Johnny Hazard
Por Raquel JR
Johnny Hazard 1945-1947, de Frank Robbins. Dolmen Editorial
Aunque la Segunda Guerra Mundial ha terminado, la aventura continúa para Johnny Hazard que, recién licenciado en el ejército, no tiene que esperar ni un solo día para vivir nuevas aventuras. Introducido por un prólogo de Rafael Marín muy útil para contextualizar al personaje y el momento histórico en el que surge, este volumen se compone de cuatro historias en las que la acción y el misterio no dejan ni un minuto de respiro. El protagonista, Johnny, fiel al modelo que encarna los valores de la época, viajará acompañado de su fiel compañero el Almirante y la intrépida periodista Brandy a la Guyana Francesa con el fin de encontrar a Bounce, el hermano de su amiga Fluff, encarcelado y desaparecido en el misterioso país. A partir de ahí las aventuras se entrelazan y Johnny tendrá que hacer frente a una retahíla de bandidos con estrafalarios nombres en clave, con el fin de solventar los apuros que van surgiendo a sus amigos. Tras desentrañar el misterio de la desaparición de Bounce y derrotar al doctor Renard en “Fancy Fluff”, la primera de las cuatro aventuras, Johnny se enfrenta al pirata Gore y a Lady Mist, peligrosa femme fatale, en “El misterio del carguero volante”, en el que resuelve una trama de tráfico ilegal de armas. De nuevo en compañía de Brandy, con la que forma una poco convencional pareja, Johnny se bate en duelo en medio de la selva con un misterioso individuo con fez, que sabotea su vuelo en “El hombre grueso”. Por último, en “Peligro a la carta”, Johnny se asocia –para rabia de Brandy- con Lady Mist en un negocio que le lleva por todo el mundo en busca de platos gourmet y que, como es previsible, no puede salir bien.
En todas las historias Frank Robbins sabe repartir sabiamente las dosis de acción y amenizarla con extravagantes personajes, tanto aliados (Brandy y el Almirante) como antagonistas (el doctor Renard, el mayor Riesgo, “Guantes” Diamond, el capitán Gore o la propia Lady Mist) e, incluso , otros con mayor ambigüedad, como Wild Bill Hiccup, Bombín o el periodista Sam Tronera. A pesar de que, como es lógico, el cómic refleja, como ya hemos mencionado, los valores de la época con sus correspondientes estereotipos, mujeres como Brandy o Lady Mist toman un papel activo, y participan por igual de la aventura que sus compañeros varones, lo cual es un aliciente añadido. A ello se le añade el exotismo de los escenarios, el dinamismo de la acción y un ritmo trepidante, que engancha a las páginas del cómic.
El estilo gráfico de Robbins, en la mejor calidad de la línea clásica, se adapta perfectamente a la trama con su línea depurada y su magistral uso del entintado, que añade un toque noir a las historias. En resumen, un clásico cuyo interés y viveza continúan vigentes, sobre todo para los amantes de la aventura, el suspense y el riesgo.