Próxima estación, Atenas
Próxima estación, Atenas
Petros Márkaris
TUSQUETS
Un paseo fascinante y personal por Atenas, de la mano del creador de Kostas Jaritos
En su serie de novelas policiacas, Petros Márkaris envía siempre al comisario Kostas Jaritos a investigar por el laberinto de Atenas, al principio en su Mirafiori, luego en su Seat y últimamente, debido a la crisis, en autobús. Ahora, el autor se lleva al lector consigo y lo acompaña por la ciudad, siguiendo la
línea más antigua de metro de la capital griega. Es un viaje por todos los estratos sociales: desde la ciudad portuaria del Pireo hasta el centro, y de allí, a través de los barrios más pobres, a la noble Kifisiá. Como en una máquina del tiempo, el pasajero viaja a la Antigüedad, a pleno siglo xix y al presente; y si
quiere huir del ajetreo, encuentra, bajo la guía experta de Márkaris, rincones escondidos donde el tiempo parece suspendido.
Petros Márkaris (Estambul, 1937), autor del volumen de cuentos La muerte de Ulises, es célebre por la serie de novelas policiacas tituladas Noticias de la noche; Defensa cerrada; Suicidio perfecto; El accionista mayoritario; Muerte en Estambul; Con el agua al cuello; Liquidación final; Pan, educación, libertad; Hasta aquí hemos llegado y Offshore.
Si en los años setenta pedías a un taxista que te llevara
de Atenas al Pireo, seguro que respondía: «Vale, pero
dígame adónde vamos exactamente, el Pireo no lo
conozco muy bien». La misma explicación, pero al
revés, daba a su vez un taxista del Pireo: «Soy del Pireo
y no conozco muy bien Atenas». En esa época, la mayoría
de los habitantes de la llanura ática preferían ir
en metro y acabar el trayecto en taxi, para no dar vueltas
innecesariamente.
Hoy en día las empresas de taxis de ambas ciudades
se han unido y sus conductores conocen Atenas
igual de bien que el Pireo, pero entonces éste tenía
más ambiente portuario que hoy —al menos en lo que
a su aire de vicio y perdición respecta.
En esa época, el Pireo concentraba el mayor nú-
mero de bares y casas de citas de mala reputación de
toda Grecia. Esa concentración se veía claramente en
el mítico barrio de Trumba, adonde peregrinaban todos
los jóvenes en los años cincuenta y sesenta para
iniciarse en los secretos de las prácticas sexuales. Después
de la visita se obtenía la acreditación para poder
ser amante. Nor malmente los progenitores valoraban
de forma positiva los servicios eróticos de las prostitutas
con los cuales ayudaban a sus retoños a superar
miedos y complejos y a relajarse hasta culminar con
éxito su primera experiencia. Así empezó el mito de
la prostituta de buen corazón que tanto triunfó en la
literatura, el teatro y sobre todo en el cine de los años
sesenta y setenta. Novelas, obras de teatro y escenas
de películas se llenaron de un repertorio de mujeres al
estilo de Irma la Douce. La más conocida de este género
fue la pieza de teatro de Alekos Galanos Los farolillos
rojos, que más tarde pasó a la gran pantalla y en Grecia
se convirtió probablemente en el mayor éxito cinematográfico
de los años sesenta.
At enas no ofrecía nada parecido. No tenía puerto
y la zona cercana a la es tación era decadente y estaba
degradada. A lo largo de la línea del ferrocarril que une
Atenas con el Pireo se ha ido formando un barrio con
bares y restaurantes, pero entonces sólo había una degenerada
vida nocturna de placeres sórdidos y baratos.
Además, en aquella época el centro del Pireo tenía
una personalidad completamente diferente. No existían,
ni mucho menos, los enormes Superfast-ferries que
hoy en día van a Creta, a las Cícladas o a las Espóradas.
Los viajes se hacían en barcos miserables y los
marineros esperaban aquí a ser enrolados, ya fuera en
un barco de carga o en uno de pasajeros. Todo el Pireo
era un gran mercado de cont ratación e intercambio
de hombres de ma r, y cuando zarpaban, sus familias
a menudo no sabían si volverían en seis meses, en un
año, o tal vez nunca más.