'La guerra de los doscientos años: Aragón, Anjou y la lucha por el Mediterráneo', de David Abufalia
Por Ricardo Martínez.
Antes de que el centro de gravedad ‘formado’ por los intereses políticos, económicos y, en menor medida culturales, se desplazase a Lisboa (s. XVI y siguientes) por razón de la importancia que iba adquiriendo el Atlántico como escenario de nuevas rutas e intereses, lo fue, genéricamente el Mediterráneo y, concretamente, el Oeste de este intenso mar, con su ‘capital’ asentada en Sicilia.
No en vano a esta isla arribaron pueblos de tan distinto origen como los normandos y los fenicios, los árabes y los turcos. Pero, sobre todo, la lucha desatada por los emergentes reinos europeos aprovechando, en parte, las rutas e infraestructuras que habían instalado allí Grecia y su cultura. “La importancia de la región no se cifraba sin más –leemos aquí- en el hecho de haberse convertido, llegado 1300, en campo de batalla de las dinastías rivales de Anjou y Aragón, sino también en su condición de terreno en que competían (y muy a menudo cooperaban) mercaderes florentinos, genoveses, catalanes y de otras procedencias” Como ha venido siendo a lo largo de los tiempos, el comercio había de ser uno de los detonantes principales en la iniciativa de toda aventura o empresa humana.
El libro se estructura en tres partes bien definidas: ‘Los restos del siglo XIII’, ‘La crisis del siglo XIV’ y ‘Las victorias del siglo XV’, período que el prof. Abufalia resume de un modo tan gráfico como esclarecedor cuando escribe: “El Mediterráneo occidental se convirtió en campo de batalla de dinastías, mercaderes y religiones. Su historia política estuvo dominada en la Baja Edad Media por dos siglos de guerra en pro del sometimiento del reino de Sicilia” Y añade: “Este conflicto culminó con la pérdida definitiva de su independencia”, y es que Sicilia, su reino, concitaba por sí el mayor atractivo estratégico en tales enfrentamientos.
Como parece inexcusable cita el autor, uno de los más prestigiosos estudiosos del Mediterráneo, los precedentes propios de este libro, a saber, su primera obra, ‘The two Italies’, pero, sobre todo, ‘El gran mar’, un verdadero compendio enciclopédico donde se estudian y analizan pormenorizadamente tanto las características climáticas como los avatares políticos que han dado a este mar interior la relevancia histórica que ha jugado en la historia de Europa.
El libro está muy bien escrito, lo que hace del texto y su lectura una emotiva y documentada aventura, pues sobre todo su apoyo en notas aclaratorias, gráficos y bibliografía es de una riqueza inusual. Una libro importante, pues, para todo lector atento y preocupado por uno de los centros neurálgicos en lo económico y cultural de nuestra civilización europea, y un complemento nuevo, digamos, de aquel ‘El mediterráneo y el mundo mediterráneo’ de Braudel que estableció las bases, en su día, de la mejor bibliografía francesa sobre el tema, y punto de referencia de la importancia histórica del Mare Nostrum.