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El ferrocarril subterráneo de Colson Whitehead

El ferrocarril subterráneo
Colson Whitehead
Literatura Random House
Novela

Por Juliano Ortiz
“La primera vez que Caesar le propuso a Cora huir al norte, ella se negó.
Fue su abuela la que habló. La abuela de Cora no había visto el océano hasta aquella tarde luminosa en el puerto de Ouidah y el agua la deslumbró después del encierro en las mazmorras del fuerte. Los almacenaban en las mazmorras hasta que llegaban los barcos. Asaltantes dahomeyanos raptaron primero a los hombres y luego, con la siguiente luna, regresaron a la aldea de la abuela a por las mujeres y los niños y los condujeron encadenados por parejas hasta el mar…”
Colson Whitehead (Nueva York, 1969), comienza así su novela “El ferrocarril subterráneo”, título que alude metafóricamente a la compleja red de caminos y refugios secretos que tenían como fin posibilitar la huida de los esclavos de las plantaciones del sur hacia los Estados donde podían vivir en libertad. En el libro, el autor va más allá y el ferrocarril existe como tal, se materializa y es real para dar esperanza debajo de la tierra a los millones de negros que viven en la esclavitud.
Cora intentará escapar, como lo hizo su madre, de la furia de sus dueños, cosa que al principio no tenía como posible ya que el miedo por las represalias era inmenso. Su madre se había convertido en una leyenda y los esclavistas no tenían contemplaciones a la hora de castigar a los que atrapaban.
El autor utiliza una prosa descriptiva en lo concerniente a la temática del racismo en el sur, poniéndose en el rol del que cuenta todo como si el lector no supiera de lo que se habla. El ritmo es vertiginoso, por momentos confuso, como si fuésemos asidos a  ese tren que recorre a doscientos kilómetros por hora las vías hacia la libertad. Hay un malo, que parece sacado del estereotipo del lejano oeste, personificado por Arnold Ridgeway, cazador de esclavos que no soporta no haber sido capaz de atrapar a Mabel, por lo que el escape de Cora es su objetivo primordial y empeña todas sus fuerzas en el logro del mismo.
Whitehead envuelve al lector con su relato, buscando hacer difusa la línea que separa fantasía de realidad. En una entrevista realizada hace poco tiempo reconocía la importancia de haber leído Cien años de soledad de Gabriel García Márquez en la concepción del libro, su tono y la forma onírica en la que se basa.
Una temática dura, que Whitehead aprovecha para mostrar imágenes de una crueldad pesada, agobiante, en muchos puntos inhumana. La tristeza y la injusticia golpean al lector en la mandíbula y no dejan a nadie ajeno de un tiempo en el que el comercio de vidas humanas parecía razonable y de lo más cotidiano.
El ferrocarril subterráneo ha sido galardonado con el Premio Pulitzer, el National Book Award y finalista del Man Booker Prize, premios que se entienden desde la necesidad de la sociedad norteamericana de tratar de lavar culpas y mostrarse distanciados moral y éticamente de aquella época tan aciaga.
Un buen libro, con una temática cruda y dura pero retratada sin complejidad, con pequeños momentos poéticos y que entretiene página a página.
Colson Whitehead nació en 1969 en Nueva York. Finalista del PEN/Hemingway con su primera novela, La intuicionista (Mondadori, 2000), ha publicado media docena de novelas y el libro de ensayos El coloso de Nueva York (Mondadori, 2005). Ha sido finalista del Premio Pulitzer con John Henry Days (2011), finalista del PEN/Oakland Award con Apex Hides the Hurt (2006) y del PEN/Faulkner con Sag Harbor (2009). Zona Uno (Planeta, 2012), novela sobre una Nueva York post apocalíptica, fue un best seller para The New York Times y en 2014 publicó The Noble Hustle: Poker, Beef Jerky & Death, una crónica del mundial de Póker. Su última novela, El ferrocarril subterráneo, ha sido galardonada con el Premio Pulitzer 2017 y con el National Book Award de 2016. Es profesor en instituciones como la Universidad de Columbia y la de Princeton, ha recibido las Becas Guggenheim y MacArthur.

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