'Criaturas en la aurora', de Vicente Alexandre
Por Gaspar Jover.
Como se trata de un poema largo, solo algún comentario y una posible interpretación de su significado, por si el lector poco dado a la lectura de versos no le encuentra un significado, porque sería una lástima que algunos lectores no encontraran nada especial en este texto. El poema que copio a continuación es del premio Nobel Vicente Aleixandre y se titula “Criaturas en la aurora”, y hay que advertir enseguida que “aurora”, una de las palabras del título, es la primera fase del día, pero también se puede utilizar esta palabra para nombrar el comienzo de algo, en este caso, el comienzo del mundo, para nombrar un periodo ideal y todavía no contaminado en el que los primitivos seres gozaban de una inocencia extraordinaria. El autor juega con estos dos significados de la palabra, y unas veces habrá que entender “aurora” como nacimiento del día y otras, como nacimiento del mundo. En términos generales, habrá que acudir al primer significado durante la lectura de los primeros 31 versos, y, en los siguientes, se debe utilizar, sobre todo, el segundo significado de la palabra.
Aunque uno de los aciertos principales de este poema reside en la circunstancia de que ambos significados confluyen a veces, de que aparecen juntos en un mismo verso, de tal manera que resulta un texto un tanto ambiguo a conciencia, y ya sabe que la ambigüedad es uno de los estados intelectuales en que mejor se desenvuelve el arte. El lector desapercibido deberá tener en cuenta también que la principal características de esa etapa inicial e ideal del mundo es la inocencia, como afirma Aleixandre ya en el primer verso, y porque lo repite de una manera mucho más poética y por tanto menos directa en los versos que dicen “el perfume invisible besaba vuestros pies, insensibles al beso”, o cuando, poco después, aclara que todavía “el placer no tomaba el temeroso nombre de placer”. También porque todos los días el viento vencía a la noche, sí, pero ¿cómo la vencía? ¿Qué armas utilizaba? Pues solamente “a fuerza de candor”, sinónimo de inocencia, el viento ganaba su batalla diaria contra la noche.
En general, el poeta plantea una existencia ideal sobre el planeta y no escatima elogios para explicar hasta qué punto resultaba La Tierra un paraíso en aquel tiempo ya lejano. Son un alarde de invención, de imaginación, de potencia creadora: “ojo dulce”, “cristalino fulgor”, “mundo estremecido”, “seno hechizado”, “vapor de ceniza”, los sucesivos elogios que el autor emplea para destacar la belleza de aquel mundo y de sus criaturas felices e inocentes, de aquel tiempo hipotético en el que la pureza de espíritu producía la felicidad.
Y esto no es todo, claro. No lo es porque se trata de un texto muy rico en contenidos. Son muchos, muchos más los contenidos más o menos evidentes que se pueden extraer de este poema, de cada estrofa, casi de cada verso, aunque, tal vez, los significados más generales son los que acabamos de enumerar. Aparece también, por ejemplo, un elemento paisajístico de la mayor importancia: el contraste entre el día y la noche, y entre la luz de la luna y la luz del sol. Los rayos solares comienzan a iluminar de una manera suave y delicada poco después del momento de la aurora; pero, aun así, convierten a la luna en un actor muy secundario porque de ninguna manera ella puede competir con el esplendor del astro rey.
La luna está presente también a lo largo del día pletórico de formas y de vida inocente, pero, una vez que brilla el sol, pasa a ocupar un puesto insignificante en el cielo, muy marginal, casi se pierde de vista: “Luna ferviente que aparecida en el cielo/ parece ignorar su efímero destino transparente”. Muchos poetas, quizá la mayoría, prefieren la nocturnidad y el misterio de la noche, se mueven mejor bajo la luz de las estrellas y de la luna; pero no sucede así en este poema; en este caso, Vicente Aleixandre se muestra claramente partidario del día y de la luz solar, lo que le permite describir con mayor detalle el espectáculo de la vida.
Comienza el texto con una apelación a las criaturas del título: “vosotros conocisteis la generosa luz de la inocencia”. Y todo parece indicar que ese “vosotros” se dirige a las criaturas humanas, a los seres humanos que tuvieron la dicha de vivir en aquel mundo recién estrenado.