Por qué debemos leer espistolarios
POR SONIA RICO.
No me canso de decir lo valioso que es cualquier epistolario para conocer y acercarnos más a figuras que para nosotros son importantes. Son como regalos que el pasado nos trae a nuestros días para comprender mejor cómo era la vida de esas personas, cómo se relacionaban entre ellos, qué les abrumaba y por qué latían sus corazones.
Soy muy fan de este tipo de libros. Todo empezó, lo tengo que confesar, cuando vi que el serie “Sexo en Nueva York”, Carrie leía “Cartas de amor de grandes hombres” (Love letters of great men). Empecé a pensar en el valor de esa recopilación de sentimientos que habían viajado hasta nosotros en la historia. Pero parece que no fui la única ya que miles de mujeres fueron a las librerías a por el libro. La sorpresa es que los libreros les daban la auténtica respuesta de que el libro no existía, que era un producto inventando por la serie. Claro que, enseguida, se vio el negocio que esa recopilación de cartas supondría así que la editorial inglesa McMillan publicó un libro con el mismo título y que reúne cartas de Beethoven, Lord Byron y Mozart, entre otros.
Tengo que admitir que yo tengo un ejemplar y que he disfrutado mucho leyéndola. Creo que quienes hemos visto la serie nunca olvidaremos la frase en la carta de Beethoven: “Eternamente tuya, eternamente mía, eternamente nuestros«. El romanticismo siempre está de moda.
Unos años más tarde, una tarde, hice todo un peregrinaje por librerías en Barcelona en busca de otro ejemplar-joya: “Cartas a Gala” de Paul Eluard, editado por Tusquets. No paré hasta que lo encontré un una librería (me guardo el nombre) gracias a la inestimable ayuda del librero que, convencido de que le quedaba un ejemplar, le dio una vuelta a todas las estanterías hasta que lo encontró, casi escondido, en un lugar que no le correspondía. Ahora está en mi casa.
Este epistolario es un punto de referencia sin igual para comprender mejor la naturaleza la relación entre Eluard, el poeta, y Gala. Ellos tuvieron una relación toda su vida. Eluard siempre le fue fiel a Gala pero la “engañó” de manera póstuma tras su muerte, para suerte de todos nosotros, ya que sus palabras “Espero, estoy seguro, que al igual que yo piensas que debemos evitar dejar, tras nosotros, trazos de nuestra vida íntima”, escritas en 1946, no llegaron a calar tan hondo en ella, quien conservó las cartas.
Y, la última grata sorpresa, cayó en mis manos hace tan solo unas semanas. Se trata de “Querido Salvador, Querido Lorquito”, epistolario de 1925 a 1936. En esta recopilación se entrelazan cartas entre ellos, entre otras de Lorca y Anna María, la hermana de Dalí, con quién tuvo una bonita amistad. Sorprende mucho ver la intensidad de la amistad entre Lorca y Dalí, lo cercanos que estuvieron y leyéndolas se trata de averiguar hasta qué punto Lorca estuvo enamorado de Dalí.
Existe constancia de que muchas cartas fueron destruidas, esencialmente las de Lorca a Dalí. Sin embargo, en el sentido inverso se conservan el 90%. Los responsables de esta desaparición podrían ser Anna María, que vendió muchos documentos de su hermano cuando fue expulsado de la familia; y Gala, que siempre tuvo animadversión hacia Lorca.
Sin memoria nos somos nada, por eso, y porque cuando una persona se sienta a escribir lo hace en un acto muy íntimo, privado, sin pensar en un público, son tan importantes estos documentos. Si te interesan Virginia Woolf, César Vallejo, Ramón J. Sender, Luis Buñuel, Vincent Van Gogh…no dejes de buscar estas recopilaciones. En algunos casos están digitalizadas.
Cómo canta lo de «espistolarios» en el título!!!!