El Teatro Alfil secuestrado por un trío de fabulosos chiflados en BANG BANG!
Por Horacio Otheguy Riveira
No tiene nada que ver con un cómic, pero ya mismo deberían pelearse por los derechos: un actor argentino presenta su dramón preferido en forma de monólogo ante la sala llena del Teatro Alfil, y en esas que entran tres hermanos armados hasta los dientes dispuestos a robar al público y maltratar cuanto les dé la gana al actor una y otra vez confundido con otro, con un chileno, un uruguayo y hasta ¡un mexicano! en un broche de oro para partirse de risa, si es que al espectador le quedan carcajadas después de hora y media tronchantes.
BANG BANG! es un éxito estrenado en Buenos Aires y otras grandes ciudades de habla hispana, aquí interpretado por el coautor, actor y director Martín Gervasoni, junto a un grupo de comediantes españoles: Leo Rivera, Raúl Cano, Diego Molero y Ramón Merlo. Cada uno tiene un personaje creado con todos los elementos posibles e imposibles, mezcla rutilante de Commedia dell Arte, sainete de ambas patrias y el estilo de aquí y ahora que imponen unos colosos de la comicidad nacional, a quienes hemos aplaudido muchas veces pero que aquí brindan un show de imparable crecimiento hasta el gran epílogo final, y un postre «macanudo» cuando todos agradecen los aplausos marcándose una coreografía desopilante.
Tras el robo a mano armada, un plan revolucionario muy festejado por los espectadores: acabar en el Madison Square Garden de Nueva York para secuestrar a los líderes del mundo, meterlos en un «barquito» y dejarlos hundir en el océano. Tamaña empresa tendrá sus dificultades, los tres hermanos —directos herederos de Los Tres Chiflados y Los Hermanos Marx—, consolidan sus ambiciones maltratando al ambicioso actor monologuista hasta que resultan sorprendidos por un agente de policía. La marea va de parodia en parodia, y lo mismo asoma un chispeante toque Tarantino que una bufonesca unión del humor porteño y madrileño:
— ¿Cuál es el plan?
— Cómo va a haber un plan si te he dicho que se ocupa la Policía Municipal. ¿No entiendes eso? ¿Tú de dónde vienes?
— De Orcasitas.
— Ah, claro, ahora está clarísimo.
Como en un perfeccionista juego de ping-pong entre palabras y teatro gestual al mejor estilo Yllana, la comedia crece con una eficaz cadena de recursos que apuntan directamente a un disparo final de primera clase. La dificilísima sincronización del humor absurdo consigue hacer de la suma de disparates un equilibrado encuentro de personajes entrañables. Así, Leo Rivera (El secuestro) es un malvado pistolero dispuesto a todo si no fuera la mar de tarambana; un líder que se mantiene a flote henchido de coraje y cuando se viene abajo será el público quien lo levante de una gran depresión provocada por inesperada pólvora mojada; Raúl Cano Cano, valiente y papanatas como él solo, por momentos se rinde homenaje a sí mismo en su sensacional creación de un James Bond de pacotilla en su muy aplaudido Action Man, además de algunos guiños hacia sus apariciones en espectáculos de Yllana (Muuu!, Star Tryp, 666…); Diego Molero (TOC TOC, Diez negritos) es el bebote tierno y salvaje a la vez, siempre esforzándose por hacerse mayor en un mar de traviesas extravagancias; Ramón Merlo (Los mejores sketchs de Monty Python) es quien sorprende con un representante de la ley tan poco aventajado como los bandidos. En medio de todos, el argentino que recibe los mil y un golpes sin comerlo ni beberlo, Martín Gervasoni, actor en la misma línea de buen teatro gestual de sus compañeros, además de responsable de la dirección del espectáculo y coautor del mismo (junto a Wilfredo Van Broock): un hombre-orquesta que aquí recibe muchas hostias y capones, pero no se deja amilanar, corajudo y tesonero para lograr el gran monólogo bajo ovación de aúpa.
BANG BANG!, y somos historia. Teatro Alfil. Jueves a las 22,30 horas. Hasta el 29 de marzo 2018
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