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"Casi normales" en España, un triunfo de Nina y Guido Balzaretti

Por Zaira Rico Gálvez

 Casi normales, musical rock estrenado en Broadway en 2009, escrito por Brian Yorky (autor de Por 13 razones) y con música de Tony Kitt, estuvo en cartel en el teatro La Latina hasta el 28 de enero de este año sorprendiendo al público con una temática fuera de lo común para el género musical.

La pieza fue dirigida por Xavier Torras y narra la historia de una familia que sufre la enfermedad mental de uno de sus miembros y cómo cada uno de ellos se empeña en que, a pesar de las dificultades que van aconteciendo, sean una familia “normal”. Además, la trama hace una dura crítica a las prácticas psiquiátricas y al abuso de los fármacos.

La buena elección y uso de un escenario minimalista a tres alturas permite a los actores jugar con el ritmo a su antojo y, a nivel estético, es un puntazo que se incluya a la banda de música en el piso superior de manera constante en escena, como si fuera parte del atrezzo.


 

Nina sostiene el espectáculo, su inconfundible voz y su presencia escénica tiran constantemente de las interrupciones rítmicas ocasionadas por la falta de fluidez entre los diversos géneros que componen el teatro musical. A nivel técnico es perfecto, pero a nivel artístico, a excepción de Guido Balzaretti y Nina, que tiran del carro, ninguno de los demás actores parece asimilar del todo el conjunto artístico que compone una actuación musical.

Algún cantante que no domina la técnica y rompe la belleza de muchos de los números. Grandes cantantes que no escuchan a sus compañeros en las partes textuales, provocando que no se entiendan ciertas escenas o que los gags no produzcan el efecto previsto en el público. Todas estas cuestiones hacen que un musical que bien podría calificarse como extraordinario, pierda fuerza y se quede a medias.

Guido Balzaretti, artista que ya había tenido la oportunidad de admirar en otros espectáculos, como El ascensor o Los Miserables, sorprende al público con una interpretación sublime. Su voz impecable, su actuación digna de un artista de más edad, hace que podamos deleitarnos con una interpretación que podría ser equiparable a un baile en el que todo fluye de manera perfecta y que sí dota al conjunto de la obra de la calidad y el nivel que demanda.

Es probable que la culpa de que en nuestro país cueste realizar producciones redondas venga de nuestra pobre cultura visual y artística, forjándose a lo largo de la etapa escolar, que enfoca mal y maltrata todo lo que tiene que ver con las letras y el arte.

No me cabe la menor duda del gran talento de los artistas en nuestro país, pero vivimos en una época en la que el arte está de capa caída, en la que nos han vuelto perezosos y vemos absolutamente todo subtitulado, en la que en el colegio no nos llevan al teatro y nos enseñan poco o nada acerca de cine o fotografía, en la que lo poco que leemos lo hacemos a través de Facebook y en la que el gobierno pretende eliminar Filosofía como asignatura obligatoria en Bachillerato. Una época en la que el arte está arrinconado y los que sentimos esa vocación y queremos desarrollarla, nos vemos obligados a luchar o a conformarnos con lo poco que tenemos a nuestro alcance.

Los jóvenes que al terminar el Bachillerato deciden decantarse por el mundo artístico como profesión vuelven a tenerlo difícil a la hora de elegir una conveniente escuela donde formarse de manera integral y profesores que puedan transmitirles una buena técnica.

Es preciso mencionar que también los productores y directores artísticos españoles se forman bajo el mismo decadente sistema artístico, por lo que éste también sería un punto muy importante a tener en cuenta a la hora de encontrar las razones para que las producciones no terminen de tener la calidad deseada.

Con esto no quiero decir que no haya excepcionales trabajos escénicos en España, siendo Casi normales, indudablemente, uno de ellos, pero es innegable que siempre que se une el teatro textual con el musical, como también ocurre en el aclamadísimo Rey León, la producción pierde calidad debido a la falta de integración de las diversas disciplinas artísticas.

En películas como La llamada, podemos observar cómo las nuevas generaciones de artistas poco a poco van cambiando el paradigma, dotando de aire fresco y calidad al panorama artístico actual. Es posible que las nuevas tecnologías sean un arma de doble filo, porque nos atontan y a la vez permiten que estemos al tanto de producciones internacionales, enriqueciéndonos y siendo conscientes de dónde podemos errar para poder seguir avanzando.

 

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