animales y las plantas. Leerlo es pasearse por California, Alaska, Escocia o cualquiera de los lugares que visitó, y sentir el viento, escuchar a los pájaros, hacerse mejor amigo de las plantas y sentir el misticismo de las “catedrales” de la naturaleza.
A los 28 años partió una caminata de 1,000 millas; solo y con una mochila fue desde Wisconsin a Florida, soñando con tomar un barco que lo llevara al Amazonas. Pero una malaria tropical cambió sus planes y, para recuperarse, le recomendaron el aire seco de California. Así, por pura casualidad, terminó en el estado en el que desarrollaría su particular visión de una naturaleza maravillosa, llena de lo sagrado y que estaba en permanente evolución.
California estaba sufriendo, como el resto de Estados Unidos, de la idea de que la naturaleza era propiedad del hombre para explotarla. Para Muir la naturaleza es clave para recargarnos y recrearnos, y conectarnos con lo más profundo; por eso consideraba que este proceso era autodestructivo y había que frenarlo, sin necesidad de frenar el progreso, pero cuidando lugares emblemáticos en los que él veía “la sonrisa de Dios”. En sus escritos nos pasea por lugares como Yosemite, Alaska o los bosques de sequoias; e invita a sus lectores a salir y experimentar la naturaleza para que se convenzan de que vale la pena salvarla.
En una vida de exploración, escritura y activismo político apasionado, John Muir se convirtió en el vocero más elocuente de Estados Unidos sobre el misterio y la majestuosidad de los parajes naturales. Figura crucial en la creación del sistema de parques nacionales estadounidense y un visionario profeta de la conciencia ambiental que fundó el Sierra Club en 1892, también fue un maestro de la descripción natural que evocó con poder e intimidad únicos los paisajes libres del oeste americano. La calidad espiritual y el entusiasmo hacia la naturaleza expresados en sus escritos ha inspirado a los lectores, incluidos los presidentes y congresistas, a tomar medidas para ayudar a preservar las grandes áreas naturales. Hoy Muir es referido como el «Padre de los Parques Nacionales».