Fantástica Nina en un drama musical cantado con hipnótica energía

Por Horacio Otheguy Riveira

Una producción musical asombrosa que el público recibe como una comedia y va enmudeciendo durante más de dos horas atrapado sin otra salida que la de admirar a sus actores y músicos. Con Nina de excelente protagonista en una madre a años luz de la de Mamma Mia, pero con mayores dificultades escénicas, con un nivel de exigencia vocal e interpretativo muy grande. Un «show» diferente que ningún amante del género se puede perder.

 

Guido Balzaretti, Nina, Nando González: la búsqueda pertinaz de un equilibrio que permita soportar la angustia.

 

Tema inédito en un musical: una familia atrapada en el caos mental de la madre es la base por la que circulan situaciones de gran tensión con cuidadas ráfagas de irónico humor. Firma el texto, Brian Yorkey, el mismo autor de la serie Por 13 razones, una distribución Netflix que bate notable récord de audiencia al tratarse de uno de los temas menos televisivos: el suicidio de una niña y sus 13 razones para acabar con su vida. En Casi normales también trasunta la muerte, el dolor por la pérdida de un ser querido, y sobre todo el mensaje que cada sufriente se da a sí mismo para vivir o no vivir. Premio Pulitzer 2010, y Tres Premios Tony por su puesta en escena en Broadway, ahora recorre mundo con música de Tom Kitt. En Madrid, hasta el 28 de enero, por un reparto formidable.

El autor del libro y las letras de las canciones de este operístico musical ha trabajado con plena conciencia de su objetivo y a la vez absoluta visceralidad,  en todo caso siempre como consecuencia de pertenecer a la más importante tradición de teatro psicológico mundial, la de Estados Unidos, con geniales dramaturgos como Eugene O´Neill, Arthur Miller, Tennessee Williams, Edward Albee, Tracy Letts… Todos ellos escritores que han desglosado —cada uno con su personal talento sobre un mismo fondo— lacerantes dramas familiares en un contexto de disfunción social. Si en los primeros años 20, el alcohol diezmaba a los idealistas, más adelante fueron las propias frustraciones de una sociedad de consumo implacable con sus dosis de variopintas drogas. En Casi normales, igual que en Agosto, el centro de atención pasa por la madre de familia, pero aquí se acaba el parecido. Esta vez —con músicos en escena, y un quinteto de personajes que obliga a los actores a cantar temas de notable dificultad— hace de la protagonista un inagotable, efervescente, reflejo de ansiedades y neurosis de una sociedad que huye del dolor como de la peste, adicta a toda clase de agresivas drogas bajo receta médica.

Diana vive a todas horas en el centro de un campo minado; madre de dos hijos, pasa por diferentes diagnósticos: de bipolar a esquizofrénica, atiborrada de psicofármacos, camino de una serie de electroshocks… rumbo a la conquista de una felicidad con desdicha asumida. En definitiva, capaz de cantar a la esperanza después de tanta manipulación médica y social. De allí que de la agónica prestancia escénica se entregue al espectador un puñado de buenos abrazos para que el contacto con la tristeza no sólo no le deprima sino que le reafirme en los mejores deseos. Hacia una felicidad de lo posible con las heridas vitales, frente a los dogmas establecidos por la sociedad actual, es el lema moral de estos Casi normales que crean inmediata empatía.

Una producción encomiable en la que junto al difícil empeño de Nina, le sigue de cerca Guido Balzaretti en el papel de Gabriel, su hijo, quien ha de asumir momentos de vigoroso testimonio y tal vez los más brillantes momentos musicales.

Jana Gómez es la hija siempre en una cuerda floja, haciendo complicados equilibrios entre la desazón y el mal genio permanente; Fabio Arrante es su novio que la adora pase lo que pase y va tras ella como en una montaña rusa; el marido  lo compone Nando González con rigurosa disciplina realista, y el psiquiatra Roger Berruezo, destaca especialmente en las escenas de humor negro: actores-cantantes que consolidan una energía hipnótica que rompe todos los esquemas conocidos.

 

Muchos pensaron que no habría salida para Casi normales, que era una locura de juventud, de dos estudiantes bastante locos para creer que podría interesar una historia así. Pero esos comentarios nos daban ánimo, nos daban fuerza. Sobre todo porque esta era una historia que nos importaba, incluso cuando no sabíamos completamente de qué se trataba a medida que la hacíamos. Yo escribía, Tom escribía la partitura.  Era una historia acerca de personas muy parecidas a las personas que conocemos, y sobre cómo nuestra mente, corazón y alma pueden lastimar, y los mejores esfuerzos y el más profundo amor de quienes nos cuidan no pueden aliviar ese dolor. Y se trata de cómo en medio de ese dolor la vida continúa. Es una historia sobre todos nosotros. Los anuncios dicen que es una historia sobre «una familia en crisis». Pero, ¿qué familia no lo está? Creamos Casi normales porque nunca habíamos visto una historia como esta en un musical, y hoy nos parece un sueño que más de 20 países la hayan montado con el mismo entusiasmo. (Brian Yorkey)

 

Nina, Nando González, Jana Gómez, Guido Balzaretti: la familia al completo, siempre al borde de un precipicio emocional. (FOTO VIRGINIA PARK)

 

CASI NORMALES (Next to Normal)

Libro y letras: Brian Yorkey
[No consta traductor]
Letras adicionales: Marc Gómez
Supervisión de diálogos: Manuela Burló Moreno
Música: Tom Kitt
Dirección musical: Abel Garriga
Supervisión musical: Xavier Torras
Dirección: Luis Romero

Intérpretes: Nina (Silvia Luchetti en determinadas funciones), Nando González, Jana Gómez, Guido Balzaretti, Roger Berruezo. Músicos: Marc Camero y Pato Muñoz, bajo; Dani Cea y Pino Roveretto, batería; Mireia Pla, cello; Dusan Jevtovic y Rubén Cores, guitarra; Anna Follia (violín + teclado).
Teatro La Latina, hasta el 28 de enero 2018

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