Beatrix Potter, literatura infantil en la Inglaterra victoriana
Por Pilar Martínez Manzanares. @pilar_manza
La Inglaterra victoriana fue una gran etapa la creación de obras literarias. Proliferaron gran cantidad de figuras, sin embargo, muchas autoras vieron su nombre relegado de los libros de historia por el simple hecho de haber nacido mujer. Entre esas autoras destaca la primer mujer que logró hacerse millonaria con una campaña de crowfounding, una escritora que hizo de su mundo interior un entrañable universo de aventuras y color para los más pequeños.
Beatrix Potter, nació en 1866, en Londres, en un ambiente típicamente victoriano: padres adinerados, una mansión rodeada por un inmenso parque y una infancia recluida en casa con una institutriz. Su madre se dedicaba a hacer y recibir visitas; su padre, a ir al club de caballeros. Así que Beatrix pasaba mucho tiempo en su habitación leyendo y soñando despierta, y se volvió una niña tímida e introvertida de aspecto recatado. Cuando creció, sus padres le encargaron del hogar, dificultando su desarrollo intelectual. Un tío suyo intentó que ingresara como estudiante en los Reales Jardines Botánicos en Kew, pero fue rechazada por ser mujer. Dos meses al año, se iban de vacaciones a Escocia, y allí se encontraba con lo que más tarde la haría famosa: los animales y las plantas. Empezó a observar muy de cerca, a dibujar, a anotar.
A los 24, escribió su primer cuento: El cuento de Perico, el conejo travieso (Peter Rabbit). Diez años después, ese relato se convirtió en un libro, y ella quiso que fuese diferente a los demás: pequeño, con poco texto y con una ilustración nueva en cada página. El editor lo rechazó, y Beatrix Potter lo publicó por su cuenta. El libro y las obras que lo siguieron fueron muy bien recibidos y ella comenzó a obtener unos ingresos propios de sus ventas. Beatrix se implicó sentimentalmente por con su editor, Norman Warne, cosa que mantuvo en secreto, pues sus padres eran contrarios a que se casara con cualquiera que necesitara trabajar para vivir. Warne murió antes de que pudieran prometerse, lo que agrandó la brecha que separaba a Beatrix y sus padres. Unos editores se interesaron por la producción literaria de la autora, Frederick Warne & Co. Ltd, y fue el comienzo de una larga y fructífera relación. Potter escribió 23 libros. Fueron publicados en pequeño formato, fácil de manejar y leer por los niños. Dejó de escribir alrededor de 1920 debido a su mala visión, aunque su última obra, The Tale of Little Pig Robinson, se publicó en 1930.
En sus últimos años se dedicó a una granja de ovejas que compró en Lake District, (Inglaterra); le gustaba el paisaje y con las seguras regalías provenientes de sus libros, junto con la herencia de sus padres, compró grandes extensiones de tierra, que después acabó heredando el National Trust.
Beatrix Potter murió a la edad de 77 años a causa de una fuerte neumonía. Tras de sí dejó una vida de cuentos e historias que con el paso del tiempo quedaron impregnados en en el alma de millones de personas.
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