¿Sobrepasará la inteligencia artificial a la humana?
Sería iluso negar que nuestro planeta atraviesa por un proceso de cambios a gran escala, que se dan a una velocidad vertiginosa sin que nos sea posible apreciarlos completamente con perspectiva ni objetividad. Según las noticias, nuestros alcances científicos como especie son considerables, pero también nuestras grietas y desigualdades. Este es el mapa que la modernidad y el capitalismo trajeron consigo, y que desde la invención de la máquina de vapor, los ferrocarriles y las líneas telefónicas, desencadenó una progresiva e irremediable automatización del trabajo humano.
Es una pregunta compleja que ingenieros cibernéticos como Ray Kurzweil responden a través de la noción de “singularidad”; ésta ocurre, u ocurrirá, en el momento en que la IA sobrepase a la inteligencia humana. Algunos científicos como él estiman que esto sucederá en torno al año 2045, aunque no es necesario esperar hasta entonces para darnos cuenta de la rapidez con la que la IA está creciendo.
Existen programas capaces de producir una película, desde su concepción hasta su escenificación, y otros que incluso han incursionado en el diseño industrial con resultados asombrosos. Janelle Shae ha utilizado redes neuronales para configurar algoritmos capaces de nombrar toda clase de cosas, desde bandas de death metal como “Verk” y “Chaorug” hasta nombres para tonos de pintura, como un rosa llamado “blue child” (niño azul) y un rojo llamado “farty red” (rojo apestoso). Un programa incluso fue capaz de producir un Rembrandt “original” a través de un análisis detallado del estilo del genial pintor renacentista.
La vertiente de la automatización en la producción de objetos y servicios, por un lado, y por otro, la desigualdad entre los seres humanos que viven en el planeta, forman las dos caras que dan rostro a nuestro futuro como especie. No tenemos por qué plantearnos la IA como una competencia para las capacidades humanas; por el contrario, se trata del horizonte de una nueva época donde, según filósofos como Bertrand Russell, los humanos quedaremos por fin libres del trabajo asalariado, y podremos dedicarnos realmente a lo que más se incline nuestra personalidad e intereses. Este panorama en apariencia optimista requiere, sin embargo, de mucho esfuerzo y planeación, de manera que nadie quede excluido del nuevo paradigma. En ese sentido, la construcción del mundo futuro (aunque ese futuro nos sorprenda día a día en las noticias o las redes sociales, superando o decepcionando todas nuestras esperanzas) todavía es un trabajo humano que es imposible delegar en máquina alguna.
El auge de la inteligencia artificial presenta sin duda un viaje intrigante y complejo para la humanidad. El artículo aborda la cuestión de si la IA superará la inteligencia humana, haciendo referencia a la noción de “singularidad” propuesta por expertos como Ray Kurzweil. Si bien las capacidades de la IA continúan expandiéndose, el futuro está en cómo aprovechamos esta tecnología para liberarnos del trabajo rutinario y permitirnos concentrarnos en nuestras pasiones y creatividad. Sin embargo, este futuro optimista requiere una planificación cuidadosa para garantizar que la IA beneficie a todos y no deje a nadie atrás en este nuevo paradigma de colaboración entre humanos y IA.