Ana Fernández: "La gente realmente honesta suele ser incómoda"
Una entrevista de Yolanda Moreno
La actriz Ana Fernández llega al Teatro Español de Madrid para emocionarnos. Interpreta a Constance en El lunar de Lady Chatterley, un espectáculo que trata sobre la condición femenina y su verdadera independencia, además de sobre el uso y perversión del lenguaje para manipular a los demás. Ana Fernández (Premio Goya como Mejor Actriz Revelación en 1999 por su papel en Solas) nos habla sobre esta obra que se puede ver en la Sala Margarita Xirgú hasta el 8 de octubre.
¿Qué destacas de tu personaje Constance Chatterley?
Que es una mujer valiente, muy inteligente, y por lo tanto llena de sentido del humor, de una ironía finísima. Se defiende a sí misma ante un tribunal compuesto solo por hombres a causa de una demanda de su marido, y en cierto modo se está defendiendo de todo un sistema con una estructura que limita la libertad de la mujer y el derecho a que pueda vivir bajo su deseo, bajo la libertad de su cuerpo, de sentirse libre en definitiva.
¿Qué lecciones nos da Lady Chatterley sobre el escenario?
Más que aleccionar, el espectáculo plantea preguntas. Me parece más interesante. Además, ella misma en algún momento de su defensa dice que no representa a nadie, se representa a sí misma, así que aleccionar no lo hace, pero sí invita al espectador a preguntarse. Es un ser humano que defiende su libertad y por lo tanto es incómodo. Y yo creo que eso ocurrió en el año en el que transcurre la obra, a principios del siglo XX, y actualmente sigue sucediendo. La gente que es honesta consigo misma, que lucha por su propia libertad y defiende sus deseos más íntimos, sigue siendo incómoda en esta estructura, y si son mujeres casi diría que se agrava la situación. El público se puede preguntar si está de acuerdo con Constance, qué parte de ella tiene que ver con ellos mismos o con ellas mismas. Es un juicio.
Entonces el público también puede ser ese tribunal.
Sí, en este caso el público es el jurado, es un espectáculo que rompe la cuarta pared, y sí podríamos decir que los espectadores son el jurado que está escuchando y juzgando a Lady Chatterley, y al mismo tiempo están escuchando y en cierto modo juzgando a la actriz que la interpreta.
Para situarnos, este texto es la continuación de la obra de El amante de Lady Chatterley, de D.H. Lawrence, prohibida durante más de 30 años en Inglaterra.
Está basada en esa obra, y Roberto Santiago (autor del texto) lo que ha hecho es situar a esta mujer un año después de que acabe la novela. Ella está casada con Sir Clifford, y es su marido el que la ha demandado. No están todavía divorciados, y ella asume su propia defensa rechazando al abogado. Si el espectador no ha leído la novela, la obra llega de todas maneras, porque en cierto modo la historia se cuenta. Vemos a Constance un año después, desde la mirada de Roberto Santiago, junto a lo que le hemos aportado Antonio Gil desde la dirección y yo desde la interpretación.
¿Qué valoración haces de este texto de Roberto Santiago?
Imagínate, lo interpreto y además asumo la producción (risas). Yo estoy enamorada. Me parece un personaje femenino lleno de matices, riquísimo, de una gran inteligencia y valentía, con mucha ironía. Y es retadora. Es como una hora y cuarto de tirarte a la piscina, pero sabiendo que te vas a encontrar un agua que no es fácil, aunque es un agua en la que a mí me gusta nadar. Otra riqueza del texto es cómo maneja el lenguaje. Esta obra habla mucho también de eso, de la importancia del lenguaje y de cómo lo podemos llegar a pervertir. Hay algo muy hermoso y es que a Constance se la sitúa desde el ser que se quiere defender con adjetivos, frente al mundo sustantivo que puede ser más masculino, más cerrado. El adjetivo es más abierto, no limita tanto, es subjetivo también, está más cerca del alma. Ella intenta defenderse siempre desde los adjetivos, porque además está hablando de algo que tiene que ver con los sentimientos. Constance se defiende y su historia está ligada a su alma y a sus sentimientos, y los sentimientos no se pueden concretar con sustantivos, están llenos de adjetivos por todas partes. Eso me parece maravilloso en el texto de Roberto. Y el ritmo que tiene, porque Lady Chatterley es muy rápida, es más rápida que la actriz que la interpreta (risas). Eso ha sido también un reto para mí.
¿Es la primera vez que estás sola en el escenario?
Hace unos meses hice La voz humana, en el Teatro Calderón de Valladolid, pero ya había trabajado a Constance, y son dos mujeres tan distintas… También hace años cuando era más joven. Realmente hasta ahora tres veces.
¿Y cómo se afronta ese hecho de ser la única actriz ante el público?
Hay mucho vértigo y, claro, también muchas ganas de estar, porque si no no decides hacerlo. Pero lo más importante es estar muy unida al personaje que interpretas porque solo lo tienes a él. Es una comunión con el personaje y por supuesto con la energía del público, porque toda esa energía además te llega a ti. Si estás dentro del personaje todo es más fácil, y en un monólogo sin ninguna duda, lo respiras y ella te puede salvar de todo ese vértigo y esos nervios, porque es una gran responsabilidad también. Es una responsabilidad incluso con ella, a ver cómo la defiendo yo, pero es muy bonito. Estoy muy contenta de tener este regalo entre mis manos, de poder interpretar a esta mujer que me tiene enamorada y nos tiene enamorados a todos. El equipo está con ella desde el primer momento, y eso es muy bonito. Estoy rodeada de gente maravillosa, que la arropa. La luz, la escenografía, la música, el vestuario… todo eso forma parte del espectáculo, y de ella misma y de su historia.
¿Se podría decir que la sociedad de aquella época en cierto sentido sigue siendo la nuestra?
No vamos a decir que sigamos igual, pero sí diría que no se ha cambiado tanto. En los derechos de las mujeres podríamos estar mejor. A veces incluso pienso que damos pasos hacia atrás. Últimamente están ocurriendo cosas que no entiendes. Por ejemplo, ¿cómo se puede entender que una mujer se quede sin sus hijos cuando ha sido maltratada por su marido? En la obra se habla también de la ley, pues se desarrolla en un proceso, y nos cuestionamos lo inhumano de la ley en aspectos tan claros y complejos al mismo tiempo, como son las cuestiones afectivas y aquellas que tienen que ver con las relaciones humanas.
¿Y qué consideras que queda por hacer en este sentido?
Muchísimo. En el sistema en el que estamos casi se nos conduce a lo que tenemos que desear. No somos libres de desear lo que realmente queremos. Te están diciendo todo el tiempo lo que es el éxito, lo que tienes que tener para gustar, lo que te tiene que gustar, dónde tienes que estar… En realidad se nos quita bastante libertad. De hecho la persona que es honesta, que dice realmente lo que piensa y lucha por lo que necesita, suele ser una persona incómoda. Y todo esto está en Constance.
Has participado en muchas películas, y también en televisión y montajes teatrales. ¿Qué significa para ti el teatro en tu carrera?
Yo empecé haciendo teatro. En la primera película que hice como protagonista ya tenía 33 años. Siempre había estado en grupos de teatro de Andalucía, que es donde vivía, y en trabajos relacionados con la interpretación que te permiten ganar dinero, como el doblaje. Pero yo era una actriz de teatro, el cine no estaba en mi cabeza porque no se hacía cine en Andalucía. Sin embargo, cuando me mudo a Madrid, curiosamente al tiempo aparece la oportunidad de hacer la primera película, y a partir de ahí durante bastante tiempo dejé el teatro de lado, porque no podía abarcarlo. Para mí el hecho de meterte en un proyecto teatral es mucha responsabilidad. Es diferente al cine. En un proyecto de teatro el compromiso de tiempo es más largo. La primera vez que hice teatro después de esa etapa en cine, fue con Regreso al hogar en la sala pequeña del Teatro Español. Hacía unos 13 años que no subía a un escenario y fue maravilloso. Luego he ido volviendo. Volví a estar en el Teatro Español dos veces más, he estado haciendo algunos recitales y compaginando otras cosas, pero realmente también porque ha sido una etapa en la que no ha habido tanto cine. Y ahora hasta me he metido a producir. Hoy en día el teatro es lo más importante, es en lo que estoy. Para mí siempre lo más importante es en lo que estás.
¿Estás embarcada en más proyectos?
Estoy ensayando Las tres hermanas también, que se estrenará el 13 de octubre en Avilés. Ahora mismo he hecho un paréntesis que el director me ha permitido hacer para disfrutar a Constance estos días.
¿Qué dirías a nuestros lectores para que vayan a verte?
Que los estoy esperando con los brazos abiertos, y que van a pasar una hora y cuarto llena de ritmo, de sorpresas, frente a una mujer absolutamente honesta consigo misma.
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