A favor del viento
A favor del viento (AdN)
Jim Lynch
Itziar Hernández Rodilla (traductor/a)
Alianza de novelas
Madrid, 2017
Joshua Johannssen ha pasado toda su vida entre veleros. Su abuelo los diseñaba, su padre los construía y competía en ellos; su madre, obsesionada con Einstein, sabe por qué y cómo funcionan (o no). Josh y sus dos hermanos llevan la vela en la sangre, y su patio de juegos fue el estrecho de Puget, en el estado de Washington. Pero tanto su hermana como su hermano huyeron hace muchos años: Ruby a África, entre otros lugares, para hacer buenas obras en tierra, y Bernard a quién sabe dónde en el mar, como fugitivo y pirata.
Con la sensación de haber llegado a los treinta y uno de repente, Josh (que repara barcos de todo tipo en un puerto deportivo al sur de Seattle) se siente dolido y confuso por lo que quiera que fuese mal en su volátil familia. Sus padres no se hablan, su desconcertado abuelo bebe cada vez más y él mismo (pese a su incesante y cómico frenesí de citas en línea) ni siquiera está cerca de encontrar novia. Pero, cuando los Johannssen se reúnen inesperadamente para la regata más importante en estas aguas (todos juntos en un velero clásico que construían hace décadas), encontrarán sus destinos y llegarán a conclusiones reveladoras.
Con la sensación de haber llegado a los treinta y uno de repente, Josh (que repara barcos de todo tipo en un puerto deportivo al sur de Seattle) se siente dolido y confuso por lo que quiera que fuese mal en su volátil familia. Sus padres no se hablan, su desconcertado abuelo bebe cada vez más y él mismo (pese a su incesante y cómico frenesí de citas en línea) ni siquiera está cerca de encontrar novia. Pero, cuando los Johannssen se reúnen inesperadamente para la regata más importante en estas aguas (todos juntos en un velero clásico que construían hace décadas), encontrarán sus destinos y llegarán a conclusiones reveladoras.
Einstein no era un gran marino, probablemente ni siquiera
llegaba a mediocre. No participaba en regatas ni hacía travesías,
pero entendía la placentera mezcla de acción y calma y
la emoción de navegar al atardecer hacia un éxtasis de centelleos.
A muchos nos ha seducido todo esto. En el agua nos
sentimos competentes y exaltados, y la gloria nos dura hasta
que saltamos a tierra y nos tropezamos con un bordillo y no
encontramos las llaves y recordamos que tenemos el patio hecho
un erial y el tejado con cuatro centímetros de musgo y
que hay que cambiarle las pilas a los detectores de humo y que
una rata se murió en la pared y que seguro que nuestras madres
querrían que viviésemos más cerca. Por lo menos, alguien
quiere algo más de nosotros. Pero el «nosotros» del que nosotros
queremos más está a bordo de un barco impecable, con el
casco reluciente y las velas cazadas y el viento de través.
llegaba a mediocre. No participaba en regatas ni hacía travesías,
pero entendía la placentera mezcla de acción y calma y
la emoción de navegar al atardecer hacia un éxtasis de centelleos.
A muchos nos ha seducido todo esto. En el agua nos
sentimos competentes y exaltados, y la gloria nos dura hasta
que saltamos a tierra y nos tropezamos con un bordillo y no
encontramos las llaves y recordamos que tenemos el patio hecho
un erial y el tejado con cuatro centímetros de musgo y
que hay que cambiarle las pilas a los detectores de humo y que
una rata se murió en la pared y que seguro que nuestras madres
querrían que viviésemos más cerca. Por lo menos, alguien
quiere algo más de nosotros. Pero el «nosotros» del que nosotros
queremos más está a bordo de un barco impecable, con el
casco reluciente y las velas cazadas y el viento de través.