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Una "Celestina" dominada por el esperpento y la experimentación

Por Horacio Otheguy Riveira
Una gran compañía realiza una versión de Celestina sólo para adictos al esperpento y la experimentación.
 

El mismo equipo que creara una inolvidable Madre coraje, de Bertolt Brecht, asume esta libre versión del clásico de Fernando de Rojas (1474-1541) que recientemente también montara José Luis Gómez desde una perspectiva completamente diferente (Celestina), ambas válidas en el marco de la libertad para afrontar una obra creada para ser leída entre amigos en tiempos de una feroz persecución para quienes trataran asuntos espinosos de libertinaje, abuso de poder, dinero a espuertas y alquiler y compras de virgos para curas y obispos. Muchos de estos aspectos son evitados en esta nueva manera de ver los conflictos generados alrededor de Celestina, «puta vieja», alcahueta y hechicera venida a menos.

Foto: Julián Rojas.

La Compañía Atalaya ofrece su disposición psicofísica ya conocida por otros espectáculos, una entrega encomiable que, a mi parecer, no acierta en esta ocasión, ofreciendo un espectáculo en exceso gritado, en exceso esperpéntico, ya que su constante deformación de la vida cotidiana de entonces en una suerte de tragicomedia grotesca sin matices, impide ver en su plenitud la grandeza del original.

Cito parte de mi crónica de Así que pasen cinco años, de Federico García Lorca, por las similitudes con este trabajo: «El lenguaje hipnótico de Lorca encuentra aquí una puesta en escena confusa con rara inarmonía, pues hace convivir una plasticidad imaginativa con unas voces que cuando cantan resultan sublimes, conmovedoras, pero que cuando hablan lo hacen con un recitado ajeno, exterior, con una tonalidad que me aleja de la aventura especialmente surrealista de la función. Pero, cuidado, surrealismo que bebe de situaciones realistas. Lorca tira de gran variedad de recursos, pero el director Ricardo Iniesta prefiere abominar de los elementos directos, claros, precisos, incluso costumbristas de la obra, y lo enrarece todo de tal manera que lo que en el texto resulta diáfano, en escena aparece oscuro, atravesado por una serie de ideas plásticas que podrían resultar interesantes si los gritos casi permanentes y el “recitativo” de los actores no irrumpieran de manera desafortunada».

Espacio escénico, adaptación y dirección: Ricardo Iniesta
Reparto: Carmen Gallardo, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Jerónimo Arenal, Silvia Garzón, Manuel Asensio, María Sanz, Esperanza Abad
Música: Luis Navarro y temas populares de Europa del Este y Los Balcanes
Coreografía y movimiento escénico: Actores de Atalaya
Coordinación técnica y diseño de luces: Alejandro Conesa 
Teatro Infanta Isabel de Madrid

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