Felices hasta que amanezca de Florencia Abbate
FELICES HASTA QUE AMANEZCA
FLORENCIA ABBATE
EDITORIAL: EMECÉ EDITORES
RELATOS
NÚMERO DE PÁGINAS: 240
Por Juliano Ortiz
Franz Kafka decía que la literatura es siempre una expedición a la verdad. Una verdad entendida como el universo del escritor que se aloja en la visión particular de cada lector y que, en ese juego trasmitido a fuerza de palabras y silencios, construye múltiples lecturas, entre mentiras y verdades.
Florencia Abbate escoge verdades, mientras recorre caminos reales que en cualquier recodo sufren una irrupción fantástica, o delirante, o impensada. Los relatos tienen en la primera persona, a la personificación de aquellas mujeres, (apenas hay uno solo en la que es un hombre), un reflejo de seres humanos comunes que viven en una especie de cuerda floja a la que se dirigen casi como un mandato impuesto. En medio de esas vidas ¿comunes?, el contexto social de cada historia es más una característica del estilo de Abbate que una necesidad de la trama misma.
Hay situaciones absurdas, detallistas y a la vez aceleradas, irónicas, enfrascadas en planos que hasta podrían pensarse, en cierto punto, como pesadillas, el último deseo de una persona cualquiera. Las mujeres de Abbate sufren, se martirizan, atrapan su condición como si fueran heroínas a las que toda sociedad mira con indiferencia. La escritora ofrece imágenes de un presente amenazado por desgracias, un tiempo que incluye las heridas del pasado reciente y la incertidumbre sobre el futuro. Esa dureza en la que se desarrolla sus vidas tiene su contrapunto en algún personaje, que por su parte, tiene una vida casi insustancial, o sin sobresaltos mayores. Parece que son experiencias de su vida, pero algo nos dice que no.
“Nada es autobiográfico. Creo que decir que algo es autobiográfico es tener poca confianza en la literatura. Aun cuando se trabaje con materiales que en parte estén inspirados en una experiencia, en el texto el personaje toma forma y se convierte en otro”, contaba en una entrevista realizada para revista online Polvo, como una suerte de manifiesto en el que dejaba en claro su estilo, su forma narrativa.
La poética de la escritora fluye, es sensible, se abre y se cierra como una flor que duda en la intemperie, en los orificios que nacen de lo horrible de lo cotidiano. ¿Hay horror en lo cotidiano? ¿Existe la zona negra que engulle las emociones?, sí, y Abbate demuele seguridades para contar trivialidades que buscan su estallido.
“Subimos a un médano y pone su mano en mi espalda, giramos al mismo tiempo y nos abrazamos, como si en nosotros se hubiera creado un campo magnético o unos imanes nos hubieran atraído. Me aprieta contra él y de repente, como si algo me hubiera apagado en el momento previo a cruzar un umbral, tomo distancia”.
La belleza de los instantes que quedan grabados, o esos encanto pueriles y a la vez tan íntimos que despiertan alegrías o recuerdos. Por esos universos de calles estrechas, deambulan mujeres que aman, que sueñan, que desean, que se comprometen dando tumbos como juguetes que han perdido su cabeza y se empeñan en encontrarla.
Florencia Abbate ha publicado las novelas El grito (2004; 2010; 2016) y Magic resort (2007); los libros de poesía Puntos de fuga (1996), Los transparentes (2000), Neptuno (2005) y Love song (2014); el libro-objeto Shhh… lamentables documentos (2001); el libro de cuentos infantiles Las siete maravillas del mundo (2006); y los ensayos Apuntes sobre transexualidad (1998), Deleuze (2001), Literatura latinoamericana para principiantes (2003) y El espesor del presente. Tiempo e historia en las novelas de Juan José Saer (2015). Ha realizado y prologado la antología Una terraza propia. Nuevas narradoras argentinas (2006), y compilado Homenaje a Cortázar (2004), entre otros libros. Sus novelas han sido publicadas en México y Portugal, y algunos de sus cuentos han sido incluidos en compilaciones de España, Brasil, Francia, Perú, Alemania y el Reino Unido. Es Doctora en Letras (UBA) y periodista, trabajó como cronista y profesora universitaria y actualmente se desempeña como investigadora adjunta del CONICET.