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Plegarias atendidas de Truman Capote

 
PLEGARIAS ATENDIDAS
TRUMAN CAPOTE
LUMEN
219 PÁGINAS

por Juliano Ortiz
Si un escritor buscara los odios más radicales de aquellos personajes reales a quienes refleja en un libro, tendría que leer “Plegarias atendidas”para aprender del polémico Capote.  Con un lenguaje descarnado, desde una posición en la que no le importa nada lo que puedan opinar sobre él, rompe la invitación de la fiesta más glamorosa. Usando un lenguaje sin tapujos, se vacía de condicionamientos y muestra lo que hay debajo de la alfombra en la alta sociedad norteamericana.
Obviamente, para Capote fue el punto en el que la mayoría de sus amigos se pararon para descargar toda su ira y hacerlo a un lado. Muchos se vieron parodiados y humillados, sin comprender que el pequeño escritor que les sonreía y los palmeaba en persona, escondía un espíritu lleno de dolor. Capote, inmerso en un mundo de alcohol y drogas, quiso ser la piedra en el riñón de un jet set que estaba acostumbrado a una vida de excesos, pero que en contadas oportunidades, veía sus actos privados en la tapa de los grandes periódicos y revistas.
A manera de prólogo, Joseph M. Fox, editor de Capote, explica cómo fueron las vicisitudes que llevaron a través de los años a que Capote dejara inconcluso el libro. Plegarias atendidas solo contiene tres capítulos. Los demás son objeto hasta hoy, de especulaciones, ya que nunca el escritor dijo que había hecho con los restantes. ¿Una broma más de Capote? ¿O solo el corolario a un hombre que jugaba entre los límites de una vida corrompida y decadente?
Capote (poniéndose en la piel de un personaje llamado P. B. Jones), recorre los salones y habitaciones de los personajes más célebres de ese entonces, como Tennessee Williams, Jerry Salinger, Stavros Niarchos, Andy Warhol, Greta Garbo, Sartre y Simone de Beauvoir, el matrimonio Mathau, Gore Vidal, Albert Camus, Peggy Guggenheim, Samuel Beckett, Jackie Kennedy, embajadores, periodistas, pintores y toda la gama de personas que iluminaban el más alto universo social.
P.B. Jones es atractivo, sensual, y bisexual; Su ambigüedad sexual le sirve para ir mudándose dentro de la élite neoyorkina. Es escritor, pero no logra ser reconocido y decide acostarse con los “monstruos perfectos”, seres artificiales y vulgares, rodeados del glamour y la pompa de una ciudad asfixiante. Todas las páginas del libro están inmersas en una sensación inquietante. Frase a frase, P. B. Jones se vuelve más insidioso y no pone reparo en contar las intimidades de cuanto personaje haya conocido.
Hablando de la millonaria Peggy Guggenheim, “…Era un placer beber el vino tino de la dama y escucharla rememorar en voz alta sus matrimonios y aventuras, y me asombró oír entre aquella brigada de gigolós el nombre de Samuel Beckett. Es difícil imaginarse un acoplamiento más extraño, la judía rica y mundana, y el monacal autor de Esperando a Godot”.
Capote también tiene tiempo para enfrentarse a sí mismo y mostrar sus demonios, “sigo pensando que si cambio todos los nombres podría publicar esto como una novela. Qué coño, no tengo nada que perder. Claro que un par de personas podrían intentar matarme, pero me lo tomaría como un favor”, la historia real, una vez más, sería más increíble que todo hecho ficcional. Capote asistió a una suerte de muerte prematura debido al rechazo de la alta sociedad neoyorkina.
Entre sus obras más famosas podemos citar:
1948   Otras voces, otros ámbitos
1956   Un recuerdo navideño
1958   Desayuno en Tiffany’s
1966   A sangre fría
1973   Los perros ladran
1975   Mojave y La Costa Vasca, 1965
1980   Música para camaleones

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