'Buena suerte, Belafonte', guiño al surrealismo más alocado
Por Pilar Martínez Manzanares.
La novela negra, género oscuro, tenebroso, capaz de llevar al límite el pensamiento humano. Debo decir que siempre tuve predilección por este género, su manera de tratar las tramas, tan envolvente y angustiosa a la vez generan en mi cierta fascinación. Con esta confesión no resulta imposible creer que Las aventuras de Sherlock Holmes sea una de mis obras favoritas. Por ello, cuando llegó a mis manos una nueva novela de tintes detectivescos, no pude evitar la tentación de abrir sus páginas a los cinco minutos. Y ahora, tras haber terminado su lectura, debo decir que no me arrepiento de ello. La razón es clara, Buena suerte, Belafonte, es un despiporre absoluto, esta vez en el buen sentido de la palabra.
Pablo Vázquez y Ricardo López Toledo nos embarcan en una obra al más puro estilo surrealista. Con una escritura que pareciera más automática que meditada, ambos nos presentan al detective Claudio Belafonte. Este peculiar hombre recibe el encargo de encontrar a Darla Uppergate, una actriz de cine desaparecida en extrañas circunstancias. Hasta aquí todo estaría bien si el señor Belafonte fuera una persona normal, puede parecer que exagero, pero crear un detective cuyo lugar de trabajo es una piscina llena de agua (si, como están leyendo), que dispara contra sí mismo si hiciera falta, y que en medio de una persecución se relaja escuchando a su cantante favorito, no entra dentro de los que el público puede entender como cotidiano. Sin embargo ¿quién dicta lo que es o no normal? Ni más tonto ni más listo que el resto, simplemente diferente, este detective se enfrentará a una frenética y vertiginosa aventura intentado dar con el paradero de la mujer, eso sí haciendo de las suyas en cada paso. Ni las primeras temporadas de Los Hombres de Paco, El Inspector Gadget y Mortadelo y Filemón juntas brindaron al público tal cantidad de locura y sinsentido.
La primera vez que abrí esta novela retrocedí muchos años atrás, a un recuerdo en concreto, la primera vez que vi un cuadro de Joan Miró ¿Por qué? Porque en ambas situaciones mi primer pensamiento fue el mismo «esto ha tenido que hacerlo un niño». Sin embargo cada segundo que pasaba, veía cada vez más, observaba una crítica social hacia sectores engrandados por la sociedad, ideas y pensamientos que no hacemos públicos por miedo al qué dirán. Con Belafonte ocurre algo parecido, su verdadera esencia está oculta tras sus locuras y humor negro, sus desvaríos constantes y su conducta temeraria, pero existe.
Sin lugar a dudas, Pablo Vázquez y Ricardo López Toledo llevan a cabo una combinación excepcional de personajes casi irreales, excéntricos, llevados al extremo de la cordura. Arriesgan con una trama que se aleja de lo políticamente correcto, de una realidad aburrida y monótona, para dar paso a una sucesión de disparatadas escenas que consiguen sacar una sonrisa incluso a los más reticentes lectores. Para sumergirse de lleno en las aventuras de Belafonte es necesario dejar a un lado prejuicios, abrir la mente a un sentido del humor que puede no gustar a todos, pero que de una u otra forma atrapa.
Ponemos los ojos en una obra original, alejada de los tintes comerciales que a día de hoy dominan un gran espacio dentro de la literatura. Creo que la capacidad de invención de Stanley Kubrick y Almodóvar quedaría coja si Belafonte estuviera su lado.
No sé si estamos ante una novela negra o una novela de humor negro, pero si tengo clara una cosa, esta nueva obra no dejará indiferente a nadie. Si buscan locura y diversión, aquí la encontrarán.