Versión teatral de Carta al padre, de Kafka, con Rafa Núñez
Por Horacio Otheguy Riveira
Representación de una experiencia clave en la existencia de Franz Kafka, que en realidad nunca sucedió. El autor Sanchis Sinisterra ha ideado el histórico encuentro padre-hijo, ante un público que ejerce de tribunal silencioso, que habrá de dictar sentencia según su propio criterio, inmerso en la soledad del espectador que siente y piensa, se emociona y reflexiona. La Carta al padre que el escritor escribió está publicada en múltiples idiomas, forma parte de su apasionante producción literaria. Sobre esa base, con textos del original y otros de invención plena, se erige este espectáculo indudablemente audaz, pues convierte en palpable personajes que sólo imaginamos como lectores. Un resultado interesante como introducción al tema, sobre todo para quienes no conocen el texto, sostenido adecuadamente por Rafa Núñez, con cuya voz espléndida y reconocida trayectoria forja el personaje del padre, junto a Jorge de las Heras en el atribulado hijo que expresa sus sentimientos con una emoción en todo momento adecuadamente contenida, y Milagros Morón en la madre entrañable, cuyo denso silencio también resulta doloroso.
La vida turbulenta, angustiada, de Franz Kafka, se apagó para siempre, víctima de tuberculosis, en una ciudad austriaca en 1924, a la edad de 40 años. Al morir le pidió a su amigo Max Brod que quemara toda su obra, una producción narrativa que Brod salvó de la destrucción y fue publicando cuentos y novelas de quien a poco de ser conocido adquirió fama internacional, y hoy es considerado uno de los escritores más extraordinarios de la historia de la literatura.
Además de muchos hallazgos en el dominio creativo del lenguaje, FK supo hacer de sus debilidades personales un mundo en el que se pudieran reflejar millones de personas de diferente condición, con largo alcance social, además de psicológico.
Inseguro, minusvalorado por él mismo a la sombra de un padre autoritario y castrador, aunque de buena posición, económicamente generoso. A ese monstruo implacable y bien educado se enfrentó una sola vez en más de cien páginas manuscritas, mil veces corregidas en busca de la perfección que ansiaba en cualquiera de sus creaciones, pero más aún al tratar de dejar constancia por escrito de profundos reproches a su progenitor. Una vez convencido de que debía poner punto final, se la entregó a su encantadora madre —de la que siempre ha guardado inmejorables recuerdos— para que a su vez se la diera al padre. Ésta nunca se atrevió a dar ese paso, devolviéndola a su hijo para que él mismo la entregara si lo creía conveniente. Entonces quedó paralizado ante la posibilidad de un enfrentamiento cara a cara y jamás dio el paso, nunca se atrevió.
Sobre esta base, José Sanchis Sinisterra escribió un texto a manera de prisión abierta para sus personajes, fatalmente apresados por una existencia agobiante. Así, hace posible la confesión de un hombre de 35 años a los anónimos espectadores que asistan a la insólita representación de un acto público con la aparición de los tres personajes. El drama de su testimonio al pronunciar lo que sólo había escrito no resulta liberador, la confesión pública solamente le permite reiniciar un calvario sinfín. El teatro se erige en el ámbito idóneo para confirmar que traumas de este calibre resultan imposibles de erradicar en quien los ha padecido, si bien, como toda tragedia escenificada, guarda en su seno la gran alternativa: que la mayor cantidad posible de espectadores reflexionen sobre sí mismos como hijos, y llegado el caso, como padres: dos figuras antagónicas dentro y fuera del teatro para millones de personas.
Queridísimo padre:
Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo muy imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo, y porque la amplitud de la materia supera mi memoria y
mi capacidad de raciocinio. (…)(,,,) Esa desconfianza que tú tienes hacia todo no es, sin embargo, tan grande como la que yo tengo frente a mí mismo y en la que tú me has educado. No le niego una cierta legitimidad a esa objeción tuya, que además aporta nuevos aspectos a la caracterización de nuestras relaciones. Como es natural, las cosas no pueden encajar unas con otras en la realidad como encajan las pruebas en mi carta, la vida es algo más que un rompecabezas; pero con la corrección que resulta de esa objeción, una corrección que no puedo ni quiero exponer con detalle, se ha llegado, a mi juicio, a algo tan cercano a la verdad que nos puede dar a ambos un poco de sosiego y hacernos más fáciles la vida y la muerte.
Dramaturgia: José Sanchis Sinisterra
Dirección Artística: Víctor Boira y Jorge de las Heras
Dirección de Actores: Víctor Boira
Producción ejecutiva: Jorge de las Heras
Producción: Virginia Rodríguez
Dirección Técnica: Pedro Pablo Melendo
Espacio Sonoro: Jorge de las Heras
Escenografía: Olga López León
Prensa: Lemon Press
Teatros Luchana. Sábados hasta el 21 de abril, 19 horas.