Camille du Gast: la Valquiria del Automóvil
Por Silvia Pato (@SilviaP3)
Camille du Gast (1868-1942) fue toda una celebridad en Francia durante la Belle Époque. Tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta todas las actividades a las que se dedicó esta aventurera y defensora de los derechos de la mujer. Paracaidista, esgrimista, esquiadora, aeronauta, concertista y cantante son algunas de las ocupaciones que la entusiasmaban y que compaginaba con sus labores caritativas para ayudar a los más desfavorecidos de París.
Camille era presidenta de la Sociedad Protectora de Animales y organizó una campaña contra las corridas de toros que la llevó a convocar manifestaciones e irrumpir en las plazas para que se suspendieran.
Con semejante historial, quién sino ella podía ser la segunda mujer en competir en una carrera automovilística internacional. Y es que Camille, vicepresidenta de la Liga Francesa de los Derechos de la Mujer, fue nombrada directora del Club Automovilístico Francés y se ganó el seudónimo de la Valquiria del Automóvil.
La concertista se dedicó de lleno a semejante variedad de tareas tras haberse casado en 1890 con el accionista mayoritario de Dufayel, Jules Crispin, que falleció unos años después. Con su marido había compartido el entusiasmo por los globos aerostáticos y ella misma llegó a lanzarse en paracaídas desde uno a 610 metros de altura. La publicidad para las tiendas de Crispin a través de los globos era frecuente, pero él mismo prefería que su mujer usara el nombre de soltera, para que pareciera que aquello, de publicitario, tenía poco. Pero cuando el empresario falleció, ella se vio rica y viuda con 27 años, y no dudó en dedicarse a los deportes que la apasionaban y a las acciones de beneficencia que definían su forma de ser y de pensar.
En la carrera de París de 1901 solo participaron dos conductoras: Camille du Gast y la baronesa Hélène van Zuylen, que ya había competido con anterioridad en la carrera París-Ámsterdam-París en 1898. En 1902, también Camille corrió la carrera de París a Viena y quiso hacerlo en la que se organizó entre Nueva York y San Francisco por aquellas fechas, pero la organización no se lo permitió por ser mujer. Esta automovilista no se rindió y en 1903 compitió en la de París-Madrid, a pesar de las críticas de casi toda la prensa y la sociedad en la que vivía, que no veía nada bien que una fémina estuviera al volante de un coche. De hecho, ese mismo año, las autoridades francesas prohibieron la participación de mujeres en las carreras automovilísticas. Como excusa, alegaron como razón el nerviosismo femenino.
¿Qué hizo Camille cuando no pudo competir sobre cuatro ruedas? Cambiar de afición. Comenzó así a subirse a lanchas motoras, participando en pruebas como la de Mónaco o la de Algiers a Toulon. Ganó esta última prueba de motonáutica después de todo tipo de avatares, ya que se levantó un temporal en plena carrera y las lanchas participantes se hundieron. Fue declarada ganadora porque la suya fue la que lo hizo más cerca de la línea de meta.
Camille narró sus experiencias deportivas en diversos artículos publicados en las revistas francesas, así como algunos de temática de viajes, donde contaba sus propias experiencias. La vida de la viuda, no obstante, no fue un camino de rosas. En 1910, su hija intentó matarla. Contrató a unos matones para que asaltaran su casa, la asesinaran y ella quedarse así con su herencia, pero estos huyeron cuando Camille los enfrentó. Sin embargo, después de aquel acto de arrojo, se alejó un poco más del mundo y se volcó en el cuidado de los animales. Falleció en 1942 y sus restos reposan en el famoso cementerio Pére-Lachaise de París.