La sonata de Regina Strinasacchi
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
La violinista italiana Regina Strinasacchi (ca. 1761-1839), también conocida por su nombre de casada Regina Schlick, triunfó en los escenarios de toda Europa; no obstante, ha pasado a la historia por la sonata que uno de los más importantes compositores clásicos creó exclusivamente para ella.
Siendo niña, Regina comenzó a estudiar violín en el conservatorio del Ospedale della Pietà de Venecia, donde había sido profesor Antonio Vivaldi, y posteriormente terminó sus estudios en París. La primera de sus actuaciones de la que se tiene constancia documental tuvo lugar en la ciudad de Franckfurt en 1777. Su acogida fue tal que pronto comenzó giras de conciertos por países como Italia, Alemania y Francia. Ya en 1784, cuando fijó su residencia en Viena, conoció a Wolfgang Amadeus Mozart. Este quedó impresionado con la maestría de la joven y empezó a componer una sonata para tocar con ella en el teatro vienés Kärntnertorteather, en presencia del emperador José II.
La actuación tuvo lugar el 29 de abril de 1784 y la anécdota que pasó a la historia cuenta como Mozart, por escasez de tiempo, no había podido transcribir la parte de piano de su obra, por lo que tuvo que tocarla de memoria. Eso sí, con gran sentido del espectáculo, ya que colocó en su atril una hoja de papel pautado en blanco para bromear con el público. La pieza era la Sonata para violín y piano n.º 32, en si bemol mayor, KV. 454; y al haber sido compuesta para Regina, muchos se refieren a ella como la sonata Strinasacchi. El compositor y la violinista ni siquiera habían podido ensayar juntos antes de aquella actuación, pero la interpretación fue un éxito absoluto.
Un año después, Regina contrajo matrimonio con Conrad Schlik, director de la orquesta de Gotha y violoncelista, y en 1786 nació su primera hija: Carolina. Sin embargo, al contrario de lo que solía pasar en aquella época, Regina no renunció a su carrera y siguió realizando giras por Europa. En la orquesta de Gotha, la artista tocaba el violín y la guitarra, y a finales del siglo XVIII, Schlik y ella formaron junto a su primogénita un trío formado por el violoncello, el violín y el piano. En 1801, nació su segundo hijo, Johann Friedrich Wilhelm, que, además de violoncelista, se convertiría en un importante lutier.
Cuando quedó viuda en 1818, Regina y su hijo Johann se instalaron en Dresde, localidad en la que residió hasta su fallecimiento. No actuó públicamente en aquella época y en 1822 vendió su violín Stradivarius, un hermoso instrumento de 1718 que adquirió el director de orquesta y compositor Louis Spohr.
Aunque se cree que componía, ninguna de sus creaciones ha llegado hasta nosotros, al menos, bajo su nombre. En el año 2011, en la Biblioteca Antoniana de la ciudad de Padua, en Italia, apareció una partitura original de Regina Strinasacchi. Esta obra manuscrita, titulada Sinfonía concertada para violín, arcos y flautas, se encontraba custodiada en el Archivo Musical de la Capilla de la Basílica de San Antonio y su autoría siempre ha sido atribuida a Johann Christian Bach. No obstante, en la misma, después de haber sometido el documento a un proceso de restauración, apareció una marca en la que es posible leer: a uso mío, Regina Strinasacchi.
Como a tantas otras artistas, el tiempo la condenó al olvido y, más que por su arte, terminó siendo conocida por la sonata que Mozart creó para ella. Sin embargo, su instrumento sigue sonando. En la actualidad, el violín de Regina, el mismo con el que se cree que tocó junto a Mozart, es propiedad de la violinista Miriam Fried.