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Escalofríos con Lara Dibildos en "La habitación de Verónica"

Por Horacio Otheguy Riveira

Teatro de suspense con una fuerte carga de melodrama criminal que, a medida que avanza, se va despojando de la apariencia de mera crispación psicológica. Una de las grandes obras de su autor, Ira Levin, estrenada por primera vez en Madrid por una gran compañía. Cuatro intérpretes en medio de una escenografía que, por sí sola, produce desasosiego. Gran elenco con un desgarrador protagonismo por parte de Lara Dibildos en un personaje dramático con varios rostros, diversas facetas. Un espectáculo de alta tensión con una estupenda puesta en escena.

Los veteranos Antonio Albella y Lara Dibildos; los jóvenes Lucía Gil y Javier Pascual, a poco de empezar la representación.

 

La habitación de Verónica es una historia muy morbosa, por la que campean angustias de origen sexual en un contexto de intriga muy bien sostenida. La dirección de Ricard Reguant crea una atmósfera inquietante que nos permite entrar en un juego de sorpresas entrelazadas desde el primer momento. Enseguida el espectador empatiza con una preciosa  e ingenua estudiante de psicología que tiene claros deseos con su extraña pareja masculina, y que se atreve a crear un falso personaje al servicio de una encantadora pareja de ancianos…

En 1973 se produce una representación «familiar» que transcurre en 1935; la joven se entrega al juego con honestidad, confiando en que cuando todo termine vivirá una excitante noche de amor con su misterioso muchacho, «víctima de una madre que nunca le quiso». A partir de ese comienzo, un drama sorprendente del que no es conveniente adelantar nada más; una cascada de situaciones urdidas por Ira Levin (1929-2007) con el talento que le caracteriza para pergeñar personajes patológicos sumergidos en situaciones perversas con atractiva densidad poética.

Sus trucos de mentiras-verdades entre sorpresas impactantes, forman parte de un entramado de notable riqueza teatral para desandar los rictus de espíritus atormentados en una sociedad saturada de prejuicios y ambiciones. Un microcosmos de constantes violentas en la sociedad estadounidense, también presente en otras de sus obras narrativas y teatrales como La semilla del diablo, Trampa mortal, Los niños del Brasil, Las mujeres de Stepford, La astilla, Un beso antes de morir, todas ellas llevadas al cine con éxito.

La traducción del propio director es un modelo de coherencia con la plasmación audiovisual, ya que trabaja minuciosamente el original, sin caer en el vicio nacional de castellanizarlo todo hasta cargarse la obra. Y al mismo tiempo hay una elaboración admirable en los cuatro actores, confabulados en una especie de gran despliegue de matices de compleja elaboración.

Javier Pascual (estupendo cantante-bailarín en el Hércules estrenado en Mérida y repuesto en La Latina en 2015) siembra brillantemente las sutiles pautas de un personaje escurridizo, a poco de empezar. Lucía Gil sorprende gratamente. Su juventud, indispensable en el personaje, la obliga a moverse en una especie de funambulismo siempre a punto de caer en la sobreactuación; sin embargo, logra que estemos con ella, que suframos a su lado y nos aferremos a su miedo en busca de salvación. Antonio Albella en un personaje atribulado: magnífica resulta esa expresión de terror que le sobrecoge siempre, aunque lo comprendamos en la recta final.

Superlativo trabajo el de Lara Dibildos que aprovecha magistralmente las cadencias de un personaje fascinante, muy difícil, arrojado a un encadenado de sentimientos en un proceso tan bien desarrollado que pone la piel de gallina; la actriz nos lleva de un género a otro y conmueve de tal manera que, al ser eje del argumento, obliga a repensar la obra una vez acabada.

En cuanto se levanta el telón estamos en situación, gracias a una excelente escenografía con sus rincones y colores antiguos, las manchas de humedad… y las sugerencias que nos vienen desde los rincones en mínimos detalles, acariciado todo el conjunto por una iluminación que respeta siempre el importante clímax del suspense, del mismo modo que la música acompaña y subraya en una justa medida, como las eficaces caracterizaciones. Se entra y permanece en una habitación de la que no queremos salir, cómplices de un crimen que tardaremos en comprender, espectadores firmemente interesados en las pasiones de hombres y mujeres que oscilan entre la injusticia y la más absoluta crueldad.

 

(La CHICA se vuelve y le golpea con fuerza. El MUCHACHO,  da un paso atrás y la mira fijo.)
MUCHACHO: Parece ser que te estás poniendo violenta…
HOMBRE: Empezó antes de que usted llegara. Se rompió el vestido ella sola; nosotros no se lo hicimos.
(Pausa durante la cual el MUCHACHO, el HOMBRE y la MUJER miran a
la CHICA. Esta señala al MUCHACHO y consigue hablar sin demostrar
excesivo miedo.)
CHICA: Mucho cuidado con lo que haces, amigo. Mis compañeras saben que he salido contigo.
MUCHACHO: ¿Tus compañeras?
CHICA: ¡Sí, mis compañeras, mis amigas!
MUCHACHO: ¿Saben que saliste conmigo?… ¿Estás segura?…
CHICA: No… no lo saben. (Su seguridad se desvanece. Lo contempla desinflada). ¿Quién eres? ¿Cuál es tu verdadero nombre? (Ahora se le nota el miedo.) ¿Jack el Destripador?
MUCHACHO:  (Sonriendo). Samuel Seaton, médico. (Mete la mano en la chaqueta.) Si quieres, puedo enseñarte mi carnet de conducir.
CHICA: (Alejándose un paso de él). Tíralo adonde acostumbrabais antes a tirar las cosas. (El MUCHACHO hace un gesto de tolerante asentimiento. La CHICA los mira a todos). ¿Y ahora qué? ¿Me vais a violar? (Mira a la MUJER.) ¿Los tres? (La MUJER echa fuego por los ojos. El MUCHACHO sonríe.)
MUCHACHO: Nadie te hará daño, Verónica. Nosotros solo queremos…
CHICA: (Interrumpiéndolo, pasando a su lado). ¡Basta ya de llamarme Verónica! ¡Es mentira, todo es mentira! ¡Vosotros habéis conseguido esta casa, y os habéis inventado toda esta historia! ¡Sois unos chiflados, con una fijación por los años 30!
MUJER: Todo lo que te hemos dicho es verdad.
 

 
Autor: Ira Levin
Traducción y dirección: Ricard Reguant
Intérpretes: Lara Dibildos, Lucía Gil, Antonio Albella, Javier Pascual
Escenografía: Carlos Abad
Vestuario y estilismo: Víctor Vilas
Música original: Alberto Torres
Iluminación: Gabriel Lázaro
Dirección de producción: Miguel Molina
Imagen: Mark&DONAT
Teatro Reina Victoria, Madrid

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