'Los gansos de las nieves', de William Fiennes

Por Ricardo Martínez Llorca

@rimllorca

Los gansos de las nieves

Mi viaje migratorio al gran norte

William Fiennes

Traducción de Carmen Torres y Laura Naranjo
Errata Naturae
Madrid, 2017
339 páginas

Siguiendo por tierra la ruta de gansos migratorios, en canal hacia el norte, William Fiennes (Inglaterra, 1970) en realidad escribe un hermoso libro sobre la nostalgia. Es curiosa la identidad de este hermoso relato, porque el vuelo no deja de ser el símbolo por excelencia de la libertad (su atadura constante, sus pies en la tierra, no hacen sino enfatizar esa idea a lo largo del libro), mientras que la raíz representa la inmovilidad por antonomasia, y esa es sobre la que él trata, a la que él retorna una y otra vez, cuando habla de sanación emocional equilibrando la nostalgia, del deseo de regreso al lugar al que pertenecemos. En el libro hay dos Ítacas: la isla de Baffin, que es el destino final de los gansos, y los lazos con lo conocido, con lo que quiere, de lo que se ha separado al partir de viaje, es decir, el regreso. Algo que también sucederá a los gansos, cuando reemprendan su vuelo hacia el sur, si bien, en este caso, no se puede definir con certeza cuál es el lugar de origen. Tal vez Baffin, pues allí es donde anidan para gestar una nueva generación de gansos. Así pues, el nacimiento, el lugar donde se nace, es la clave de este libro.

“Tenía que darle la vuelta a mi nostalgia de algún modo para que mi amor por la casa, la relación de pertenencia que experimentaba allí, no instase un deseo de regreso constante, sino un deseo de encontrar ese sentido de pertenencia, es seguridad y esa felicidad en otro sitio, con otra persona o modo de vida. El anhelo había de tener visión de futuro. Debía sentir añoranza por un sitio que aún no había visto, nostalgia por cosas que aún no habían ocurrido”.

Sumar raíces, esa es la razón del viaje y la razón de hacerla libro. De otro modo, y dado que no es un nómada del viento, no sirven sino las fotografías prestadas. Fiennes parte de una enfermedad infantil durante la cual observa a los gansos pasar sobre su cielo y aprende que no se posan en miles de kilómetros de viaje. El desarrollo agrícola y la protección de la naturaleza, ayudan a incrementar el número de aves que, para él, son una leyenda. Dado que el vuelo migratorio de la mayoría de estas aves tiene lugar por los cielos de Norteamérica, se embarca en un viaje que le lleva, en contraste, a lo más profundo de la sociedad estadounidense, esa en la que cada persona ha ejercido cientos de trabajos diferentes, cada uno más insólito que el anterior. Su viaje será real, por Estados Unidos y Canadá, en una suerte de limbo de la civilización occidental. Sin embargo, lo que encuentra son los detalles de lo más kitsch de occidente, la figuración de los tópicos en los bares y los autobuses Greyhound.

Su viaje de sur a norte, le permite ir reduciendo la civilización que encuentra, y a medida que aumenta el frío lo hacen, también, el número de anacoretas. Y a la par los paisajes formados solo por aves, pues en cada parada, incluso durante los desplazamientos, no cesa su pasión ornitológica y crea parajes donde parecen cultivarse aves. Como resultado, el lector tiene la sensación de que, poco a poco, va viajando a otra época, a un mundo que solo existe para quienes se atreven a imitar a los pioneros, cuando en los trenes, por ejemplo, abundaban los vagabundos, los vividores y los accidentes. Pero el viaje no sucede solo a pie. El barco, los esquíes, caminar, una furgoneta, un avión, todo preparando una liturgia de avistamiento de aves. Hasta llegar al extremo, a una cabaña en la isla de Baffin, en el norte helado, un lugar prestado por alguien que padece un síndrome de Diógenes, pero que para él, al igual que el vuelo significa libertad, se identifica con la paz. Aquí, en las condiciones extremas, es donde piensa llevar a cabo su proyecto y es en ese momento donde el libro está a punto de terminar. Tal vez porque lo que quede pertenezca a la intimidad más absoluta, a la nostalgia que va a construir a la esperanza de ser capaz de fabricar unas nuevas raíces. Pero para saberlo, es necesario llegar hasta el final de este hermoso viaje.

 

A favor de la luz

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