Una verdad muy incómoda: ahora o nunca (2017), de Bonni Cohen y Jon Shenk
Por Irene Zoe Alameda.
Once años después de Una verdad incómoda, Al Gore ha producido y protagonizado la segunda parte de su documental Una verdad muy incómoda: ahora o nunca, esta vez dirigido por Bonni Cohen y Jon Shenk (Audrie & Daisy).
Es indudable que el que casi fue presidente de los EE. UU. en el año 2000 es de facto la cara visible de la advocación por la lucha contra el cambio climático. Con la primera película consiguió crear un artefacto ecológico persuasivo que caló en la conciencia global de tal manera que incluso se le concedió el premio Nobel de la Paz en 2007.
Es este filme un resumen del trabajo realizado en estos años por Al Gore y su equipo a través de The Climate Reality Project y del Generation Investment Management. Se recogen los efectos del huracán Sandy, del tifón Haiyan en Filipinas, del devastador incendio en Fort McMurray (Canadá), de las repetidas inundaciones en Miami, del deshielo en Groenlandia y del virus Zika, eventos todos ellos consecuencia del calentamiento global. También se detalla la larga defensa, y el éxito final, del proyecto Deep Space Climate Observatory, propuesto por el político en 1998 para lograr que la NASA creara un satélite que recogiera los cambios continuos de la Tierra (esa “canica azul”) y nos los enviara por internet en tiempo real.
En su afán por convencer a los todavía escépticos respecto a su mensaje, Gore el héroe intenta mostrar que la apuesta por un planeta sostenible es también una apuesta por el desarrollo económico. Y para ello viaja a la India –uno de los principales emisores de gases de efecto invernadero– y se entrevista con el ministro de energía; o visita a un alcalde republicano en Texas que de forma entusiasta explica ante las cámaras que las energías renovables le suponen un ahorro considerable a su localidad.
Pero sobre todo, y esto es lo más interesante del documental, Al Gore permite a los espectadores ser testigos de lo que significa ejercer influencia en el más alto nivel, aquel desde el que se pueden delinear las décadas venideras. Así es como vemos al político americano, transmutado en ciudadano del planeta, en su búsqueda infatigable de puntos de encuentro entre agentes –países y corporaciones– enfrentados, y mediando en virtud de la búsqueda del beneficio común. Es esta faceta la que dota a la cinta de cierta épica y de su momento catárquico en el Acuerdo de París de 2015.
Sin embargo, la edición que llega a los cines difiere de la presentada a principios del año en el festival de Sundance: en la versión actualizada se incluye el desgraciado anuncio de la administración Trump de salirse del citado Acuerdo de París. Así pues, esta nota negativa pone fin a la andadura de Gore para pasar el testigo a la audiencia: “Ahora o nunca”.