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Guillermina Rojas: un personaje para Galdós

Por Silvia Pato (@SilviaP3)

Era periodista, maestra, anarquista y feminista, y terminó siendo un personaje en una de las obras del escritor Benito Pérez Galdós, tal importancia tuvo esta mujer de la que conocemos a grandes trazos su biografía.

Se llamaba Guillermina Rojas Orgis, y nació en Santa Cruz de Tenerife hacia el año 1849, aunque se desconoce la fecha de su fallecimiento. Hija de un zapatero y una costurera, su familia se mudó a Cádiz cuando ella tenía cinco años, donde estudió en la Escuela Normal de Maestras, obteniendo el título de Maestra de Instrucción de Grado Superior en 1868.

Guillermina comenzó a trabajar dando clases en una escuela pública de la localidad, pero solo aguantó dos años con tal ocupación. No estaba de acuerdo con los planes de enseñanza ni la ideología que estos transmitían, así que por coherencia y vehemencia con su forma de pensar y de sentir, renunció a su cargo, y se ganó el sustento trabajando de costurera de sastre, siguiendo los pasos de su madre.

En compañía de otras mujeres de la época, se embarcó en el proyecto de crear una escuela para adultas y el club republicano femenino Mariana Pineda, del que fue nombrada presidenta. En 1871, partió para Madrid y se unió a la Internacional española, donde trabajó como Secretaria del Consejo Local de la Federación Madrileña, al tiempo que escribía en la prensa anarquista. Su popularidad era tal que llegaron a circular coplas sobre ella.

Guillermina, Guillermina, no vayas al Comité, que esas son cosas de hombres, no son cosas de mujer.

Las crónicas de la época recogieron su intervención en el acto de la Internacional celebrado en octubre de 1871 en el teatro Rossini de los Campos Elíseos, que había convocado la Federación Madrileña en defensa de la Asociación Internacional de Trabajadores, ya que el gobierno la quería ilegalizar. Guillermina ocupaba la mesa presidida por Pablo Iglesias, y después de que intervinieran este, José Mesa y Francisco Mora, le llegó el turno a ella para exponer su discurso. Fue la única mujer participante.

Aquella intervención y sus posteriores artículos en prensa causaron un revuelo impresionante, y los ataques personales en numerosas publicaciones no se hicieron esperar, lo que no es de extrañar si tenemos en cuenta que hablamos de la segunda mitad del siglo XIX. El periódico que dirigía Benito Pérez Galdós, El Debate, también publicó un artículo en el que decía de ella, con desprecio, que era una oficiala de sastra y oradora de club, además de inmoral.

Guillermina se defendió a su vez con sus escritos. El que más escandaloso resultó vio la luz en La Emancipación, en noviembre de 1871, con el título de «La familia», en el que recogía algunas de las ideas que había expuesto durante el acto organizado por la Federación Madrileña, como su defensa del amor libre, el divorcio y su opinión sobre el adulterio, con tintes claramente feministas.

La sociedad no perdona a la esposa culpable el haber mancillado la honra de su marido. Y aquí es donde encuentro yo la fatalidad de las cadenas del matrimonio, sobre todo para nosotras. O la mujer tiene que convertirse en mártir, en esclava del deber estúpido que la sociedad le impone ahogando en su pecho toda afección extraña a su marido (y esto es horrible), o convertirse en sierpe astuta que le engaña una y mil veces; lo cual es repugnante.

Rojas Orgis, Guillermina. La Época, 1871.

Galdós la hizo aparecer en su libro Amadeo I, de su colección de novelas históricas Los Episodios Nacionales. Y la escritora Emilia Pardo Bazán también la citó en una de las misivas que se encuentra recogida en La cuestión palpitante:

No sé lo que inspira a las mujeres arrebatadas e indoctas el naturalismo: por la parte que le toca a La Tribuna, no será de fijo el amor libre, dogma de la iglesia romántica jorgesandiana, nunca de la naturalista, como V. sabe perfectamente. Cuando la famosa Guillermina Rojas predicaba sus anchas teorías, dijo agudamente un sujeto a quien conoce todo Madrid: «¿Para qué me han de dar el amor libre, si yo me lo tomo siempre que quiero?». Créame V.: sin Guillermina Rojas, sin romanticismo ni naturalismo, origina las mayores picardías, desde los tiempos de Adán, la humana condición flaca y decaída, y el diablo que lo añasca todo.

Pardo Bazán, Emilia. «Reincidiendo», 1884.

Desgraciadamente, pocos datos se conservan de los últimos años de la anarquista, aunque su figura no ha quedado en el olvido. En el año 2017, en Sevilla, nace un ateneo que lleva su nombre: el Ateneo Libertario Guillermina Rojas.

FUENTE: Rodríguez Sánchez, M. A. Aproximación a una escritora revolucionaria en el sexenio.
Espigado Tocino, G. Experiencia e identidad de una internacionalista: trazos biográficos de Guillermina Rojas Orgis.

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