Buena salud física y mental con los HITS de Tricicle
Por Horacio Otheguy Riveira
Una resurrección de fábula, agasajada por risas con aplausos a lo largo de hora y media, y después en el amplio vestíbulo del teatro, entre fotos y camaradería porque los de Tricicle salen de escena corriendo a festejar con su público, una gente que les ha seguido durante cuarenta años (digamos que 38, para ser exactos) y muchos otros que les conocen ahora, sobre todo los más jóvenes que ya están convencidos de que se equivocaban al creer que eran cómicos de otra generación, tres tipos envejecidos de cuerpo y mente: todos a una, festejar los HITS de Joan, Paco y Carles, significa rendirnos homenaje a nosotros mismos. Con ellos el gran teatro cómico gestual (que cuando empezaron en 1982 nadie hacía en España) consagra una fantástica representación del humor en su esencia: adultos que juegan como niños, chiflados generosos, locos no de atar sino para ser desatados, gamberros capaces de convertir una sala de espera en una sucesión de dislocadas travesuras que terminan en una procesión de semana santa, cuando no se asoma un faquir desternillante o variopintas caricaturas con tapas de inodoro. Todo es posible, porque nunca se dieron por vencidos, con un éxito tan grande que hasta producen una compañía paralela, Clownic. Aquí y ahora, HITS de Tricicle en la Gran Vía: gracias por venir y recordarnos sin palabras que reír con vosotros es un excelente tratamiento de salud física y mental.
El español es un espectador muy raro, sale contento del teatro, pero lo mismo te suelta eso de «Me reí como un idiota». (José Luis López Vázquez, 1922-2009)
El tiempo que pasa uno riendo es tiempo que pasa con los dioses (Proverbio japonés)
Salvo honrosas excepciones —como el Premio Nobel 1997 a Dario Fo— el humor está mal visto, despreciado por la «prestigiosa» intelectualidad reinante como algo menor, para matar la tarde, sin trascendencia alguna. No importa cuanto se haya estudiado sobre las funciones neurológicas de la risa para curarnos en salud: las pomposas academias de literatura, teatro, cine… sólo aplauden el drama tirando a lacerante. Y en el siempre interesante mundo de las producciones alternativas o independientes, más de lo mismo, sino peor: hurgar en los sórdidos fantasmas tiene más rigor que el dificilísimo ejercicio de hacer reír. La entrada de la risa en las áreas más profundas del pensamiento humano (recordemos que los animales se pueden poner muy contentos, pero están incapacitados para reír) comenzó a finales de los años 60 del siglo XX, en la propia experiencia de un periodista de una importante revista estadounidense: Norman Cousins (Estados Unidos, 1915-1990), quien al volver de hacer un reportaje en Rusia fue ingresado de urgencia porque al despertar una mañana no pudo levantarse. Tras varios estudios le diagnosticaron una enfermedad degenerativa. Postrado en una cama de hospital, con ayuda de un amigo descubrió que las medicinas que tomaba le aliviaban los dolores, pero incrementaban la potencia de su enfermedad. Poco a poco descubrió algo que jamás se le hubiera pasado por la cabeza: que 10 minutos de carcajadas equivalían a una o dos horas sin analgésicos. Le traen películas de los Hermanos Marx, del cine mudo, hasta que lo echan del hospital porque sus risas molestan a los enfermos. Ya en su casa, el descubrimiento le permite abrir sendas nuevas y acabar curándose con tratamientos muy distintos y una actitud diferente ante la vida.
Así comienza la revelación que luego generó muchos estudios neurológicos acerca del poder curativo de la risa. Tricicle no es el único bastión humorístico en España, pero ellos inauguraron un estilo que, cuarenta años después, sigue siendo fantástico por el grado de producción y de vitalidad que tienen los tres creadores. Padres de otros grandes como Yllana (ya con 26 años bien cumplidos), la frescura de su humor tiene en esta selección de HITS una plasmación de enorme creatividad argumental, actoral y flexibilidad corporal. Con un golpe de mano en la frente del compañero son hipnotizadores, con una nariz de payaso marcan un tontorrón «Soy un señor, soy un truhán» en la voz de Julio Iglesias, y en un casting dislocado son lo más delirante del show business: honorables payasos, sanadores de penas y otros muchos males, en un constante estar en la cresta de la ola.
HITS —acrónimo de Hitos Ingeniosos Teatrales Sobresalientes— contiene «lo mejor de lo mejor» de Tricicle, o casi, porque por fuerza hemos tenido que dejar a un lado sketches que seguramente alguien encontrará a faltar.
HITS —acrónimo de Humor Inteligente Trepidante y Sorprendente— reúne doce sketches escogidos por el público a través de las redes sociales y un amplio resumen, que cierra el espectáculo, compuesto por gags cortísimos que —atención— pueden provocar algún colapso respiratorio.
HITS —acrónimo de Hilarantes Individuos Tragicómicos y Solazosos— es un compendio de (casi) cuarenta años de carrera en el que lo más difícil no ha sido escoger «lo mejor de lo mejor de lo mejor» sino haber cumplido esos cuarenta años de trabajo que, esquemáticamente, quedarían reducidos a diez espectáculos, decenas de países, cientos de ciudades, miles de actuaciones, centenares de miles de kilómetros recorridos, millones de risas, y todo sin perder nunca la ilusión de los primeros días porque, en el arte del humor, nadie puede dormirse en los laureles.
HITS
Guión, dirección y producción: Tricicle
Tricicle nace el 1 de noviembre de 1979 en Barcelona, ciudad natal de sus tres integrantes. cuando asistían a clase del Institut del Teatre de Barcelona. Compañeros en Pantomima y Arte dramático se unen para representar sketches en las calles de Barcelona. Poco después tuvieron ocasión de actuar en diversas salas alternativas. A lo largo de tres años va aumentando su éxito, hasta triunfar a lo grande en 1982 con su primer show para teatros grandes: Manicomic.
Actores: Joan Grácia, Paco Mir, Carles Santos
Producción técnica: Miguel Ángel García
Diseño escenografía: Paula Bosch.
Diseño iluminación: José Ángel Nieto
Vestuario: Sara Clemente y María Palomares
Músicas originales: Pere Bardagi y José Antonio Hidalgo
Fotografías: David Ruano