Al habla con Daniel Fopiani: "La Carcoma es un libro que no da descanso"
Por Pilar Martínez Manzanares.
Un escritor en horas bajas es incapaz de escribir nada decente. El éxito comercial de su última novela parece haberle arrastrado hasta un bucle de inseguridad que lo mantiene bloqueado ante la página en blanco. Se obliga a tomar unas vacaciones y aislarse durante un tiempo en la Sierra de Cádiz, un retiro espiritual donde olvidarse de la presión de la editorial, de las facturas sin pagar y de las llamadas telefónicas constantes. Con el paso de los días descubre que, en la cabaña donde se aloja, aparece un nuevo número pintado en la pared cada mañana. Con estas palabras Daniel Fiopiani nos presenta su obra La Carcoma.
- Daniel Fiopiani, das el salto al mercado literario internacional con tu novela ‘La Carcoma’ ¿Qué tiene esta obra que puede cautivar al público?
Supongo que soy el menos indicado para hablar positivamente de cualquier libro que haya escrito. Está claro que nadie mejor que yo conoce mis obras, pero son los lectores los que tienen la potestad de colocar un libro en la estantería de las buenas novelas o de las mediocres. Son ellos los que dictarán los puntos positivos y negativos de la obra, en el caso de que haya de lo uno o de lo otro.
De hecho, soy yo el primer sorprendido ante el aluvión de buenas críticas que está recibiendo La Carcoma. Y no solo me refiero a esa llamada teléfonica donde me decían que había sido galardonado con el Premio Valencia Nova de Narrativa, si no a todas esas opiniones que me han hecho llegar los pocos que han tenido oportunidad de leer la novela.
Los lectores suelen coincidir en que es un libro que no da descanso. Una vez que el lector se sumerge en la trama, donde los números comienzan a aparecer sin explicación aparente por las paredes de la cabaña, no tiene escapatoria. No hay mejor música para los oídos de un escritor que escuchar esa frase que dice: Daniel, no te lo vas a creer, pero estoy enganchado o enganchada a tu novela. Supongo que esa tensión constante se consigue a través del trabajo y del esfuerzo. Ese suspense bien trabajado es resultado del machaque. Del quita esto y pon aquello otro. El resultado final es una obra que transmite armonía, un conjunto sólido y coherente.
- Todo libro tiene su principio ¿De dónde procede ‘La Carcoma?
La verdad es que no puedo recordar el momento concreto en el que esta novela comenzó a gestarse en mi cabeza. Se supone que hubo un día en el que dije: Oye, ¿y si escribo la historia de una cabaña donde todos los días aparece un nuevo número pintado por las paredes? Debió de ser de esta manera. La cabeza funciona así, ¿no? Pero en realidad la trama de esta novela estuvo durante muchos meses macerándose en la imaginación. No puedo situar esa chispa, esa bombilla encendida en un marco temporal.
Los que hayan tenido el mal gusto de leer algo mío, sabrán que, además de aprendiz de escritor, soy Sargento de Infantería de Marina. La mayor parte de este libro se escribió en los cuatro meses que estuve navegando por el norte de Europa, en el comedor y los camarotes de la fragata “Almirante Juan de Borbón”.
Escribir sobre el papel sí es una acción que requiere de un lugar y un tiempo concreto. No sé como trabajarán el resto de escritores. Pensar, imaginar y escribir sin papel es un proceso que suelo llevar a cabo mientras friego el suelo de mi casa, compro la comida en el súper o me tomo dos cervezas con los amigos. Mi cabeza está trabajando continuamente mientras me ocupo del resto de cosas que ofrece la vida. La Carcoma pudo nacer un día cualquiera.
- ‘La Carcoma’ te ha valido el «Premio Valencia Nova de Narrativa»¿Cuáles crees que son los puntos fuertes de la misma que te han llevado a este galardón?
Es cierto que he recibido buenas críticas elogiando a La Carcoma. Entre todas ellas, podría destacar aquellas que hablan sobre la narrativa y el lenguaje utilizado. Me considero un escritor joven, lleno de faltas y con muchas cosas por aprender. Pero en algunos casos, la juventud también puede aportar elementos positivos a la hora de construir una obra, como la improvisación o la libertad de hacer las cosas sin pensarlas demasiado. Decir que una novela es un trabajo que no necesita planeamiento y organización sería mentir, además de una muestra de chulería que no me corresponde, pero sí que el lenguaje utlilizado, las expresiones, la forma de contar (o ver) las escenas, se acerca a este concepto de aire fresco o espontaneidad.
Quizá sea eso lo que haya llevado a esta novela a ganar un premio nacional de literatura: el lenguaje cercano, directo, sin argucias. Sin demasiados adornos que resten nitidez a la acción.
La trama, los personajes y el suspense bien tratados también habrán ayudado a que La Carcoma haya destacado entre las demás obras presentadas al premio.
- El mundo de la literatura se ha convertido en un espacio en el que suele ser difícil destacar y conseguir confianza para sacar nuevas obras al mercado ¿A qué obstáculos ha tenido que hacer frente para poder sacar a la luz ‘La Carcoma’?
Creo que el mayor obstáculo que se le presenta a un escritor novel es el miedo y la inseguridad. Hay que echarse al ruedo. Hay que mover los textos para que la gente los lea y opinen sobre ellos. No hay otra manera de aprender que escuchando. Siempre y cuando se tengan claras cuales son las reglas del juego, se respete el oficio (¿si no lo hacemos nosotros quién lo va a hacer?), nos quitemos esa idea equivocada de que todo lo que escribimos es lo mejor y queramos mejorar con cada nuevo texto; se obtendrá alguna recompensa. De una manera o de otra. Lo fácil de todo esto es que solo hay un camino acertado para destacar en un mercado saturado de novedades literarias: El trabajo.
- Tras varios años inmerso en la escritura ¿Cree que el mundo de la literatura ha ido cambiando?
Sería un hipócrita si respondiese a esta pregunta. Llevo muy poco en la escritura (unos siete años), y si hablamos del mundo literario a nivel profesional, apenas he comenzado a disfrutarlo (y sufrirlo) desde hace unos meses atrás.
Desde mi punto de vista, el mundo literario no ha cambiado. Él único que ha cambiado he sido yo. Y mi forma de verlo.
- En cuanto a su trayectoria literaria. Siempre se ha considerado más realista que novelista por lo que hemos leído en declaraciones suyas ¿Por qué esa percepción?
En mis historias siempre cuento mucha verdad. He escrito bastantes relatos, muchos de ellos de ciencia ficción. Pero en todos ellos, aunque estén decorados con naves espaciales y planetas olvidados, siempre trato temas del día a día. De los problemas que encontramos en nuestra sociedad, de los sentimientos y pensamientos primigenios, de la simpleza de la vida.
- A escribir se aprende leyendo. ¿Cuáles son sus autores a seguir, aquellos que sirven de inspiración para su trayectoria literaria?
Me crié con los clásicos. En el instituto leía a Poe, Verne, Doyle, Orwell, Tolkien o Borges entre otros. A los libros que me obligaban a leer en clases de lengua y literatura ni les hacía caso. Siempre he leído lo que a mí me ha apetecido, sin atender a obligaciones. Desde hace unos años suelo leer autores actuales que, de una manera o de otra, pueden aportarme algo en mi progreso como escritor. Sin ir más lejos, los últimos tres libros que he leído han sido: Patria, de Fernando Aramburu; La víspera de casi todo, de Víctor del Árbol y De qué hablo cuando hablo de escribir, de Haruki Murakami. Me da la sensación que, con el paso del tiempo, además de acernos viejos también crecemos en la manera de leer.
- Además de escritor, diriges la revista RSC.
La revista cultural RSC nació precisamente por ese gran obstáculo del que he hablado antes: el miedo y la inseguridad del escritor novel. Un grupo de buenos escritores y yo nos sentamos un día, cervezas mediante, y decidimos crear una revista (una herramienta) que abriese las puertas a todos aquellos que tienen interés por ver algún texto suyo publicado. Es evidente que para que una obra se publique debe de reunir un mínimo de calidad. Pero nosotros siempre hemos sido fieles a nuestros principios: si un texto no reunía las condiciones para su publicación, nos molestábamos en guiar al autor a corregir los errores y a limar todas aquellas asperezas que hiciesen falta.
En un principio fundamos RSC para ayudar, para incentivar la actividad literaria y que el escritor novel no se viera solo del todo en sus principios. Sobra decir que todo ello lo hacíamos desde la humildad más absoluta. Brindábamos toda la ayuda que podíamos ofrecer. Nada más.
Pero con el tiempo, la web (http://www.relatossincontrato.com) se ha convertido en todo un referente en el mundo de las letras, recibiendo miles de visitas diarias. En cuatro años hemos publicado 33 números físicos mensuales, con una tirada de 2.000 ejemplares cada uno. Hemos coordinado tres certámenes internacionales de relatos y uno de poesía, además de publicar a cientos de escritores de todas partes del planeta.
Dirigir esta revista me quita mucho tiempo de escribir para mí mismo. Hay veces que el estrés me puede y el tiempo se me echa encima. Pero de vez en cuando solo tengo que recordarme que ser escritor, trabajar para la literatura, es algo más que escribir libros y verlos publicados.
- A veces es difícil encontrar la fuerza necesaria para emprender nuevas creaciones ¿Veremos pronto alguna nueva de Daniel Fopiani?
Tengo una nueva novela entre manos. Pero he tirado tantos proyectos y desechado tantas hojas de papel en mi vida que no me atrevo a adelantar nada hasta que sea algo más consistente. Es una novela negra. Poco más puedo decir.
Lo único que puedo adelantar es que tengo planeado seguir escribiendo. No me queda otra.