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La Segunda Generación afronta el pasado

Por Dinorah Polakof

Y lo sobrelleva como puede. Si enterarse de que tu padre ha sobrevivido a la Shoá y durante toda tu infancia ha ocultado información que hubiera hecho tus días más felices, es un tema gigantesco; considero colosal que el niño crecido y ya adulto, se ocupe de investigar sobre sus raíces para dar forma a lo secreto.

Esto le sucedió a Michel Kichka, ilustrador-historietista-creador de caricaturas  que en lugar de guardar sus emociones,  decidió crear una novela gráfica y así enseñar al mundo los horrores del Holocausto. El libro en cuestión,  titula acertadamente todo el contenido: La Segunda Generación. Lo que no le conté a papá. En 2012 aparece la primera edición en francés Deuxième génération – Ce que je n´ai pas dit à mon père,  bajo el auspicio de Dargaud, para su distribución en Bélgica y Francia. En 2015 la Fundación Metta Saade se encarga de la edición mejicana traducida al español. Orly Beigel Productions, su esposa,  toma para sí la responsabilidad de la edición en hebreo ejecutándose en Ediciones Jargol y Ediciones Modan.

Si bien los datos editoriales agilizan la adquisición, es por lo menos curiosa la forma en que conseguí el libro, que por cierto,  es prestado. En viaje de estudio a Yad Vashem (Escuela Internacional para el estudio del Holocausto-Jerusalem),  durante diciembre de 2016, mi compañera Sandra Veinstein  descubre el volumen mencionado.  Sin dilación,  lo compra en la boutique situada a la entrada del instituto.  Mientras se desarrollaba el seminario de capacitación, compartíamos la habitación de un hotel céntrico de la ciudad santa. Comencé allí con una aproximación al texto y ahora, en Uruguay, volví a él quedando en total fascinación.

Lo que no le conté a papá es un subtítulo relevante, dado que por lo general fueron los sobrevivientes quienes no contaron a sus hijos: “Él no me contaba sobre su holocausto. Yo no le contaba mis pesadillas”.  El hijo interpela al padre sobreviviente, sin desestimar que él mismo es un sobreviviente.

Desde su composición, las viñetas que estructuran el libro, narran la historia desarrollada entre Bruselas  y  Jerusalem. Desde la vida de su padre Henri Kichka, detenido por la Gestapo  y confinado en Auschwitz, Buchenwald, sobreviviente a las Marchas de la Muerte; surge esta historia fundamental.  El punto alto de las 105 páginas está dado, a mi entender, por hacerse cargo de los conflictos que manifiesta la segunda generación.

Cabe preguntarse si, ¿es  casualidad  que el autor haya nacido en el seno del padre del cómic europeo Hergé (Georges Rèmi) creador del reconocido personaje Tintín? Los seguidores de historietas se harán un festín ahondando en ambas biografías. Y si lo desean, podrán hurgar también en los trabajos de Jean-Jacques Sempé  emparentado con las historietas franco-belgas.

Kichka interpela al público lector desde la portada. Un dibujo central de la gorra a rayas de un prisionero con el número impreso 177789, se traduce en fuerte sostén de la imagen de Kichka hijo, por encima de la indumentaria referida. A los lados, ubica la silueta definida de la entrada al Campo con sus vías de tren, alambradas y puesto de vigilancia.

Michel heredó de su padre el gusto por el dibujo. Sentado sobre sus rodillas da lugar a una nueva interpretación de  la realidad y  la pérdida de la familia. Ilustraciones que a priori provocan hilaridad se convertirán  en reclamo y demanda. La obra no escatima en recursos humorísticos, por  donde se cuelan los actos más deleznables en nombre del régimen nazi.

Aparece un padre que impone reglas de “familia ideal”, el mismo padre que inhabilita al diálogo: “¿Por qué nunca me lo dijiste, papá?”   Y la flagrante respuesta: “Nunca me lo preguntaste”.  Un padre que por momentos rechaza el pasado y en otros, se anima a tanto, que se construye un rol como guía de jóvenes que visitan Auschwitz. Tres veces al año, guía a los jóvenes en la ruta Bruselas, Auschwitz, Bruselas. Es el mismo padre que de pronto resurge y escribe un libro con su pasado, rinde testimonio, que le solicita al hijo una y otra vez, que lo acompañe a Auschwitz a verificar y contar cientos de veces,  sobre su memoria.

Cuando Michel decide escribir y dibujar su propia historia, se anima a promover el punto de vista del hijo.  Posee la habilidad de invocar a Primo Levi,  adicionar  la experiencia de Art Spiegelman (hijo de sobreviviente que también concibió un par de novelas gráficas sobre la relación con su padre) con destacadas alusiones a MAUS. En ambos casos,  resultan abrumadoras  y perceptibles las semejanzas  que deben sobrellevar los descendientes de personas comunes, a veces devenidos en héroes.

Michel Kichka  nació en 1954 en Lieja, Bélgica. En 1974 se mudó a Israel, donde terminó sus estudios de diseño gráfico en la Academia de Arte y Diseño Bezalel. Es famoso y reconocido por su gran talento. Vive en Jerusalem, está casado, es padre de tres hijos y abuelo de dos nietos. Actualmente enseña en Bezalel y es miembro de la asociación internacional Caricaturistas por la Paz.

Tardó 10 años en sacar a la luz este libro.

 
Foto Vía| milenio.com

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