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Emma Lazarus: una poeta en Nueva York

Por Silvia Pato (@SilviaP3)

Emma Lazarus
Emma Lazarus. T. Johnson The New York Historical Society. Fuente: Wikimedia

Cuando Emma Lazarus (1849-1887) comenzó a escribir de seguro que no se imaginaba que uno de sus poemas pasaría a la historia en la estatua más importante de su ciudad natal, y que ella sería incluida en la National Woman’s Hall of Fame.

Nacida en Nueva York, con seis hermanos e hija de Moses Lazarus y Esther Cardozo, esta poeta descendiente de una familia de judíos sefardíes europeos estudió idiomas y literatura desde pequeña, y cuando empezó a difundir sus propios escritos captó la atención de Ralph Waldo Emerson, con quien se cartearía durante toda su vida.

Emma publicó sus propios poemarios, así como adaptaciones de autores como Goethe y Heine (Poems and Ballads of Heinrich Heine), escribió diversos artículos y también fue autora de una novela y un par de obras de teatro. Pero entre todas sus creaciones y los numerosos actos de beneficencia que realizó, lo que ha trascendido ligado a su nombre en mayor medida es un único poema.

 

En 1883, con el fin de recaudar fondos para el pedestal de la Estatua de la Libertad a través de una subasta, y a petición de William Maxwell Evarts, Emma escribió y donó The New Colossus. Al principio, la escritora había rechazado tal requerimiento, pero consiguieron disuadirla al recordarle que el monumento sería un símbolo para los emigrantes que llegaran a la ciudad, a lo que también contribuyó su propia experiencia personal e interés sobre la historia y persecución del pueblo judío.

 

New Colossus. Manuscrito de Emma Lazarus.

 

Después de aquella subasta, el poema apareció publicado en el New York World de Joseph Pulitzer y en el New York Times. Con el tiempo, en 1903, ese soneto, cuyo título y primeras líneas hacen referencia al Coloso de Rodas, se grabaría y colocaría en una placa de bronce del pedestal de la famosa estatua.

Emma había viajado por primera vez a Europa aquel mismo año de 1883, y durante 1885 y 1887 repitió su visita al Viejo Continente, donde conoció a William Morris, protagonista de su artículo «A day in Surrey with William Morris». Sin embargo, aquel fue su último viaje, pues regresó enferma de cáncer. Falleció en Nueva York dos meses después y fue enterrada en el cementerio Beth-Olom en Brooklyn. Tenía 38 años y nunca sabría la importancia que adquirirían sus versos y el lugar de honor donde todavía pueden leerse.

FUENTE: npr, National Park Service

 

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