El lenguaje de los bosques
El lenguaje de los bosques
Hasier Larretxea
Editorial: Espasa
Este libro quiere ser el sendero que escojas cuando te adentres en un bosque. Este libro quiere que crezca un árbol en tu palma de la mano desplegada. Este libro quiere mostrar el aliento y la respiración de los pasos pendiente arriba. El sonido del rastro sobre el manto de hojas del otoño. Este libro quisiera ser guía, brújula y esencia de todo aquello que rodea al árbol. Este libro es tierra, raíz, corteza, rama, hoja y fruto. Es nudo y temblor. La esencia espolvoreada de una vida curtida entre la espesura de la naturaleza. A este libro le gustaría sortear la niebla que lo cubre todo para amanecer en un rincón del paisaje en el que los pájaros le cantan al nuevo clarear del día. Este libro es la semilla de una vida que florece en los reencuentros y en la búsqueda de la hoja de ruta de la infancia que curte miradas y esencias. Este libro quisiera representar la ramificación que se eleva hacia el cielo claro, donde se reencuentran las generaciones, el mundo rural y la vida en la ciudad. Este libro quiere ser indagación y reflexión, ruta y cobijo.
Existe una pulsión y una necesidad que se está viendo plasmada
en el cambio de las vidas asfi xiadas y alienadas en las grandes
urbes, donde se alistan en fi la como hormigas en cada hora punta
tras salir del vagón correspondiente de camino al trabajo. Y
así cinco días a la semana. Y así durante todo el año. Y así durante
toda una vida. Y eso en caso de tener un trabajo estable.
Sin duda, estamos ante una automatización de las vidas redirigida
a la producción y al cumplimiento de horarios y deberes
que se llevan gran parte del día y del tiempo del que
disponemos.
Entroncando esto con la precariedad laboral y generalizada,
así como con la pérdida de rumbo, esperanza y de estímulos
tanto en las ciudades como en localidades más pequeñas, la
naturaleza, y especialmente los bosques, se erige como el fuerte
donde sanar muchas taras, carencias y necesidades que quedan
latentes en las vidas comprimidas por el cumplimiento de unos
horarios férreos y de unas responsabilidades. Una vorágine en
la que desaparecen los espacios propios donde escuchar la voz
interior o poder establecer contacto visual y emocional con
todo lo que nos rodea, que, al fi n y al cabo, es la naturaleza.
en el cambio de las vidas asfi xiadas y alienadas en las grandes
urbes, donde se alistan en fi la como hormigas en cada hora punta
tras salir del vagón correspondiente de camino al trabajo. Y
así cinco días a la semana. Y así durante todo el año. Y así durante
toda una vida. Y eso en caso de tener un trabajo estable.
Sin duda, estamos ante una automatización de las vidas redirigida
a la producción y al cumplimiento de horarios y deberes
que se llevan gran parte del día y del tiempo del que
disponemos.
Entroncando esto con la precariedad laboral y generalizada,
así como con la pérdida de rumbo, esperanza y de estímulos
tanto en las ciudades como en localidades más pequeñas, la
naturaleza, y especialmente los bosques, se erige como el fuerte
donde sanar muchas taras, carencias y necesidades que quedan
latentes en las vidas comprimidas por el cumplimiento de unos
horarios férreos y de unas responsabilidades. Una vorágine en
la que desaparecen los espacios propios donde escuchar la voz
interior o poder establecer contacto visual y emocional con
todo lo que nos rodea, que, al fi n y al cabo, es la naturaleza.