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Un Golpe De Vida de Juan Cruz Ruiz

Un Golpe De Vida
Juan Cruz Ruiz
Alfaguara
Ensayo

Por Juliano Ortiz
Se podría decir que Juan Cruz Ruiz es una especie en extinción. Una rara avis en los tiempos frenéticos del periodismo actual, invadido por un lenguaje cada vez más desprovisto de profundidad y volumen narrativo.
Nacido en Tenerife, como salido de un volcán que vuelca al mundo su lava de palabras, un niño lector que desde la infancia y gracias a sus padres, hacía de su pequeño universo, el lugar para que los libros lo cobijaran. El niño asmático, débil, inmerso en la enfermedad y en la necesidad de leer, de escribir, de ser un cuenta historias, una ventana abriéndose hacia todo lo que lo rodeaba.
Juan Cruz Ruiz parece escribir en un estado de trance perpetuo, a veces de manera rápida y atropellada, con ese miedo innato de quedarse con las palabras atragantadas en la garganta. Tanto por decir. A veces, el escritor, se demora y parece melancólico, como suspendido en un sueño que rememora los días de su juventud, los primeros trabajos en los periódicos, la cara de su madre sonriendo detrás del sol canario.
El autor es generoso en reflexiones y su memoria no se detiene mientras cuenta y analiza su profesión, y a sus colegas. Se dice escritor, se dice editor, pero sobre todo se dice periodista, y lo aclama a cada golpe de tinta. Un periodista que se apega con alma a esa sentencia del gran Ryszard Kapuscinski «…hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias».
El periodista invencible, el jubilado sin jubilación, no ahorra anécdotas y elogios al diario El País, su lugar, su centro y eje. En la escritura de este español que visita cada tanto a la Argentina, hay creatividad para contar, destreza para situar al lector al lado suyo, “La mesa es enorme, negra, de madera maciza; hay un armario ancho donde he colocado la ropa de verano que ha venido conmigo, en dos maletas que el avión dejó en otro sitio durante veinticuatro horas; hay una mesa auxiliar en la que he colocado los libros que quiero tan sólo para leer, no para trabajar, y los numerosos papeles, kilos y kilos, de documentación. Se diría que vengo a hacer una tesis doctoral o un trabajo para unas oposiciones al Estado, pero lo cierto es que no sé viajar sin papeles; sé que son innecesarios o superfluos, pero están ahí como si el pasado que constituyen hablara conmigo, como si ese pasado me dictara lo que mi memoria ha olvidado”.
Su madre le decía el aumentador, como aquellos fabuladores de la antigüedad, como aquellos juglares de frase fácil y ritmo cadencioso, un experto en la entrevista, un preguntador, el hombre que abre la bitácora y la muestra feliz. Alguien, un periodista que escribe, y que al leerlo sobran las palabras para admirarlo:
“Escribía y paraba el tiempo, para que no pasaran maldades en la casa. Escribía para convertir el día de hoy, tan soleado, en el día de mañana, con el mismo sol. Escribía contra las nubes grises que se posaban sobre mis pulmones y sobre mi pecho como aves tristes, las aves del cansancio, del asma y del silencio, y escribía a favor de mi madre, para que siguiera cantando en el patio bajo los helechos. Ella cantaba y yo escribía, elementos de la misma lucha por estimular a la vida a seguir su camino antes de que yo mismo supiera que también la vida se acababa.
Escribía para respirar mejor. Y ésa era una sensación no sólo placentera sino vital, gozosa. Una medicina de papel y lápiz”.
Juan Cruz Ruiz (Tenerife, 1948) es licenciado en periodismo por la Universidad de La Laguna. Ha desarrollado una extensa labor como periodista en el diario El País, en el que trabaja desde su fundación en 1976. De 1992 a 1998 dirigió la editorial Alfaguara. Su dilatada trayectoria literaria se manifiesta en obras como Crónica de la nada hecha pedazos, Cuchillo de arena, Retrato de humo, El sueño de Oslo, La foto de los suecos, Serena, Edad de la memoria, El territorio de la memoria, La playa del horizonte, Retrato de un hombre desnudo, Ojalá octubre, Muchas veces me pediste que te contara esos años y El niño descalzo. Su labor como editor y como periodista ha quedado plasmada en Egos revueltos (XXII Premio Comillas), Especies en extinción, Jaime Salinas. El oficio de editor, Beatriz de Moura. Por el gusto de leer, Toda la vida preguntando, Una memoria de «El País», ¿Periodismo? Vale la pena vivir para este oficio y Literatura que cuenta. En el año 2000 fue Premio Canarias de Literatura. También ha obtenido los premios Benito Pérez Armas, Azorín de Novela y el Nacional de Periodismo Cultural. Fue maestro de escuela y ahora su nombre es el de un colegio público en su barrio de La Vera, Tenerife.

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