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'La parte escondida del iceberg', un viaje al recuerdo más íntimo con Màxim Huerta

Por Marisa Arias.
Título: La parte escondida del Iceberg.
Autor: Màxim Huerta.

Editorial: Espasa.

 

“París es un estado de ánimo”

Observando su portada, podríamos empezar hablando de París para analizar este libro, pero eso sería demasiado fácil y obvio.

Esta historia, aunque se desarrolle en el bello París -marco espacial o fuente de inspiración para muchos bohemios, artistas, soñadores, locos…- siempre es un punto de comienzo y fin de submundos de quien escribe sobre este melódico nombre de cinco letras.

“París está donde uno lo siente”

Y esa es la palabra mágica de este libro: ¡sentir!

Este libro es una forma original de poner al lector a reflexionar. Es una sucesión, y a la vez oasis, de sentimientos, pensamientos, confesiones de noches de verano bajo la luna, sonrisas, dolor, reflexiones, recuerdos o sueños que nos revelarán mucho sobre un personaje, pero también sobre nosotros mismos. Porque somos humanos y La parte escondida del iceberg es parte de uno mismo y, por tanto, de la misma vida que nos rodea. Eso para empezar.

Después está la forma de visualizar todo hasta el punto de que nos haga llegar el aroma a café de alguna terraza o el de las flores de temporada en sus jardineras de las calles parisinas llenas de encanto. Viajé a París en una ocasión y he vuelto a hacerlo con placer, de la mano de este autor que tanto ‘nos hace viajar’.

En compañía de ese “tú”, el lector viaja a la mente del protagonista, Max. Podría decirse que una autografía donde conceptos como familia, amor, niñez, amistad o trabajo hacen de pilares.  Él se desnuda ante el lector, pero yo diría también, y sobre todo lo más importante, ante él mismo. Inevitablemente, en su recorrido, uno empatiza de inmediato con la voz narradora. La evolución de la sinceridad, de nuestra propia sinceridad, la que a cada uno nos marca, nos puede llevar toda la vida, pero aquí no pasa de trescientas páginas. Un viaje al recuerdo y al interior donde ni una coma tiene desperdicio. A veces nos hará llorar, otras nos sobrecogerá y otras muchas nos hará pensar en el torbellino de emociones que nos dispara. Y ahora yo me pregunto… ¿se puede uno enamorar de una novela?

Este libro parte de una ficción que torna, casi sin darse uno cuenta a lo real (¿o es al revés?).

Las citas de películas o autores se asoman tímidamente pero con fuerza entre sus capítulos, como ventanas de aire fresco en esas habitaciones cuadradas que nos dibuja Máxim.  Uno de ellos, Hemingway, cobra relevante importancia en la novela como una visión permanente. Asociar el recorrido de su propio autor,  Máxim Huerta, al mundo literario o del cine es una obviedad.

Máxim Huerta es un autor que nos transmite su fuerza, servida en una bandeja que se llama ‘sensibilidad’. Después de haber disfrutado de la lectura en su día de ‘La noche soñada’ (Premio  Primavera de Novela 2014) por su forma de narrar, tenía que hacerme con este título. Personalmente, aunque la califique de novela a veces, no es para nada como la veo. Su palabra adecuada es y será, libro. Un libro que, como  bien califica su propio autor, es “autoficción”.

Me queda un deseo por pedir: que este libro quede en el recuerdo de cada habitante de sus líneas personal e íntimo como un “recuerdo verdadero y vivo”, como en mí permanece.

“París seguirá ahí y La parte escondida del iceberg lo estará en el interior de cada uno de nosotros.

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