Los retratos de Alice Hughes
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
Alice Mary Hughes (1857–1939), una de las pioneras de la fotografía de retratos, comenzó su andadura a finales del siglo XIX, y se convirtió en la primera dama británica que se dedicó a tal actividad profesional. Su padre, el pintor Edward Robert Hughes, la apoyó en todo momento para dedicarse a su vocación y la joven estudió fotografía en el Londres Polytechnic, tras lo cual abrió su propio estudio.
Situado al lado del de su progenitor, en la calle Gower, en Londres, el estudio de Alice estuvo en funcionamiento desde 1891 hasta 1910. Su éxito fue absoluto. Alice se convirtió en la fotógrafa principal de la realeza y sus retratos de mujeres y niños pronto fueron admirados y codiciados por igual. Su trabajo tenía tanta demanda que llegó a tener contratadas hasta sesenta modelos para sus sesiones, que alcanzaban la cifra de quince posados al día, ya que muchas de sus fotografías servían como portada de revista. Lo que ahora puede asemejar nimio, con las técnicas de aquel entonces, resultaba un arduo y lento trabajo. Como consecuencia, su producción resultó ser muy numerosa. En 1910, 50.000 negativos suyos fueron adquiridos por la Speaight Ltd.
Después de morir su padre, la artista se trasladó a Berlín durante un corto espacio de tiempo, en 1914, ciudad en la que también se dedicó profesionalmente a la fotografía, pero se vio obligada a regresar a Londres tras el estallido de la Primera Guerra Mundial. En esta ocasión, su nuevo estudio lo abrió en la calle Ebury, y permanecería en funcionamiento entre 1915 y 1934. La competencia entonces ya era mayor, la moda estaba cambiando y su fama no alcanzó los niveles de sus primeros tiempos, por lo que terminó cerrándolo y retirándose.
Alice, que dejó escrita su biografía My father and I (1923), falleció en 1939 tras sufrir una mala caída en el dormitorio de su casa. La artista, que aseguraba que durante la fotografía siempre sucede lo inesperado, no fotografiaba hombres.
FUENTE: Ours, Classroom Electric.