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Elga Reátegui: " 'Y te diste la media vuelta' representa a las mujeres y su influencia en lo masculino"

MIMI ALONSO.

La autora Elga Reátegui junto a la portada de su libro.

La periodista Elga Reátegui regala al mundo de la literatura Y te diste la media vuelta, una obra que refleja el agitado y, a veces, violento universo femenino desde la mirada de su protagonista, un joven que arrastra el recuerdo de su madre como una pesada herencia.

. Y te diste la media vuelta es una novela de mujeres, sobre mujeres, que tiene un hombre, Sergio, como protagonista.

Sí, a su vez, también es una novela de hombres, porque son ellas (nosotras), las que los parimos y criamos. Por tanto, son nuestra hechura para bien o para mal. Somos responsables directas de la sociedad que hemos contribuido a construir y que todavía podemos corregir. Con Sergio, como protagonista, he querido mostrar a manera de espejo los varios tipos de mujer que existen y su influencia en el universo masculino. Muchos han querido ver a Sergio como un blandengue o un saco largo, como dicen en mi tierra, por verse apabullado por ‘sus mujeres’, empezando por su madre, pero el pobre es tan solo alguien herido en lo más hondo de su alma, que nunca recibió amor e ignora cómo amar.

Por tanto no se entrega ni compromete. Es lo que aprendió de una madre ausente y distante en lo emocional. La tuvo cerca, pero ocupada en sí misma.  Sergio es el producto de una progenitora, que jamás asumió su maternidad y que vivió únicamente para realizarse como mujer. No la culpo, Shaby fue obligada a serlo, y aunque no lo exprese, aquello la marcó y sufre en medio de feroz rebeldía contra todo. Admite que la maternidad es un tránsito por el que hay que pasar, una imposición en mujeres, como ella, que carecen de ese instinto y lo hubiesen querido evitar.

. Novela narrada en primera persona que sumerge en la trama de buenas a primeras, casi entre insultos.

Shaby se impuso en la historia tal como lo hacen algunas mujeres que han sufrido mucho y no quieren volver a ser dañadas. Esas que dicen desafiantes: “Esta soy yo y aquí mando”. Conozco a varias que se relacionan a través de la rabia, de la violencia. No son malas, se protegen, son sensibles a la ternura, pero les es imposible comportarse de otra manera. La mala experiencia con un hombre envenenó sus corazones y aprendieron que con ellos había que estar atentas,  y si les tocaba uno menos malo (o que aparentaba ser bueno), debían poner su amor a prueba constantemente y cobrarles con tiranía el privilegio de estar a su lado. Shaby y las mujeres que comparten ese mismo dolor, saben que mejor es maltratar que ser maltratadas.

. Hay párrafos completos donde el sentimiento se contagia, como la reflexión sobre Susana al comienzo, en el aeropuerto. ¿Crees que tu novela está escrita para esos lectores que ya han experimentado algo de lo que transcurre en sus páginas, o crees que se deja descubrir sin remover por dentro?

Créeme cuando escribo una historia no lo hago pensando en si la gente se va identificar con ella o va a pasar tibia o fríamente por sus páginas. No tengo expectativas. Se la entrego a los lectores y ya está. Mi aspiración antes era sensibilizar de alguna manera con los temas abordados, mostrarles otra visión de la gente y su mundo, e invitarles a reflexionar. Hoy solo me ocupo de contar la vida de personas reales, ahondando en el drama humano, donde todo da vueltas, existe el azar, el lado oscuro de las personas, hay bondad y perseguimos la felicidad.  Si no se les remueve algo por dentro ahora, tal vez más adelante vuelvan a esa idea y la entiendan. Por algo les interesó la novela, ¿no? Quiero creer en eso.

. Llama la atención lo distintos que son cada uno de tus personajes. Comparten sexo en ocasiones, nacionalidad en ocasiones, pero son universos totalmente diferentes entre sí.

Así es el mundo ahora. Todos vamos a todas partes. Compartimos instantes con mucha gente, muchas ellas ajenas o desconocidas. Estamos juntos pero no revueltos. Quizá los escenario, las razas,  los sexos, los idiomas o los acentos de ese mismo lenguaje difieran o se perciban como irreconciliables, pero al fin y al cabo, somos seres humanos, y el rumano, el mexicano o el chino van a sentir tristeza, rabia, desconsuelo, soledad o desamor como tú o yo,  y lo manifestaran (o no) de acuerdo a su cultura o su personalidad.

. La obra descubre muchas palabras nuevas, conceptos e incluso recetas de tu país entre estas páginas. La sangre llama. ¿Hay mucho Perú en tu obra?

Sí y no. Al comienzo respondía con una rotunda afirmación, pero luego en la medida que iba presentando el libro y viajando con él por varios lugares, me di cuenta que la gente se quedaba con las vivencias humanas,  y que los escenarios y el habla de mi tierra, iban quedando de lado. El lenguaje está mezclado: hay personajes mexicanos, españoles y argentinos. Y sí, la sangre llama, no podemos renunciar a nuestras raíces y a la familia. Esa es nuestra esencia y determina en gran parte lo que somos.

. Página tras página, se comprueba la evolución de Sergio desde ese aeropuerto y sus charlas con su madre, pero parece que es el que menos progresa en el camino. ¿Qué opinas? ¿Es un personaje mapa o brújula?

Las personas son como son. ¿Qué pueden cambiar? Por supuesto. Pero eso depende de tus ganas, de una decisión, de un compromiso.  Es imposible un cambio de la noche a la mañana, por arte de magia, y aún así, habiendo un acuerdo contigo es posible que recaigas, que vuelvas a lo mismo. Por otro lado, es probable que no quiera cambiar nada de sí mismo, no sienta que sea necesario o crucial para seguir con su vida. Yo creo que él tan solo ansiaba cumplir con su parte y que lo dejaran en paz.

. También destacan los saltos temporales en tu obra. Desgranas la trama y enganchas al lector. Se agradece una novela meditada…

Creo que obligaba a los lectores a estar muy bien concentrados (risas).  Muchos me lo dijeron. Más de uno tuvo que ir atrás y comenzar. Tenía que ser así para dar una explicación a las situaciones que se presentaban o la razón de tal o cual comportamiento. Me gusta combinar el pasado con el presente. Es fabuloso el viaje al pasado a través de los recuerdos.   Es lo que ocurre en la mente, nos remitimos constantemente al ayer en busca de respuestas tanto en la vigilia como en los sueños. E incluso a través del pensamiento modificamos por instantes ese pasado fantaseando con lo que pudo ser.

. Además, más cruda de lo que se sospecha al separar las tapas. Sé que tienes varios poemarios publicados, ¿en ocasiones el narrador se ha vuelto poeta mientras redactabas Y te diste la media vuelta?

Con mi poesía me he desgarrado más de una vez. Se caracteriza por ser triste, mucho, demasiado. Al menos la de esos primeros libros. Admito que  la poeta que hay en mí me ha ayudado a la hora de describir los sentimientos y emociones de mis personajes. Quizá no en el lenguaje, pero sí para ponerme en la piel de cada uno de ellos y describir sus padecimientos. Dicen que el latinoamericano es muy sentimental, pero el limeño es triste de por sí debido a  la influencia de su cielo color panza de burro. No sé si será cierto, pero quiero creer que ese sentimiento propio de la tierra que me vio nacer, me ayuda en mi trabajo creativo.

. Hay muchas mujeres en la realidad que encajan con tus personajes, Lupes valencianas, a Saras, Evas, Olivias e incluso alguna Shaby, pero de entre todas ellas, ¿en cuál encaja Elga?

En todas (risas), aunque siento empatía por Shaby, porque posee una enorme fuerza interior, que bien canalizada sería capaz de obrar grandes cosas.  Si pudiera convertir su rabia en serenidad, podría convertirse en el ser más maravilloso del mundo, te lo aseguro.

. Es interesante destacar cómo Sergio estudia los personajes masculinos. En un momento, sentí pena por Rodney.

Me he criado en medio de hombres, he trabajado casi siempre con hombres, mis mejores amigos son hombres y mi hijo es hombre. Mi universo ha sido masculino. Esta situación me aportó mucho a la hora de crear los personajes de Sergio y Rodney. Cuando el hombre alimenta su lado femenino, pero no equilibra bien con el otro y se desborda, aparecen los Rodney. Demasiado entregado e incapaz de poner límites. Hay muchos como él, y lastimosamente atraen a toda la gama de Shabys.

. ¿Cómo te sientes respecto a este libro?

Estoy contenta, no pensé recibir tan buenos comentarios y que las lecturas se refirieran a aspectos que escapan a mis reales intenciones. No escribí esta historia para reivindicar a la mujer, denunciar el machismo o cuestionar la maternidad. No me considero feminista. Ni mi enemigo es el hombre. Me crié en un hogar donde mi padre imponía su ley, todos acataban sin chistar y si no te caía palo. Y no estoy amargada por eso. Pero soy objetiva al decir que también mi madre reforzaba ese sistema, no porque estuviera de acuerdo, era el modelo predominante en ese tiempo y nadie protestaba. Aún ahora mantiene en gran medida esa mentalidad.

Cuando voy a Lima y tengo que salir por la noche, me pide que ‘me acompañe un  varón’. Pero no es solamente ella, hace poco mi prima le soltó a mi esposo cuando se enteró que iba a cocinar: “Ay, Dios, ahora se me va a caer el calzón”. Les resulta asombroso ver a los varones desempeñando tareas que se creía antes exclusivas de la mujer. Algunas madres se resisten a que su niño se sirva la comida o lave su ropa, les parece un horror porque son hombrecitos y para eso están las mujercitas. Tomará tiempo, pero considero que esas creencias cambiarán.

. Qué bonito ese regalo final que hacéis al público, desde un jardín de Moncada lleno de gatos, cuando ya casi es verano.

Se lo debo a mi gran amigo Juan Ramón Barat, ser humano bondadoso y escritor sensible. Él cree ver vivencias similares entre nosotros, pese a que él se crió en el campo rodeado de plantas y animales,   y yo nací y crecí en la ciudad, respirando contaminación y jugando sobre el cemento. Pero ya te dije, son otras cosas las que vinculan a las personas: las penas, las añoranzas, los sueños y las metidas de pata.

. ¿Qué nuevos proyectos vienen, Elga? ¿Y para cuándo?

No suelo hablar hasta que no haya algo en firme. Me gusta mencionarlo cuando  ya es una realidad. Así lo he hecho desde que empecé y me ha funcionado. Mientras tanto, sigo escribiendo. Estoy en plena redacción de mi onceava novela. Los manuscritos reposan en el cajón mientras les llega su oportunidad. Y te diste la media vuelta es mi cuarta novela publicada, pero no significa, como ves,  que no haya producción. Ya no me preocupo tanto, ahora Susana Alfonso, mi agente, se ocupa de eso (risas).

. ¿Alguna anécdota o curiosidad que comentar a lxs lectores?

El título de mi libro está inspirado en la canción La media vuelta. En mi casa se escuchaba todo género de música, en especial los boleros. Me sé de memoria varios temas y a la hora de escoger el nombre de mi novela, me inspiré en esta melodía, porque se ajustaba a lo que quería comunicar: la media vuelta, lo que dejas atrás, abandonas o desalojas de tu vida, sea por voluntad, a la fuerza o qué se yo. La portada la hizo Poli Perea, mi esposo, basada en una fotografía que hizo en la Albufera de Valencia. El hombre con el gabán y sombrero que aparece en la portada es el actor y artista plástico peruano, Tony Vázquez (Yorik). Quizá no les suene de nada, pero si le digo que  es el villano de la película Prueba de vida protagonizada por Russell Crowe y Megan Ryan, es probable que lo ubiquen.

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