"¡Ay, Carmela": cómicos en la boca del lobo de una guerra
Por Horacio Otheguy Riveira
Nueva versión con valiosos aportes de puesta en escena de Fernando Soto. Cristina Medina y Santiago Molero, que vienen del género cómico con muy variados matices, dueños de un humor surrealista incomparable, confirman una vez más que valen para todo lo que le echen, pues no hay registro que se les escape.
El director Fernando Soto ha reescrito visualmente el ya clásico ¡Ay, Carmela! de Sanchis Sinisterra sin tocar una coma. El mismo texto tantas veces representado por muy diversas producciones (incluida una musical) llega ahora interpretado por Cristina Medina (Sólala, A grito pelao) y Santiago Molero (H de Sexpeare, Rinconete y Cortadillo) con quienes nos hemos reído muchísimo en otros espectáculos. Con ellos se va a cualquier parte, y aquí asombran en un tono de tragicomedia nueva que conmueve y desasosiega en justa armonía.
Sumergidos en una puesta en escena con muchos contrastes, todos perfectamente enlazados: sordidez y vitalismo, amargura y ternura, expansión y recogimiento. Una realización que no huye del espanto y lo subraya levemente, profundizando en la parte más sensible de la historia, la de dos pobres tipos como seríamos cualesquiera que pasáramos por Belchite (Aragón) con nuestro carromato y nos topáramos con tropas italianas y españolas al mando del general Franco, quien también asistirá al espectáculo que nos obligan a representar. El dolor de la impotencia ante el abuso de poder traspasa los límites de un teatro realista para entrar de pleno en el alma de los muertos. Así, Carmela hace sus apariciones de muerta arrastrándose por el suelo del fondo del escenario, y luego encarna episodios del pasado de artista en bien encadenados recuerdos con su faralaes y su espléndida voz de tonadillera.
La obra en sí, tantas veces vista, adquiere un poderoso arraigo trágico que en muchos ratos hace reír, aunque las idas y venidas de los dos únicos personajes evolucionan en la desesperación de no saber qué hacer ante tanto desvarío, tanto crimen. Cuando Carmela se desarticula ante la aflicción de quienes van a morir lejos de sus madres, y sin saber el idioma del país al que han venido a defender del fascismo, se convierte en un baluarte de solidaridad, en el grito ensordecedor de quien ya no aguanta tanta injusticia.
Hambre, frío, incomodidad, meados en cubos, sin baños a mano, poca luz, cómicos de la legua que han de afrontar un show ridículo ante tropas y futuras víctimas de las mismas, la emoción corre por todos los corazones que aún hoy claman por sus fusilados a capricho por la dictadura, pero el infatigable compañero de Carmela sigue vivo, sigue en pie, con su camisa azul, servil y temeroso de cometer un desliz que le haría caer en redondo bajo nueva balacera. Otro superviviente sin remedio, mientras las voces de los muertos no dejarán de rondarle con su dolor y su buen humor en un mundo donde no se teme y la comida no sabe a nada, pero donde se habla sin parar para recordar, para no olvidar…
Una tragicomedia que ya ha cumplido 30 años, a la que le queda mucha vida por delante.
Vemos Carmela como la historia de dos supervivientes que lo único que tienen para sobrevivir es necesitarse el uno al otro y que, incluso estando uno de los dos ya muerto, esa dependencia se hace más notoria. Y si algo reivindica ¡Ay, Carmela! creemos que es la idea de que los muertos no deben caer en el olvido, que los muertos acaban de morir cuando dejamos de recordarlos. (Fernando Soto)
¡Ay, Carmela!
Autor: Sanchis Sinisterra
Reparto: Cristina Medina, Santiago Molero
Dirección: Fernando Soto
Ayudante de dirección: Laura Ortega
Diseño de escenografía: Mónica Boromello
Diseño de vestuario: Chary Caballero/Óscar Armandariz Lucarini
Diseño de imagen: Ouka Leele
Sonido: Mariano García
Jefa de prensa: María Díaz
Diseño de producción: Eva Paniagua
Producción: Lamedina.es y Producciones Come y Calla, S.L.
Teatros del Canal. Sala Verde, hasta el 11 de noviembre de 2017