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La distracción como motor creativo

Estamos sujetos a constantes distracciones, por lo que nuestra concentración parece un recurso natural más y más difícil de encontrar. Pero una vez concentrados –por ejemplo, en resolver un problema o situación– nos encontramos dando vueltas y vueltas por ideas que forman callejones sin salida sin sentido. Este trabajo de rumiante intelectual puede dejarte agotado después de horas (o días) de ardua concentración, en los que habrás producido un bloqueo: la atención, si no se mueve, se estanca.
Una solución para este bloqueo es la que propone la investigadora y psicóloga de la Universidad de Harvard, Shelley H. Carson, autora de Your Creative Brain, quien nos llama a valorar la distracción desde una nueva perspectiva.
¿Te has preguntado por qué las mejores ideas llegan en el baño, en la ducha o en medio de una caminata? Según Carson, «una distracción puede darte el descanso que necesitas para desligarte de una fijación o una solución que no es efectiva».
Cuando dejamos que la mente vague un poco a su antojo (como cuando nos bañamos y disfrutamos la sensación del agua y los aromas que nos absorben, la temperatura, la música tal vez, etc.) permitimos que otras partes del cerebro se activen y tenemos, por decirlo así, más «memoria RAM» disponible, más terminales neuronales despiertas para encontrar soluciones innovadoras.
Mark Fenske, profesor asociado de neurociencia en la Universidad de Guelph, en Canadá, lo explica así: «Es paradójico. Necesitas ser capaz de concentrarte para no distraerte, pero a veces te concentras demasiado. Te atoras en algo que no ayuda. Me siento frente a miles de dólares de equipo y paso una cantidad embarazosa de tiempo mirando la pantalla, y luego obtengo mis mejores ideas en la ducha».
 
(Vía The Boston Globe)

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