«Esto no es La casa de Bernarda Alba»: Federico visita la casa de Carlota y José Manuel… y redescubre el teatro
Por Horacio Otheguy Riveira
Un feliz acontecimiento. Lorca visita la casa de Carlota Ferrer/José Manuel Mora y redescubre inquietantes maravillas del teatro en el siglo XXI. Un viaje insólito, bien cargado de interesantes sorpresas por un gran trabajo en equipo en el que Eusebio Poncela y Óscar de la Fuente irradian su renovado talento como Bernarda y Poncia, e Igor Yebra compone una fabulosa octogenaria que busca la orilla del mar y la encuentra en jubilosa danza neoclásica.
Hombres atrapados donde lo fueron mujeres en un juego de bisexualidad con momentos de gran teatro-danza, ráfagas de simbolismo clásico… y una libertad expresiva para enorme bagaje de propuestas. Todo es mucho, pero nunca demasiado, y acaba a punto de encadenar muchísimo más desde su advertencia inicial: Esta no es la casa de Bernarda Alba, sino otra que asume su grandeza y se rebela ante el horror original, de manera que todo es posible, necesario, imprescindible…
Hombres con faldas, acaso monjes atrapados en la turbamulta de sus represiones; femenino encanto con encantadoras formas masculinas, hombres con los gestos y devenires de personajes muy conocidos y sin embargo nuevos, recién llegados a las fauces siempre hambrientas del teatro; los tópicos se estrellan en un festival de sorpresas donde junto a párrafos de Federico se engarzan palabras y situaciones de la actriz y directora Carlota Ferrer en común con el dramaturgo José Manuel Mora (Fortune Cookie, Los nadadores nocturnos), una palabra se suma a otra mientras el ejército de hombres que interpretan a mujeres desandan el calvario del encierro. El recorrido es pletórico en hallazgos poéticos, dramáticos y humorísticos, con hueco para una sensualidad fuera de lo común, reflejada en las causas perdidas y en el discurso llano también, pues el barroco espectáculo se cierra con un doble juego de imágenes surrealistas y un texto mitinero de polémica raigambre, después de casi dos horas con una notable variedad de melodías en off y en directo.
Sin duda, una experiencia admirable por la que circula el talento de todos sus componentes: audaces creadores de una nueva forma de mirar el mundo a través de una obra maestra que no se altera en esta versión libre, sino que se va reescribiendo a medida que se encuentra con sus áridas y bellísimas expresiones de desafío social. Todo circula con una libertad creativa sorprendente, ya que son tantos los elementos puestos en juego que no es poco el hallazgo de lograr una armonía, de conseguir que las muchas miradas que desfilan sobre el escenario se pierdan en alharaca vacía. Por el contrario, la belleza conseguida en todos los atributos va seguida de cerca de una profundidad en los conceptos. Así, cuando cada hombre o la única mujer se yuxtaponen, enfrentan, aman o dislocan en soliloquios corporales… la realidad no ha hecho más que esbozar una nueva línea ideológica donde la imaginación adquiere un poder sobrecogedor, fascinante y, nuevamente, polémico, pues no hace falta compartir todas las propuestas de una creación de esta envergadura, basta con alimentarse de sus partes para que cada espectador logre iniciar su propio camino en la búsqueda de una libertad en la que hombres y mujeres se confundan en un extraño abrazo de camaradería. Entre formas escénicas graciosamente sorprendentes, mano a mano con una femenina forma de padecer y gozar en masculina clave, como si fuera posible una flamante fórmula de plena integración social de lo sexual.
Intérpretes: Eusebio Poncela, Óscar de la Fuente, Igor Yebra, Jaime Lorente, David Luque, Julia de Castro, Guillermo Weickert, Arturo Parrilla, Diego Garrido
Dramaturgia: José Manuel Mora y Carlota Ferrer
Coreografía: Carlota Ferrer & Cía.
Escenografía: Carlota Ferrer y Miguel Delgado
Vestuario: Ana López Cobos
Utilería: Miguel Delgado
Asesoría de movimiento: Ana Erdozain
Iluminación: David Picazo
Audiovisuales: Jaime Dezcallar
Teatros del Canal. Sala Verde. Desde el 14 diciembre 2017 hasta el 7 de enero 2018
Que bueno que el teatro y el arte propongan una innovación significativa en el vestuario masculino; y de paso se mejore la calidad de vida de los hombres y sus familias. Tengo entendido que desde siempre el arte ha tenido una influencia muy significativa sobre las modas; las tendencias y la cultura de las diferentes etnias y grupos sociales.
El pantalón fue utilizado para discriminar, y humillar a la mujer; (es la prenda mas exhibicionista y sexista que se haya utilizado; y en especial para el varon, pues la anatomía de la mujer es diferente, y un pantalón en la mujer no es tan INSINUANTE, ni tan exhibicionista como en el hombre. Lo mas decente, cómodo, y SALUDABLE para vestirse un varon es una falda o un vestido con falda.
Por tradición los hombres desde siempre se habían vestido con faldas, solo hace 300 años que los obligaron a usar pantalón.
El pantalón es la prenda menos adecuada para un hombre; el calzoncillo bóxer, hace las veces de férula en los genitales, (propiciando mal funcionamiento, y discapacidades), la costura central del pantalón maltrata, magulla e incomoda todo el tiempo los genitales; la correa o cinturón hace las veces de torniquete, y obliga al corazón a bombear la sangre con mayor esfuerzo, (para vencer la contracción que hace el torniquete), y por mala irrigacion sanguínea afecta: el aparato digestivo, el sistema urinario, el aparato reproductor. Ademas con el uso del pantalón el hombre ha terminado orinando de pie lo cual es totalmente antinatural. Las Faldas y los vestidos con faldas para los hombres son suprema-mente SALUDABLES, CÓMODOS Y CONFORTABLES. El pantalón, el calzoncillo ajustado, la costura central del pantalón, y la correa o cinturón, están promoviendo las enfermedades modernas de los hombres: IMPOTENCIA, ESTERILIDAD, PROBLEMAS DE LA PRÓSTATA Y POSIBLEMENTE CÁNCER DEL TESTÍCULO.
Ninguna parte del cuerpo del varon se maltrata mas que los genitales.
Por salud y comodidad mejor usar FALDAS O VESTIDOS CON FALDA
Muchas gracias por este aporte valiosísimo por su minuciosidad que rompe el carácter poco menos que legendario del tema.