'Viajes por Marruecos'. Ediciones B recupera su biblioteca Grandes Viajeros
Estamos de celebración. Ediciones B recupera su biblioteca GRANDES VIAJEROS, con dos títulos clásicos. El primero de ellos es el imprescindible testimonio de Domingo Badía, un pirata de su tiempo. Y su tiempo era más heroico que éste, por lo que ser héroe resultaba mucho más difícil. Valiente y arriesgado, lo que importa del libro es su valor testimonial. Una joya para los historiadores y también para los curiosos. Y todo buen lector o es curioso o lee por desidia.
Explorador, aventurero y agente de la corona española, según la leyenda Domingo Badía Leblich, más conocido como Alí Bey, recorrió todo el norte de África haciéndose pasar por un príncipe musulmán y fue el primer europeo en visitar y describir La Meca. Su singular peripecia, relatada con rigurosa atención al detalle y abundantes pinceladas de humor, alcanzó enorme éxito al publicarse en 1814, pero había sido deformada por motivos políticos y por la fantasía de sus contemporáneos. Salvador Barberá, autor de la presente edición, sigue paso a paso el itinerario de Alí Bey, examinando sobre el terreno la exactitud de sus observaciones, y ofrece una versión rigurosa y contrastada de su fascinante aventura.
Hijo de Pedro Badía y Catherine Leblich, natural de Wavre (Bélgica). Tuvo una hermana llamada Gregoria María del Carmen, esposa de Antonio del Rosal y Henríquez de Luna.
En 1778 se trasladó a Cuevas de Almanzora (Almería) a causa del nombramiento de su padre como contador de guerra y tesorero del partido judicial de Vera. Allí comenzó a interesarse por el mundo musulmán. En 1791 se casó con María Luisa Burruezo y Campoy y tuvo una hija llamada María de la Asunción. En 1792 se mudó, junto con su esposa Mariquita, a Córdoba para desempeñar su empleo como administrador de rentas de tabaco. En Córdoba estudió árabe y se interesó por el aerostato. Esto lo llevó a la bancarrota, por lo que en 1793 decidió marcharse a la corte junto con toda su familia.
En el año 1803, por encargo de Manuel Godoy (primer ministro de Carlos IV), emprendió un largo viaje por territorios musulmanes, haciéndolo camuflado como príncipe sirio musulmán descendiente de los abasíes, educado en Europa y bajo el nombre de Alí Bey el-Abbasí. Sus viajes lo llevaron a Marruecos, Argelia, Libia y diversas regiones del Imperio otomano (Egipto, Arabia, Siria, Turquía y Grecia), visitando regiones en las que nunca antes había estado un occidental, en incluso la isla griega de Patmos, donde San Juan escribió el Apocalipsis. Este viaje lo hizo como espía a sueldo de Godoy, con el fin de ganarse la confianza de Mulay Sulaymán y convencerle de que aceptase a España como protector contra sus enemigos y, de no lograrlo, contactar con los enemigos y empujarlos a una guerra civil para que luego España los invadiese.
En 1808, tras haber tenido una conversación con Carlos IV y animado por el rey destronado el 10 de mayo se presentó a Napoleón Bonaparte para ofrecerle sus servicios. Éste, tras desconfiar al comienzo, lo envió junto con una carta de recomendación a su hermano José I.
El 5 de abril de 1810 fue nombrado alcalde de Córdoba por José I, donde introdujo el cultivo del algodón, la remolacha y la patata. Ostentó este cargo por espacio de 15 meses, hasta el 14 de julio de 1811.
En 1816 se difundió por toda Europa su obra Travel of Ali-Bey, en la que recogía sus viajes por el mundo árabe entre 1803 y 1807, publicada en dos volúmenes en Inglaterra, Alemania y Francia.
En 1818, tras cambiar su antiguo nombre por el de Ĥãŷŷ ‘Ali Abu ‘Uțmãn se dirigió a Damasco. Salió de París con el nombre de Alí-Othman pero fue descubierto por los servicios secretos británicos, que lo envenenaron en Damasco. Invitado a comer por un bajá a sueldo de los británicos, tomó su última taza de café.
Hombre de una amplia cultura, dejó escrita una narración de sus viajes, y magníficos dibujos, titulada Viajes en Marruecos, Trípoli, Chipre, Arabia, Siria y Turquía, en que junto con descripciones pormenorizadas de las ciudades que visitó, plasmó sus observaciones sobre geografía, botánica, zoología, entomología, geología y meteorología. Uno de los episodios más destacables de su viaje es la peregrinación a La Meca, siendo probablemente el primer español no musulmán en pisar estas regiones y en entrar en el santuario de la Kaaba. El primer europeo, no musulmán, que entró en La Meca fue el italiano Ludovico de Verthema en 1503, y unos pocos años más tarde entraría en ese sagrado lugar el portugués Pedro da Covilhã. Pero a Domingo Badía se le debe la primera fijación de la posición geográfica y los dibujos de los templos, como reconoció el explorador inglés Richard Francis Burton.
Sus viajes fueron leídos en toda Europa y promovieron la curiosidad por la cultura islámica. Le admiraron, aunque con ciertas reticencias, Francis Burton, quien realizó una proeza semejante, y Alexander von Humboldt.