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La bola de los sueños insomnes

Por Pedro Pujante.

Título: Bola Negra.

Autor: Mario Bellatin & Liniers.

Bola negra, relato que en su origen era un texto de unas veinte páginas, ha mutado, trascendido a la categoría de novela gráfica, gracias a la colaboración entre su autor y el dibujante y artista Liniers. Esta Bola se puede inscribir en el ciclo japonés de Mario Bellatin. Bellatin más que reflejar la cultura nipona reinventa una estética de lo exótico a través de ella, valiéndose de lo oriental para fundar su propio territorio onírico-ficcional, trasladando su imaginación desbordante a espacios y personajes distantes, ubicados en un Japón estrambótico, con los que recrear historias disparatadas y marcadas por su poética de lo raro. Famosas son, a este respecto, sus novelas Una nariz de ficción o El jardín de la señora Murakami.

En esta Bola negra se cuenta la historia de Endo Hiroshi, un entomólogo que descubre una nueva clase de insecto. Pero el argumento es secunadrio en Bellatin. Los episodios funcionan como escenas invadidas por la inusual fantasía de lo ilógico, fotogramas, (ideogramas grotescos) que parecían prefigurar su condición futura de novela gráfica. El insecto se come a sí mismo, se practican extravagantes rituales, menús en los que se incluye la ingesta de un pez fantasma, y personajes destentados o que acaban consumidos por la anorexia o transformados en luchadores de sumo.

La deformidad y las amputaciones son frecuentes en los textos de Bellatin. En esta novela gráfica, de hecho, la primera de las visiones nocturnas que padece el protagonista responde a la sensación de ser devorado por su propio estómago, imagen central de la obra que es metaforizada a través de la bola negra. Esta imagen podría resumir, de hecho, toda la literatura de Mario Bellatin: es orgánica, se retroalimenta de sus propios textos, se devora a sí misma para alimentarse y sobrevivir. Es caníbal y arriesgada, un cuerpo fragmentado y mutante que arrasa todo lo que encuentra a su paso para, paradójicamente, sobrevivir y renacer como un texto digerido. Parafraseando a Valéry, la literatura bellatiniana son fantasía y locura digeridas.

Los dibujos de Liniers se adaptan con exactitud a la estética del relato y expresan el aire fantasmagórico y carnavalesco que define Bola negra. De hecho, los que hemos leído la versión inicial ahora parecemos asistir a una revelación, que los textos de Liniers vindican con la intuición de la felicidad y el horror. Los textos han sido descompuestos en las páginas, reflejando la naturaleza fragmentaria de la escritura bellatiniana y recogen con minuciosidad expresiva, casi surrealista, cada imagen que la narración dispone. Además, Liniers ha incluido al narrador del texto, Mario Bellatin, quien en ocasiones aparece autonarrando esta bola negra que gira y gira hacia el centro de sí misma.

Abre el libro, a modo de prólogo, un texto autoficcional en el que Bellatin repasa algunas de sus otras historias, y cuenta una suerte de fragmento semiautobiográfico, metatextual, quizá inventado, y su relación con Liniers.

Libro hermoso, extraño e inusual.

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