Ernesto Guevara, también conocido como el Ché
Ernesto Guevara también conocido como el Che
Paco Ignacio Taibo II
Carlos Aznárez Autor de innumerables libros de lo que se ha dado en llamar «la nueva novela negra latinoamericana», de la cual es un verdadero puntal, investigador minucioso, organizador impenitente de ese fenómeno anual que aterriza sobre Gijón y al que bautizó con el pomposo nombre de «Semana Negra», el escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, ha vuelto a revolucionar el mundo literario con una completísima biografía – a nuestro juicio, la mejor editada hasta el momento – sobre el Che, de la que ya se han vendido decenas de miles de ejemplares. Para ello, Taibo debió sumergirse a fondo en una historia de compromiso y rebeldía que como él mismo afirma, llegó a desequilibrarlo emocionalmente. – ¿Por qué una biografía total sobre el Che? – Porque no existía. Cuando yo empezé a trabajar no existía ni un asomo de biografía. Sí existían un montón de material que constituía una especie de información dispersa, y ése era precisamente el problema. A nuestra generación, el Che ya se estaba presentado como un cúmulo de anécdotas sueltas que constituían un cuerpo agiográfico. Como vida de santo, puras anécdotas pero no articuladas. Para mí lo interesante era darle la forma de una historia de vida, para poder seguir al personaje y explicar los porqués y los cómos. |
– Un problema que no sólo abarcaba a su generación. – Exacto, ya que también hay un cúmulo de jóvenes que adoptaron al Che como un símbolo de rebeldía pero desprovisto de contenido, casi sin conocerlo.– ¿Qué método utilizó para juntar todos estos retazos? – Primero, trabajé rescatando la información periodística suelta que existía, y así descubrí que había numerosas entrevistas fragmentarias a personajes que lo acompañaron a lo largo de su vida. Hice un rastreo hemorográfico muy largo que me tomó muchísimo tiempo. Luego fui utilizando la entrevista para llenar las lagunas, y las documentaciones que surgieron. Trabajé con varios archivos. El método fue intentar meterme un poco dentro del personaje, que fue la parte más difícil. Meterse en el Che es un acto de perversión mental que quema. Te mueves en medio de complejos de culpa, indecisiones, desconcierto. Es muy fácil trabajar sobre los mitos de otros, pero es muy difícil hacerlo sobre tus propios mitos.– ¿Personalmente éste libro le afectó o cambió mucho? – Sin duda. En materia personal este ha sido un libro que me desequilibró mentalmente. – ¿Cuántos años has estado trabajando en él? – Alrededor de ocho años. Empecé cuando hice «La batalla de Santa Clara», que fue mi primera investigación, luego trabajé en la experiencia de Africa, que también se plasmó en un libro. Más tarde investigué la actividad del Che en México, que hice un pequeño ensayo de cien páginas. Luego abordé un tema que llamé «La invasión», que era el paso de la Sierra Maestra a Las Villas, y luego, hace tres años, comenzé a trabajar a tiempo completo en el conjunto. – ¿Qué aspectos de la personalidad del Che que no conocía, pudo descubrir en todas estas investigaciones? – Más que aspectos de la personalidad, ordené unas partes de la vida del Che que al hacerlo me resultaron sorprendentes. Son varios esos momentos: uno de ellos es su paso por Industrias, que nunca había sido contado ordenadamente. Al hacerlo, te encuentras con un tipo con una idea muy clara de cómo debe ser una sociedad del futuro, un hombre que hace pruebas, ensayos. Otra fue reconstruir la «operación Bolivia», que había sido leída incorrectamente. Las apariencias escondían la realidad. Cuando obviamente era una operación andina, con perspectivas argentino-peruanas, había sido leída como que el Che se había ido a encerrar en el rincón del mundo, sin sentido. Cuando Yancahuazú siempre fue definida como una base de retaguardia, al Che se le criticaba porque fue a trabajar a una zona campesina donde las distancias entre los pobladores era de un día, y que además no se había dado un trabajo político previo. Hay una relectura de la experiencia boliviana. – ¿Y su experiencia en Africa? – Está también eso. Con otros colegas cubanos revelamos la historia hasta ese momento desconocida del Che en Africa. |
– Una de las cosas que siempre se le atribuyen a Fidel para enemistarlo con el Che, es la partida de éste de Cuba como producto de diferencias. ¿Qué ha investigado sobre eso? – Eso es mitología pura. No hay un solo elemento que apoye -y esto lo he discutido con Castañeda- que apoye la tésis de una ruptura Fidel-Che en 1965. Hay discrepancias, y las hay desde el 57 hasta el 65. Hay elementos de choque entre ambos, pero bastante amortiguados porque se tenían mucho respeto, pero la ruptura no es tal. Lo que ocurre es que el Che estaba proyectando su salida desde 1961. No era un hombre de Estado ni quería serlo. Para él fue accidental su paso por el Ministerio de Industrias, él se entendía a sí mismo como un guerrillero, veía que su papel en América Latina era extender la experiencia revolucionaria cubana. Incluso, Fidel trató de retenerlo en el 65 y no pudo porque no había nadie que pudiera retener al Che.– Fidel sostiene que el objetivo final del Che era la revolución en Argentina. ¿Coincida con esa apreciación? – Yo diría que su objetivo final era montar un proceso revolucionario de largo plazo, que abarcara Perú, Argentina y Bolivia. Ese era su esquema, muy en la lógica de la experiencia vietnamita de los años 60.– ¿Cuánto pesó en el Ché la influencia de las ideas familiares, la de sus padres comunistas? – Sí, se da algo de eso. Por un lado, le permiten al jóven Guevara un cierto desenfado, una manera de volver rebeldes la vida de las clases medias argentinas, bastante estiradas y cerradas. Existía un tono familiar, que vinculado a su enfermedad y al tono cultural, le da al Che esta personalidad rebelde, burlona, sarcástica y vagabunda que lo convierte en el que sería más tarde. Son componentes que lo han acompañado a lo largo de toda su vida. Esa vocación de no quedarse en ningún lugar, ese romanticismo entendido de poner por delante los principios y las sólidas razones, el sustrato de una cultura muy universal y muy rica. Es ahí donde el Che cuadra con ese personaje de Saint Exhauperí, que decía «hay razones del corazón que la razón no alcanza». Es evidente que el Che estructura una ideología de la voluntad. – En una entrevista con Gianni Miná, Fidel le hace al Che una crítica sobre su «actitud temeraria» en los días previos a su muerte en Bolivia. ¿Hay algo de eso? – No lo creo. Si lees detenidamente los días previos a la emboscada del Yuro, el Che estaba montando una operación típica de guerrillas para romper el cerco y reconstruírse en el norte. Lo que sí es indudable que el Che tenía un componente de temeridad durante toda su vida. Hay anécdotas de algunos compañeros, que en la Sierra Maestra tuvieron que bajarlo para que no combatiera de pie, llegó a tener una actitud un poco provocadora. No era un buscador de la muerte como algunos biógrafos bastante tontos han insistido. No hay una vocación suicida en el Che, pero sí existe -incluso a lo largo de su juventud- una actitud de probarse, de buscar el límite de una manera muy racional. Una especie de ¿hasta dónde doy?. La temeridad es un aspecto obligado del tipo de proyecto que desarrolló. |
– ¿En todas estas investigaciones ha logrado descubrir cuál era el pensamiento que el Che tenía sobre al peronismo argentino? – El Che tiene frente al peronismo tres visiones a lo largo de su vida. La primera es una visión de rechazo, poco articulada, en la que interpreta al peronismo -coincidiendo con algunos sectores de la clase media progresista argentina- como una forma de dictadura patriarcal con toques mussolinianos. Ya desde el exilio, el Che escribe la famosa carta de «las ovejitas negras y las ovejitas blancas» en la que se conduele del golpe militar contra el peronismo, diciendo que la entrada de los militares es el retorno «a la peor de las legalidades burguesas» y de las formas de opresión. Y sugiere que a pesar de sus defectos el peronismo contenía componentes populares. Y luego, hay una tercera revisión que se produce a partir de sus conversaciones con John William Cooke en La Habana. Allí revalora, si no al peronismo de Perón, sí al post peronismo que daría lugar a la «resistencia peronista» y al gran movimiento guerrillero e insurreccional que conduce a la victoria de Héctor Cámpora en 1973.– Aleida, la hija del Che, dice que toda esta campaña de «guevaramanía» alrededor del 30 aniversario, finalmente no puede oscurecer el real pensamiento del Che… – Coincido con ella. Toda esta mercadotecnia que se crea en torno al Che es tan miserable, tan pequeñita, que lo unico que hace es ofrecer elementos de culto. Siempre he sostenido que no tengo nada contra el poster y las camisetas del Che, que son en cierta manera un símbolo de rebeldía muy claros para la adolescencia que los usa. No desennoblece al Che esta parafernalia iconográfica que gira en torno suyo.– Otro tema que ha salido a la superficie, es ¿qué queda vigente del pensamiento del Che en un mundo que ha cambiado tanto? – Obviamente ha habido un claro repliegue de las formas de lucha armada, o se han reacondicionado adoptando formas distintas como el zapatismo, y no como formas finales. Hay que despojar al Che del pensamiento táctico que tiene que ver con un momento particular. Hay situaciones que nadie puede afirmar que no puedan repetirse. Por ejemplo, la lucha armada ha sido un recurso de pueblos a los que se les han cerrado todas las puertas. Pero hoy el Che más vivo y más presente, es aquel que construye en la etapa tanto guerrillera como en la del triunfo de la Revolución, un pensamiento hiperigualitario, anti-burocrático, anti-jerárquico. En realidad, más que un pensamiento, construye una serie de actos, a él hay que leerlo a partir de sus actos e intercalar a éstos con el discurso. Allí sí hay algo que adquiere categoría universal, una manera de entender la vida, el cambio, la jerarquía, la vanguardia, el poder. Es un hombre con un concepto muy rescatable de que no debe haber distancia entre la palabra y los hechos, su no admisión del doble lenguaje. La idea de que sólo se puede dirigir a partir del ejemplo. – ¿Qué piensa de toda esta parafernalia funeraria que se ha creado en torno a los huesos del Che? – No me gusta. Los restos del Che están en otras dimensiones que no son unos huesos. En realidad, creo que el Che quisiera que sus restos descansaran en esa tumba de Vallegrande, en una tumba con siete compañeros, colectiva, y con un letrero que dijera: «Aquí yacen los restos que durante 30 años trataron de ser ocultados para evitar que el fantasma se escapara». Y no lo lograron. Ese es el lugar, el lugar en que sus asesinos lo pusieron. Volviendo al Che, él mismo señaló que «si la muerte me alcanza en algún lugar de Latinoamérica…». (Carlos Aznárez, en Resumen latinoamericano, n. 31, Septiembre-Octubre 1997) Fuente: vespino.net |
“Más allá de toda parafernalia retorna. En era de naufragios es nuestro santo laico. Más de 40 años después de su muerte, su imagen cruza las generaciones, su mito pasa correteando en medio de los delirios de grandeza del neoliberalismo. Irreverente, burlón, moralmente terco, inolvidable.” Desde la aparición de la última edición de este libro, la información inédita sobre la vida de Ernesto Guevara creció enormemente: se han dado a conocer más documentos escritos por él, se publicó una decena de libros, entre otros los de Aleida March, Orlando Borrego y Antonio del Conde; nuevos testimonios enriquecieron el anecdotario; la CIA desclasificó archivos que hasta ahora era imposible consultar. A todo lo anterior se suman documentales, películas, ensayos, novelas, artículos periodísticos, y el testimonio gráfico de más de 400 fotografías, todo incorporado en esta nueva edición que, como siempre, busca rehumanizar y remitificar al Che, sin duda el heraldo de la revolución latinoamericana. Ernesto Guevara, también conocido como el Che ha vendido más de un millón de ejemplares en 18 países y 10 idiomas. Una obra imprescindible para entender al personaje y todo un momento de la historia de América Latina.
Paco Ignacio Taibo II. Historiador y escritor es, entre otras muchas cosas, prófugo de tres escuelas superiores, participante del movimiento estudiantil del 68 y fundador del género neopolicíaco en América Latina, además de profesor universitario y fundador de diferentes publicaciones culturales. Autor de diecinueve novelas, tres libros de cuentos, libros de historia, varias antologías, libros de reportaje y crónica publicados en veintiún países, sus obras han sido mencionadas entre los «libros del año» enThe New York Times, Le Monde o el L. A. Times. Ha recibido el Premio Nacional de Historia INAH (1986), el Premio Internacional de Novela Planeta-Joaquín Mortiz y tres veces el Premio Dashiell Hammet a la mejor novela policíaca, y fundó -y dirigió hasta 2012- el festival literario de la Semana Negrade Gijón. Entre sus obras de ensayo destacan Ernesto Guevara, también conocido como el Che o Pancho Villa. Una biografía narrativa.
La obra que tiene en sus manos, basada en documentos de primera mano y cerca de 400 entrevistas tiene, para el autor, una especial significación personal, ya que sus abuelos y tíos abuelos fueron protagonistas de los hechos que se narran aquí, y su padre, Paco Ignacio Taibo I, vivió su primer exilio.
Considero un trabajo investigativo relevante, que pudiera ser enriquecido con revelaciones de eventos no expuestos aun y que nos ayudarian tambien ampliar nuestra valoración de la personalidad, ejemplo con su actuar con una vigencia secuestrada por quienes desde el airre acondicionado pretenden saber lo que necesita el pueblo a fuerza de telepatia.
La parte que no dice es que fue un psicópata asesino que se dio gusto fusilando a diestra y siniestra sin leyes ni miramientos y que fue abandonado a su suerte por el otro psicópata que está en la piedra, al leer la carta de despedida estando el che aún en Cuba y luego no recibió ningún refuerzo en Bolivia. Nada que no lo querían vivo.